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Noticia
Caries y desnutrición: así era la salud de los pobladores de la Sabana de Bogotá hace 6.000 años
Un estudio de la Unal reveló los impactos causados por el paso de un estilo de vida nómada a uno sedentario.
El estudio se realizó en el Laboratorio de Antropología Física de la UNAL. Foto: Sofía Malaver, antropóloga de la UNAL.
El hallazgo de más de 280 individuos del periodo precerámico tardío (6300 a 4600 años antes del presente) en el sitio arqueológico Los Alcaparros –ubicado cerca de un peaje en Sopó (Cundinamarca)– permitió el estudio de los restos óseos de 30 de ellos por parte de científicos del Laboratorio de Antropología Física de la Universidad Nacional de Colombia (Unal).
Una investigación que revela los impactos en su salud causados por el cambio de un estilo de vida nómada, basado en la caza y la recolección, hacia uno más sedentario y agrícola. El estudio encontró evidencia de caries, enfermedades articulares y deficiencias nutricionales, resultado de esta transición.
De la muestra analizada, 15 individuos eran femeninos (50 %), 13 masculinos (43 %) y en 2 casos (7 %) no fue posible determinar el sexo por el estado de conservación o la falta de elementos óseos diagnósticos. En cuanto a la edad, se identificaron 9 adultos jóvenes (18-35 años), 11 adultos medios (35-55 años), 6 adultos mayores (más de 55 años) y 4 personas cuyo rango etario no se pudo establecer.
Para entender la transición del precerámico temprano al tardío en la región, los resultados del sitio Los Alcaparros se compararon con los datos de otros asentamientos analizados en la investigación de maestría “Salud, estrés y adaptación en poblaciones precerámicas en la Sabana de Bogotá”, realizada por Juliana Gómez en 2011.
Aunque en varios casos se observaron tendencias similares asociadas con el estilo de vida, en Los Alcaparros se identificó una alta incidencia de indicadores que evidencian padecimientos crónicos, posiblemente vinculados a los modos de subsistencia y a los cambios que implicó la transición entre periodos.
Restos óseos hallados en Sopó (Cundinamarca) revelaron caries y deficiencias nutricionales. Foto:Sofía Malaver, antropóloga de la UNAL.
El análisis reveló que más del 60 % de los individuos presentaban osteoartrosis en el hombro, y más del 85 % en el codo. En cuanto a las caries, el 73,9 % de la muestra mostró esta afección, con una mayor prevalencia en mujeres (90,9 %) que en hombres (54,5 %). En contraste, los cálculos dentales fueron más frecuentes en los hombres (90 %) que en las mujeres (75 %).
Cambios en la dieta
“Se evidenció una disminución de ciertos indicadores relacionados con cambios en la dieta —de alimentos más duros a otros más blandos—, posiblemente también asociados con nuevas formas de preparación, así como a transformaciones en los patrones de actividad”, explica la antropóloga Sofía Malaver Ávila, autora del estudio en la Unal.
El estudio también evidenció una alta incidencia de estrés nutricional, asociado con deficiencias como la falta de hierro, posiblemente derivadas de una dieta con mayor presencia de vegetales y menor consumo de proteína animal.
Las caries dentales, por su parte, se relacionarían con el aumento en el consumo de plantas C4 como el maíz, que fueron domesticadas durante este periodo. Estas plantas se caracterizan por un tipo especial de fotosíntesis más eficiente en climas cálidos y secos, y su incorporación en la dieta implicó una mayor ingesta de azúcares y almidones fermentables, factores directamente relacionados con la aparición de la caries.
Este cambio en la alimentación, sumado al aumento del sedentarismo y la densidad poblacional, habría favorecido la propagación de enfermedades infecciosas. “Aunque los huesos parecen estructuras estáticas, en realidad están vivas y se adaptan al entorno. Lo que encontramos nos habla de una población sometida a múltiples tensiones”, señala la investigadora.
Detalles del estudio
Para este estudio, la antropóloga Malaver aplicó un enfoque bio-arqueológico y biocultural, que no se limita a los cambios físicos visibles en los huesos, sino que interpreta estas huellas como respuestas a factores ambientales, sociales y culturales del entorno. “Este tipo de estudios permiten comprender cómo los procesos ambientales, tecnológicos y sociales inciden en la biología humana”, explicó.
Sofía Malaver, antropóloga de la UNAL. Foto:Unal
La investigadora inició el proceso con la limpieza y restauración de los restos óseos, garantizando su adecuada conservación. Luego reconstruyó el perfil bio-antropológico de los individuos, es decir, elaboró una caracterización detallada de aspectos como el sexo, la edad, la estatura aproximada y las condiciones de salud observables en los huesos. Para ello analizó 13 indicadores de estrés óseo, entre los que se incluyen signos de enfermedades degenerativas, lesiones articulares y alteraciones dentales.
Con esta información elaboró comparativos entre periodos mediante gráficas, tablas de frecuencias y el uso del programa estadístico R, un software libre y de código abierto ampliamente utilizado en investigaciones científicas para el análisis de datos que permite hacer desde cálculos estadísticos básicos hasta análisis complejos con gráficos, modelos y simulaciones y es muy valorado en áreas como la bioestadística, la ecología, la economía y, como en este caso, la antropología, porque permite organizar e interpretar grandes volúmenes de información con precisión.
El estudio incluyó el análisis detallado de la bóveda craneal, la columna vertebral y las extremidades superiores e inferiores. Según la investigación, las enfermedades solo dejan rastros en los huesos cuando son persistentes y no letales; si son agudas y provocan una muerte rápida, no alcanzan a manifestarse en el tejido óseo.