Importantes publicaciones internacionales crearon en sus últimos números dos visiones totalmente antagónicas sobre el presidente de Colombia, Gustavo Petro.
‘Time’, de EE. UU., escogió a Petro como uno de los 100 personajes más influyentes... del mundo. Cuando yo estaba apenas formándome profesionalmente, ‘Time’ era una revista de obligatoria lectura para intelectuales de todos los oficios. Pero hoy no existe. Se extinguió en medio de la crisis que golpeó a los medios escritos, que algunos lograron capotear pasándose exitosamente a la red; y a la que otros, incluso, lograron sobrevivir sosteniendo sus versiones impresas con gran calidad, como es el caso de la inglesa ‘The Economist’, hoy lectura obligatoria de las clases dirigentes del mundo.
‘Time’ le confió su perfil de Petro al presidente chileno, Gabriel Boric, quien escribió un texto en el que pretende mostrarse más como un aliado que como un analista objetivo. Aceptar avalar a Petro como uno de los clasificados 100 más importantes líderes mundiales es pretencioso e impreciso. Todos los presidentes son influyentes en sus países, pero de ahí a que el nuestro esté partiendo en dos la vida del planeta, hay un gran trecho. Además, las justificaciones de Boric son imprecisas.
Dice que Petro es líder de una coalición política histórica. Si se refiere al Pacto Histórico, que llevó a la izquierda al poder por primera vez, pues hay que ver las divisiones internas y las pugnas que a diario mantienen entre sus afiliados; hasta los ‘verdes’ han comenzado a recuperar su color propio.
Pero si Boric se refiere a la coalición “histórica” que dizque Petro tiene armada con los partidos tradicionales con los que hasta hace poco tiempo se vomitaba, pues no es sino que Boric se dé una pasadita por el país para ver qué está pasando con la reforma de la salud, a punto de hundirse por cuenta de que la ministra Corcho se niega a adoptar sus proposiciones. En represalia, Petro anunció el viernes que solicitaría la renuncia de todos los viceministros que les tiene como cuota. ¿Eso es gobernabilidad, presidente Boric, o mermelada pura? Total, la coalición que tanto le pondera a Petro (cualquiera de las dos) se desmorona. Boric también habla de su proyecto de paz como su “estrella polar”. Y dice que lo ira porque se atreve a hablar de temas complejos como el fracaso de la política antidrogas y la necesidad de reformarla. Líder de importancia mundial sería si Petro, por lo menos, hubiera podido meter en tan importante discusión a países como EE. UU. o a Europa, desde donde vienen mirando con mucha preocupación esta visión aislada de Colombia, donde no solo la erradicación sino la incautación languidecen disimuladamente. Boric también le ira a Petro su credo por la distribución de la riqueza y por el cuidado del medio ambiente, creencias en las que dista mucho de estar solo en el mundo; y dice que toma decisiones difíciles y aprende rápido. Eso está por verse. Sus posiciones son tan radicales y dogmáticas como desde el primer día. Las decisiones que toma no han alcanzado ni para llenar los puestos claves del Estado y su rápido aprendizaje depende, en muchas ocasiones, de si llega a tiempo a las reuniones para atender las grandes crisis o las cumbres más trascendentales con los protagonistas nacionales. Lamentablemente al presidente Boric le va a tocar despertarse del realismo mágico con el que resolvió caracterizar a Petro en ‘Time’.
‘The Economist’, esa revista inglesa sí en plena vigencia e influencia internacional, describe la situación con un realismo menos mágico. Para su agudo corresponsal en Colombia, la paz total, la “estrella polar” de Boric en ‘Time’, es un caos total y se ve más temblorosa que nunca. Dice que ni el Eln ni el ‘clan del Golfo’ forman parte del cese del fuego. Que al Fiscal no le gusta porque teme que indultará a criminales. Asegura que los ataques violentos en Colombia se han incrementado en las últimas semanas, algo absolutamente cierto.
Hoy los estudiantes de la Nacional trancan un día sí y al otro la carrera 30 con sus desórdenes. El paro minero en el Bajo Cauca tuvo al Eln infiltrado detrás. Este mismo grupo guerrillero asesinó a 9 soldados mientras dormían en sus hamacas en el Catatumbo. En revueltas campesinas en el Caguán, mantuvieron a más de 70 policías “retenidos” (bueno, corrección a ‘The Economist’, fueron 78, y que no estuvieron retenidos, sino secuestrados). Y además recuerda la publicación inglesa que hermano e hijo del Presidente han sido acusados de soborno para lograr concesiones en el proceso del cese del fuego (Petro ‘junior’ más bien por tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito).
Concluye ‘The Economist’ que, a estas alturas, “la paz total es más un eslogan que un compromiso alcanzable”. Por eso, si hay que escoger cuál de las dos publicaciones dice la verdad, me quedo con la segunda.
MARÍA ISABEL RUEDA