Hay revistas académicas para todo.
Han proliferado tras la amenaza del "publicar o perecer" que domina en las carreras universitarias, hace tiempo. Las apariciones de nuevos títulos no llaman la atención, ni entre los mismos académicos.
Mientras me preparaba en estos días para arrancar el año, descubrí una nueva (no tan nueva), bautizada con el nombre del fenómeno político de nuestros tiempos: Populism.
Establecida en la casa editorial Brill, Populism existe desde 2018 bajo la dirección del profesor Lane Crothers. "Buscamos entender y analizar el populismo dondequiera que ocurra, en cualquier contexto en el que aparezca", escribió al presentar al público la nueva revista. Crothers es especialista en movimientos de derecha en Estados Unidos. Lo acompañan en el consejo asesor muchos de los más destacados estudiosos del tema en diversas regiones del mundo.
Que la revista la dirija un experto en populismo norteamericano parece natural. Fue en Estados Unidos donde un movimiento político se llamó a sí mismo "populista" por primera vez, a fines del siglo XIX. Y es hoy una figura estadounidense, Donald J. Trump, quien le ha conferido al populismo unas dimensiones globales extraordinarias.
Su número inaugural (septiembre de 2018) incluyó un artículo que examina la discusión que provocó la elección anterior de Trump sobre las amenazas del fascismo en Estados Unidos. Pero también publicó artículos sobre la Unión Europea y Latinoamérica.
Los populistas de hoy emergen en democracias y, una vez en el poder, las erosionan hasta transformar el régimen hacia el autoritarismo. Tal transformación depende de la fortaleza institucional.
Latinoamérica ocupa un lugar especial en la imaginación académica del populismo, histórica y actual. Ha sido en la región, observan Carlos de la Torre y Enrique Peruzzotti en aquella edición de Populism, donde se han "generado sus expresiones más paradigmáticas: peronismo y chavismo".
En efecto, hace un par de décadas el populismo alcanzó a identificarse como una manifestación casi exclusivamente latinoamericana. En la nueva literatura sobre el tema, según De la Torre y Peruzzotti, la región, con el sur global, a veces se encuentra marginada a una nota de pie de página.
Se trata, sin embargo, de una experiencia sumamente relevante, "central para cualquier comprensión sobre la naturaleza y desafíos que el populismo representa para las democracias de hoy". Como señalan De la Torre y Peruzzotti, buena parte de su significado se encuentra en haber experimentado con "regímenes populistas", lo que contribuye a entender "la lógica del populismo en el gobierno y en sus amenazas para los regímenes democrático-liberales".
Su lógica estuvo presente en el "populismo clásico" de Perón. Si bien debe reconocerse su dimensión "incluyente", el peronismo no fue "institucionalmente democrático": convirtió a los "rivales en enemigos, le cerró espacios a la oposición, concentró el poder en el Ejecutivo, mientras despreció los principios de la separación de poderes y responsabilidad, y consideró al líder como la única voz verdadera y legítima del pueblo y la nación". Sus resultados: "Quiebres militares y profunda inestabilidad política".
La lógica del populismo contemporáneo es bastante similar, con una diferencia importante que De la Torre y Peruzzotti destacan: los populistas de hoy emergen en democracias y, una vez en el poder, las erosionan hasta transformar el régimen hacia el autoritarismo. Tal transformación no es necesaria. Depende de la fortaleza institucional que les rodea.
Trump no logró transformar el régimen la primera vez. Su segundo mandato, que se inicia la semana entrante, es una prueba para la democracia norteamericana que tiene al mundo a la expectativa. Populism es ciertamente una revista para entender mejor un fenómeno que ha comprobado no ser pasajero.