Gran preocupación en La Guajira causó el comunicado de prensa emitido a finales de marzo por la empresa Cerrejón, respecto a la intención de recortar en forma sustancial su producción anual de carbón. El rango definido oscila entre 11 y 16 millones de toneladas.
Según lo dicho por la empresa, “la razón principal de esta reducción se debe a los precios insostenibles del carbón térmico transportado por vía marítima”, los cuales han caído en más de un 25 por ciento en los últimos meses. Atrás quedó el auge en las cotizaciones que se vio a comienzos de esta década, debido a la fortaleza del consumo global.
Aunque el pronunciamiento de la compañía no lo menciona, hay otro factor clave en la determinación: los bloqueos constantes que han afectado el área de la mina, pero sobre todo la vía férrea que lleva el material a Puerto Bolívar, ubicado en el norte de la península. De 66 interrupciones forzadas en 2023, la cifra pasó a 333 el año pasado, a lo cual se suman cinco ataques con explosivos en los últimos meses.
Tampoco son buenos los reportes para el Cesar. Drummond, la firma que explota las áreas de Pribbenow y El Descanso, y es la principal exportadora de carbón del país, indicó igualmente que hará ajustes en sus operaciones, al menos hasta que mejoren las condiciones del mercado internacional.
Tanto por motivo de volumen como de precio, todo apunta a una reducción sustancial del monto de las regalías que reciben los departamentos mencionados y los municipios de la zona. En 2023 los giros por este concepto superaron los seis billones de pesos, constituyéndose en un elemento fundamental de las finanzas regionales y municipales. Aparte de lo anterior, la Nación dejará de percibir importantes sumas por concepto de impuesto de renta.
Nada de lo señalado debería ser motivo de satisfacción por el impacto negativo que tendrá en la economía, el empleo y el bienestar social de áreas en donde las oportunidades son pocas. Pero en lugar de reaccionar, el Gobierno Nacional adopta una actitud pasiva que es a todas luces lamentable.
Está en juego la viabilidad de un sector que gira billones de pesos anuales en regalías para las regiones y paga grandes sumas por impuesto de renta
Porque, en contra de la retórica oficial, es falso que la demanda mundial de carbón esté bajando. Si bien es cierto que el uso del mineral es mucho menor en Europa, este se ha incrementado en Asia, pues tanto China como India siguen construyendo plantas termoeléctricas movidas por el combustible. Debido a ello, nuestra competitividad se ve afectada por los fletes correspondientes a una distancia mayor de los centros de consumo.
En otros tiempos posiblemente se habrían hecho intentos para paliar la crisis. Ahora el segundo renglón de las exportaciones ha sido dejado al garete, para no hablar de las contribuciones extraordinarias que se le han exigido, como pasó con las medidas de emergencia adoptadas para enfrentar la situación del Catatumbo.
Semejante actitud puede salir muy costosa. Afectar el carbón colombiano no le servirá de nada al medioambiente en un planeta que continuará usando el mineral extraído en otras latitudes. Pero a nosotros nos puede salir muy caro ignorar los desafíos logísticos y de seguridad que ahora enfrenta el sector y que merecen una respuesta constructiva y urgente.
EDITORIAL