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Investigadores buscan en la biodiversidad la clave para salvar a los dátiles de la amenaza del cambio climático

La palma que produce estos frutos es un cultivo de regiones secas que van a serlo aún más en los próximos años.

6.000 años de antigüedad tiene el cultivo de palma dátil desde que fue domesticada en el golfo pérsico

6.000 años de antigüedad tiene el cultivo de palma dátil desde que fue domesticada en el golfo pérsico Foto: Penelope Dawson-Brown-RBG Kew

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PERIODISTA DE CIENCIAActualizado:

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Conocida científicamente como Phoenix dactylifera, la palma datilera ha sido la base de la agricultura de Medio Oriente y África del Norte durante miles de años. Es uno de los primeros cultivos de árboles frutales domesticados, con palmas que pueden crecer hasta 23 metros de altura y se cultivan principalmente para producir frutas dulces que se pueden comer crudas o utilizar para producir jarabes, aceites y vinagres.
De hecho, los dátiles son recomendados por la FAO como un producto importante para la alimentación del futuro debido a que son ricos en hierro, potasio, calcio y magnesio, además de ser una fuente importante de fibra. Un cultivo frutal crucial que mueve cerca de 18.000 millones de dólares y sustenta los agroecosistemas de los oasis del norte de África y Asia occidental. Sin embargo, también está amenazado por el impacto que está teniendo el cambio climático sobre estas regiones áridas.
Por ejemplo, su dependencia de un riego significativo, especialmente en zonas donde se prevé que se intensifique la sequía en las próximas décadas, junto con su vulnerabilidad a enfermedades y plagas, amenazan su sostenibilidad a largo plazo. “La palma es un cultivo muy importante en regiones secas del mundo que van a ser más secas en los próximos años debido al cambio climático y es de los pocos cultivos que crece en zonas que ya de por sí son deficitarias en cuanto a producción de alimento. Sostener ese cultivo y hacerlo más sustentable es importante para la seguridad alimentaria de esos lugares”, señala Jerónimo Cid-Vian, investigador de Kew Gardens, el Real Jardín Botánico de Londres.
Encontrar una respuesta en el ADN de otras plantas silvestres del mismo grupo es la esperanza que mantienen científicos como Cid-Vian para salvar este cultivo. En esa búsqueda se tienen pistas de que la palmera datilera de Cabo Verde (Phoenix atlantica), endémica y en peligro de extinción, puede ser una candidata prometedora para mejorar genéticamente y hacerla más resistente ante las condiciones que hoy la amenazan, entre ellas la enfermedad de Bayoud, una de las plagas que afecta hoy los cultivos de dátiles.
Pero para conseguir aprovechar este potencial, primero se debía resolver el misterio de qué tan cercanas y qué tan diferentes son realmente estas plantas. Aunque se sabe que la palma de Cabo Verde es uno de los parientes más cercanos de la palmera datilera, su origen y estatus taxonómico siguen sin estar claros, y los estudios la han recuperado como una especie separada o como una palmera datilera asilvestrada.
Jerónimo Cid Vian

Jerónimo Cid Vian, investigador de Kew Garden. Foto:Cortesía

Resolver este interrogante fue el propósito que se trazó un equipo de Kew Garden liderado por Cid-Vian, la investigadora Muriel Gros-Baltazard del Instituto Nacional de Investigación s, y el botánico colombiano Óscar Alejandro Pérez-Escobar. “Si encontrábamos que era muy diferente de la palmera datilera, implicaba una diferencia genética alta y más posibilidades de genes interesantes para la mejora del cultivo. Pero, si por el contrario era muy similar –como finalmente descubrimos– también significa que puede ser más fácil llevar a cabo los experimentos de cruce”, explica Cid-Vian.
Los investigadores consideraron el espécimen de herbario original con el que se describió a la palma datilera de Cabo Verde como especie y la compararon su ADN con otras muestras colectadas de esta planta por otros taxónomos para determinar si efectivamente se trataba de la misma especie. 
Además compararon tanto la genética como la morfología de las semillas de ambas palmas, una característica que les resultaba especialmente interesante porque las semillas de las palmeras del género Phoenix cambian su forma dependiendo de si han sido cultivadas o no. Y la palmera datilera es la única especie cultivada del género. “Si la palmera de Cabo Verde tuviese unas semillas parecidas implicaría con bastante fuerza que en efecto proviene de la palmera datilera”, señala Cid-Vian.

Parecidas, pero diferentes

“Encontramos que genéticamente la palmera de Cabo Verde es muy parecida a la datilera pero no idéntica. La primera evolucionó a partir de individuos de palmera datilera, esto es importante porque comparamos también sus semillas con las de palmera datilera no cultivada y vimos que se parecía todavía más a las cultivadas que a las que no habían sido domesticadas. Esto indica que, en efecto, la palmera de Cabo Verde es una palmera datilera feral, o silvestre por así decirlo”.
En términos más sencillos, esto quiere decir que en la historia de la palma de Cabo Verde –planta que solo crece en este archipiélago africano del mismo nombre– en un principio fue una palma datilera cultivada de la que una semilla pudo haberse escapado y crecer en un ambiente silvestre o se trató de un cultivo abandonado que sin el cuidado de un agricultor fue capaz no sólo de sobrevivir sino de perpetuarse varias generaciones en el tiempo, adaptándose y dando origen a nuevas características, e incluso a una nueva especie, aunque esto último aún no es claro para los investigadores.
Palma datilera de Cabo Verde.

Palma datilera de Cabo Verde. Foto:William J. Baker

“Este hallazgo de que la palmera de Cabo Verde es con mucha probabilidad una palmera datilera feral implica primero que ha podido conservar rasgos útiles desde un punto de vista de la agricultura que otras especies del género Phoenix no tendrían, puesto que nunca han sido cultivadas, y también implica que debido a la cercanía genética será con mucha probabilidad más fácil de cruzar con la palmera datilera si se acaban llevando a cabo estos experimentos de mejora genética”, señala Cid-Vian.

Fundamental para otros cultivos

Proteger a la palma datilera también resultará importante para garantizar la subsistencia de otros cultivos que crecen en terrenos áridos. La historia de este cultivo se remonta a unos 6.000 años en la antigüedad y permitió que la humanidad también fuera capaz de establecer las condiciones ideales para la domesticación de otras plantas en los parajes desérticos de los oasis.
“Las palmeras datileras están en el estrato más alto y protegen todo lo que hay debajo del fuerte sol. En el siguiente estrato hay árboles frutales y más abajo puede haber cultivos como trigo o cebada, e incluso pasto para animales. Esto es posible gracias a la palmera datilera y acaba siendo un ecosistema humano muy biodiverso y muy eficiente en cuanto al uso del agua y nutrientes escasos y esta es la forma tradicional en que se viene haciendo”, explica Cid-Vian.
Ahora, lo que queda por descubrir en posteriores estudios con la palma de Cabo Verde es qué partes de su genoma podrían ser útiles para ayudar a la datilera a subsistir. “Hemos revelado un candidato muy interesante para estos experimentos para introducir mejoras genéticas en el cultivo de la palmera datilera contra la sequía, la salinidad y posiblemente contra ciertas plagas puesto que la palmera de Cabo Verde demuestra sobrevivir sin ninguna ayuda humana para estos tres problemas que tiene el cultivo”, concluye el investigador.
ALEJANDRA LÓPEZ PLAZAS
REDACCIÓN CIENCIA
@TiempodeCiencia
@malelopezpl

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