Termina hoy en Miami la asamblea anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), evento que sirve para conmemorar los 75 años de una entidad fundamental para el periodismo del hemisferio, y de la cual forma parte esta casa editorial, junto con más de mil medios de comunicación de diferentes formatos.
No es un secreto que el oficio ha conocido mejores tiempos que los actuales. Desde el creciente asedio al periodismo independiente en países como Nicaragua y Venezuela hasta el empeño de los extremistas por intentar imponer su propia verdad como la única posible, es evidente que soplan vientos cruzados. Y esto debe preocupar. No solo a quienes ejercemos el oficio, sino a cuantos comparten los valores democráticos.
Este panorama les da todo el sentido a las palabras de la presidenta saliente de la entidad, la directora del diario ‘El País’ de Cali, María Elvira Domínguez, quien fue categórica al decir que la SIP “vale la pena” y que esta entidad permanecerá “combativa por 75 años más”. Cada vez se hace más necesaria la existencia de entidades que agrupen a medios comprometidos con la verdad y con un conjunto de principios éticos que no pueden cambiar, no obstante el torrente de transformaciones de todo tipo que tengan lugar en el entorno.
La SIP ha desempeñado una importantísima labor al prender las alarmas cada vez que se registra una embestida contra el periodismo libre y actuando si las circunstancias lo demandan, tal como ocurrió el pasado mes de junio en Nicaragua. Allí, una misión de esta colectividad, en conjunto con Reporteros Sin Fronteras, logró la liberación de tres periodistas injustamente detenidos por el régimen de Daniel Ortega.
Tiene que quedar muy claro: la SIP no solo vela por que existan garantías suficientes para el periodismo independiente en el hemisferio, sino que por esta vía garantiza la solidez de uno de los pilares de cualquier Estado de derecho: la libertad de expresión y de información. Y esto nos compete directamente a todos.
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