El 47 % de los colombianos considera que la inteligencia artificial debería estar prohibida en los colegios. Así lo revela la reciente encuesta Monitor de Educación 2024, realizada por la firma internacional Ipsos, la cuál recopiló la opinión de personas de 30 países acerca de sus sistemas de educación y desafíos para el sector.
Y lo que más llama la atención es cómo, comparado con el mismo estudio del año anterior, parece que incrementa la desconfianza con respecto al uso de la tecnología en espacios educativos, no solo en Colombia sino en el mundo.
Al ser preguntados con respecto a si la inteligencia artificial debería ser permitida o prohibida en las escuelas, el 47 por ciento de los colombianos encuestados contestó a favor de vetar esta tecnología, mientras que solo el 32 por ciento se pronunció a favor de su implementación.
Lo anterior contrasta con los resultados de 2023, cuando quienes se mostraron a favor de la prohibición fueron el 33 por ciento, mientras que el 46 por ciento veía favorable su uso.
Y no ocurre solo en Colombia. El promedio de los 30 países consultados es de un 36 por ciento a favor de prohibir herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT, lo cual, si bien se ve parejo frente al 37 por ciento a favor de esta tecnología, representa un incremento de desconfianza comparado con el 29 por ciento de “prohibicionistas” de un año antes.
Los colombianos parecen desconfiar también de otras formas de tecnología en los espacios educativos, ya que el 66 por ciento considera necesario también prohibir el uso de celulares y dispositivos inteligentes en los colegios, el segundo país del estudio con mayor rechazo a los smartphones en el estudio, solo por detrás de Francia.
De cualquier forma, la tendencia internacional se inclina, de igual manera, hacia prohibir estos dispositivos (53 por ciento), lo cual incluye a algunos de los países con los mejores sistemas de educación del mundo como Países Bajos (63 por ciento), Bélgica (63 por ciento)) y Suecia (51 por ciento).
Algo similar ocurre respecto a prohibir el uso de redes sociales en menores de 14 años. En Colombia, el 76 por ciento de los encuestados consideran esta medida necesaria, y apenas el 22 por ciento se muestra en desacuerdo de ello.
En cuanto al impacto que tendrán estas tecnologías a futuro para la educación, el 34 por ciento de los colombianos consideran que este será más negativo que positivo, y un 32 por ciento cree, por el contrario, que será más positivo que negativo. El resto de los encuestados consideró que no tendrá impacto o que este será igualmente bueno y malo.
Sin embargo, hace un año era el 43 por ciento de los colombianos el que consideraba que las nuevas tecnologías serían buenas para la educación, y apenas el 25 por ciento la veían con malos ojos, lo que revela un aumento en la desconfianza frente a estas herramientas.
Y también es muy diciente que, a nivel mundial, sean las personas con hijos en la escuela las que más desconfían de la tecnología (31 por ciento), las que más están a favor de prohibir la inteligencia artificial en los colegios (40 por ciento), y las que más creen que se deben prohibir los smartphones en las escuelas (56 por ciento).
Colombianos ‘rajan’ a la educación del país
Uno de los aspectos más importante del estudio tiene que ver con la percepción de la personas respecto a la calidad del sistema de educación del país. Y en el caso de Colombia, el 42 por ciento la califica como mala y el 35 por ciento como ni mala ni buena. Apenas un 20 por ciento considera que es buena.
Los encuestados también sostienen que el sistema educativo colombiano brinda muy poco espacio a fomentar el pensamiento crítico (61 por ciento), que no incentiva la creatividad (61 por ciento), y que no se centra realmente en el bienestar de los estudiantes (64 por ciento).
En lo que respecta a los grandes desafíos que atraviesa el sector, para el país se encontró que la principal preocupación es la infraestructura inadecuada (40 por ciento), la falta de financiación pública (37 por ciento) y el desigual a la educación (35 por ciento).
¿Inteligencia artificial, un dolor de cabeza en las aulas?
“Ya es muy común encontrar trabajos que son realizados íntegramente por ChatGPT”. Esta afirmación viene de Gerardo Restrepo, un profesor que alterna sus actividades docentes entre una Institución de Educación Superior y un colegio en Bogotá. Esta frase fácilmente podría ser dicha por estos días por cualquier maestro que sea consciente de los avances de la inteligencia artificial (IA).
Y es que esta tecnología, que antes parecía más de un texto de ciencia ficción, hoy no solo es una realidad, sino que es ampliamente usada por los estudiantes. Textos, ensayos, operaciones matemáticas, cuestionarios, entre otras tareas hoy son elaboradas por plataformas en línea como ChatGPT.
“El plagio no es un problema nuevo para los profesores -explica Restrepo-. En 20 años de docencia he pasado por la copia en múltiples modalidades: Encarta, Wikipedia, plataformas como ‘El Rincón del Vago’, o incluso el contratar personas que hagan los trabajos”.
Pero añade: “Sin embargo, lo que pasa ahora tiene algo diferente, y es que ChatGPT lo hace en segundos, no exige siquiera que el estudiante lea lo que está escrito (como pasa cuando copia de otra fuente) y la tecnología se va actualizando, puede llegar el momento en que no sepa cómo identificar un trabajo hecho por la máquina de uno hecho por un alumno”.
Se trata de todo un desafío para el sector, primero, por las implicaciones éticas del uso de estas tecnologías, segundo, por la complejidad que trae el identificar un trabajo académico hecho por ChatGPT y las demás IA, y tercero, por la necesidad de trabajar para que, en últimas, los procesos de formación y aprendizaje no se trunquen en los alumnos que vean esta alternativa como una salida fácil.
Y es que, como dicen los expertos consultados por EL TIEMPO, la inteligencia artificial llegó para quedarse.
Por su parte, Leonardo Zuluaga, analista experto en tecnologías educativas, sostiene que la educación debe cambiar radicalmente:
“Va a llegar el punto en que va a ser indetectable el uso de las IA (de hecho ya hay estudios que demuestran que esto ya ocurre). La pregunta debe ser, entonces, cómo los maestros, desde las aulas, logran fortalecer los procesos formativos a pesar de ello. Cómo logra cumplir unos mínimos éticos entre el estudiantado y, por otro lado, cómo logra aprovechar estas herramientas para enriquecer la formación”.
MATEO CHACÓN ORDUZ
Subeditor Vida - Educación