Hace unos días, en una ceremonia conjunta llevada a cabo por el Concejo de Bogotá y el Congreso de la República, se llevó a cabo un merecidísimo homenaje al escritor e historiador bogotano Enrique Santos Molano. La concejala Ana Teresa Bernal le entregó la Orden Civil al Mérito José Acevedo y Gómez en grado Gran Cruz. La senadora Gloria Flórez le concedió la condecoración Orden Mérito a la Democracia en el grado de Comendador. Quedó claro que Santos Molano, de 82 años, ha narrado a Colombia con amor y espíritu crítico, y ha dedicado su vida a construir una cultura de paz que sirva de defensa –y de aliento– a nuestra democracia.
Tanto la vida como la carrera de Santos Molano se encuentran atadas a las páginas de EL TIEMPO. De su padre, el imborrable Calibán, Enrique Santos Montejo, codirector del periódico durante años, heredó la vocación a investigar a fondo –sin rendirse ni perder el humor– la tras escena de la historia del mundo, empezando por este país. Santos Molano dejó su propia huella, como periodista, en esta sala de redacción. Y, luego de dedicarse del todo a su labor de escritor, columnista e historiador, ha estado escribiendo algunos de los volúmenes más importantes que se han escrito en las últimas décadas.
Baste pensar en los primeros tres libros que vienen a la cabeza, en su exitosísimo relato Memorias fantásticas (1965), en su extraordinaria biografía de José Asunción Silva, El corazón del poeta (1991), y en su novela total Mancha de la tierra (2015), para entender no solo su enorme contribución a la comprensión de este país, sino lo incansable que ha sido su labor. Santos Molano, el hombre que mejor conoce los siglos pasados de este país, lo ha hecho todo: ensayos, artículos, guiones. Y, detrás de todo, ha estado su espíritu noble, combativo e inquebrantable.
EL TIEMPO se suma, con alegría y orgullo, a los reconocimientos que ha recibido en estos días.
EDITORIAL