SEÑOR DIRECTOR:
Como estudiante me siento muy contento de volver a las aulas presencialmente. Han sido dos años que hemos estado a distancia de nuestros compañeros y de los docentes, a través de un computador, cuando varias de las clases virtuales no ayudaban mucho por la ineficiente conexión del internet, entre otros factores.
Regresemos a las aulas universitarias y a los colegios, pero recordando que debemos hacerlo con toda la responsabilidad y el cuidado, ya que el covid-19 y su variante ómicron no se han ido. Debemos mantener la distancia, aplicar todos los protocolos de bioseguridad, ventilar los espacios cerrados, lavarnos las manos frecuentemente y, lo más importante, usar el tapabocas.
Así mismo, las universidades y los colegios deben exigir obligatoriamente el carné de vacunación.
Reencontrarnos con nuestros compañeros, amigos y demás es bueno, pero hagámoslo con responsabilidad.
Carlos Mauricio Restrepo Carreño
Bogotá de ayer y hoy
SEÑOR DIRECTOR:
La categoría de Bogotá, tiempo atrás exaltada como con la Atenas Suramericana, ha entrado en barrena. Sus vías de ingreso tienen un atraso de más de 80 años, sus calles permanecen destrozadas, la invasión del espacio público es alarmante, cientos de mensajeros con sus bicicletas cometen toda clase de infracciones de tránsito, poniendo en peligro a la ciudadanía, sin que autoridad alguna los sancione. Para colmo de males, circulan unos mototaxis que invaden los carriles de tránsito y suplen el transporte que el Estado ha negado a las personas de los barrios.
Bogotá es una metrópolis sin dinamismo, atascada por la reducción de las pocas vías existentes, sin perspectivas de nuevas que agilicen la movilidad y sin eficientes medios de transporte público, con medio parque automotor guardado a la fuerza, con aparcaderos callejeros que acrecientan el trancón, con políticas viales obsoletas e improvisadas. Todo, cosa de locos.
Antiguamente resultaba placentero pasear por la carrera séptima entre el Capitolio y la calle 26, o por Chapinero entre la 53 y la 68. Decencia por todos lados, limpieza y nada que fastidiara. El abandono oficial y diferentes factores fueron dañando aquellos lugares de ensueño hasta convertirlos en algo feo y peligroso. Nuestra pobre Bogotá hoy no presenta nada que atraiga a propios y extraños.
Héctor-Bruno Fernández Gómez
Cifras que asustan
SEÑOR DIRECTOR:
Es impresionante, asusta y tiene que ser motivo para que todos nos cuidemos la nueva cifra de más de 200 personas muertas cada día por covid-19, como lo reporta su diario. Y los expertos dicen que podemos llegar a 400. Esto ya sería retornar a los confinamientos, a las UCI llenas y, desde luego, a tragedias dolorosas. Solo queda anticiparse: que se cuiden los aforos, porque lo que uno ve es congestión por todo lados; que haya distanciamiento, no quitarnos el tapabocas. Las autoridades tienen que ser estrictas, pues están de por medio las vidas de todos. Y si es necesario, que el carné de vacunación sea obligatorio.
Carmen Rosa Novoa