A dos semanas de haberse presentado la reforma tributaria y una vez se han conocido preocupaciones y prevenciones sobre sus efectos, el Gobierno envía mensaje de urgencia para que el Congreso reduzca tiempos y discusiones en su trámite, con el argumento que requiere definir cálculos de ingresos para el próximo año como base para modificar el proyecto de presupuesto que ya debería estar en discusión, pues corresponde a la sincronía que trae con la terminación del Plan Nacional de Desarrollo del anterior mandato, mientras se proyecta, discute y aprueba la hoja de ruta cuya ejecución llegará hasta el 2027.
La responsabilidad del Congreso y de los partidos políticos que no acompañaron al Pacto Histórico es más grande que la del Gobierno en la aprobación de la agenda legislativa, por cuanto éste se limita a llevar las propuestas que hizo en campaña sin medir sus efectos reales, pero es a los congresistas a quienes corresponde oír las voces que alertan sobre los riesgos que traen para el futuro del país decisiones encubiertas en narrativas de favorecer a los pobres, pero que realmente son presionadas por movidas geopolíticas, ideología, activismo romántico y cifras macroeconómicas observadas por organismos multilaterales.
Uno de los graves efectos que puede dejar la reforma tributaria, y en ella la política de disecar la actividad de la industria minero-energética, es dejar al garete el déficit del Fondo de Estabilización de precios de los combustibles –FEPC–, que existe desde 2007 como mecanismo para atenuar la volatilidad de los precios internacionales y mitigar su impacto en la economía interna.
¿Deberán quedarse parqueados los 17 millones de carros y 10 millones de motos que hay en Colombia porque la gasolina, el AM, el gas y la energía eléctrica serán impagables? ¿Cuál será el efecto en los precios de todos los modos de transporte de pasajeros y de carga y de estos sobre la inflación que ha llegado hasta el 10,21 % y que podría elevarse a topes incontrolables que harían invivible la situación si no se define rápidamente cómo se cubrirá el déficit del FEPC, si el subsidio a la gasolina sigue o no operando y si es positivo, ¿cuál será en el futuro la fuente de financiación?
La ola de protestas llegó al país, como estrategia de oposición política, con argumentos distintos al aumento de precios de los combustibles, pues el Fondo ha sido el salvavidas para evitar abruptos incrementos que tendrían aún más alta la inflación y desbaratada la economía porque en últimas las jugosas utilidades de Ecopetrol que se transfieren a la Nación se destinan a cubrir el déficit del Fondo.
El buen momento de Ecopetrol permitió en 2021 irrigar el subsidio por cerca de 13 billones de pesos entre todos los colombianos, y se calcula que al cierre del 2022 serán 26 billones adicionales que serán cubiertos en 2023 gracias a la dinámica de producción y exportación de Ecopetrol.
Sin embargo, ¿qué va a pasar con el precio del petróleo al interior del país cuando se formalice la decisión de no seguir explorando y se apruebe la reforma tributaria con la fórmula que eleva del 65 % al 80 % la carga impositiva? Lo que hará inviable la producción de petróleo y gas llevando a la quiebra a Ecopetrol, expulsando inversión privada, desmantelando a muchas empresas, disminuyendo las regalías que soportan los presupuestos locales, con graves efectos sobre el empleo y el crecimiento económico, que a la larga dejaría sin piso la propuesta de industrialización y nos condenaría a la importación de combustibles, a mayor devaluación del peso, sin con qué subsidiar el consumo interno, con aumento de precios en toda la economía, desempleo, ruina y pobreza
Es un momento de gran responsabilidad para el Congreso de la República, que no debe jugar con candela. Más allá del entusiasmo de hacer parte de las mayorías que permiten a burocracia y a la definición de inversión, se requiere un análisis serio, técnico y profundo sobre los efectos de esta reforma tributaria, porque es la palanca de control de toda la economía y, por tanto, de la estabilidad social y democrática. Si se decide a la carrera, sin el debate suficiente y el estudio de las proyecciones futuras, queda en riesgo la soberanía del país, dejándonos en una posición geopolítica frágil para ser devorados por quienes se disputan la hegemonía mundial.
NANCY PATRICIA GUTIÉRREZ