Se habla mucho de las frases que dan comienzo a un libro. Aprendemos algunas de memoria, y a veces están tan arraigadas en nuestro interior que nos llevan a un tiempo único, y al repetirlas, revivimos olores, sabores, sensaciones. Sin embargo, no se hace mucha referencia a las frases de cierre, las que concluyen una obra literaria y que en ocasiones nos dejan con el alma en vilo. En mi caso, siempre me fijo en ellas, inclusive, antes de empezar, leo la frase final, un ejercicio que puede ser quizás masoquista, sobre todo si se trata de una novela.
Por eso me llamó la atención el título de un libro que leí recientemente, La última frase, de Camila Cañeque, recomendado por Rosa Montero en una de sus columnas de El País. Es un libro cuya contratapa es la portada, con código de barras incluido, algo que sorprende y hasta confunde, pero que ilustra gráficamente el final como concepto. Es un ensayo que, como su título advierte, reúne más de cuatrocientas frases finales de obras escogidas por la autora después de un proceso de investigación; cada una de esas frases va acompañada por sus propias reflexiones filosóficas, en ocasiones poéticas.
Son páginas que no solo hablan de los finales en la literatura, sino también de la naturaleza humana. En ellas la muerte ocupa un papel predominante, con metáforas que nos llevan a ese gran final que es el más inevitable de todos, aunque es también una celebración de la vida. Al leer el libro se siente como si estuviéramos frente a una instalación artística, un performance que nos abre todos los sentidos. Hay citas de cierres sorprendentes, conmovedoras, ambiguas y hasta inquietantes. Frases con finales abiertos, que invitan a imaginar escenarios posibles y dejan una huella profunda en la mente de los lectores.
¿En qué momento un novelista decide concluir la historia? ¿Cuál es el brochazo final de un artista? Pero también, ¿cuál es la última frase que le decimos a un amor que se termina, a un amigo con quien ya no hablamos, a un ser querido que perdemos? ¿Acaso somos conscientes, cuando las pronunciamos, de que pueden ser las últimas veces? Quizás me desvié del contenido del libro, pero a mí me llevó justo a eso: a los últimos momentos compartidos con mis padres y mis hermanos, que ya se han ido de este mundo. La última frase, el último café, la última caminata que hicimos, el último abrazo, ¿cuándo fueron?