La Paz Total está fracasando. No solamente no ha tenido resultados, sino que fortaleció a los grupos al margen de la ley. Según cifras del Gobierno, en el último año y medio el Estado Mayor Central (Emc) pasó de 3.545 a más de 4.000 . La segunda Marquetalia, de 1.663 a 1.751. El Eln, de 5.851 a 6.158. Y el Clan del Golfo, de 4.061 a 4.999 personas.
Pero eso no es lo más grave. El Ministerio de Defensa ha informado que el Emc pasó de tener influencia en 117 municipios en 2022, a 172 en 2023. Es decir, que se expandió en un 32 %, llegando a zonas en las que se había logrado la paz, tales como el Huila, el Valle del Cauca y el sur del Tolima. El Caguán le quedó pequeño a esta cesión del territorio en la que se entregó casi media Colombia a los grupos armados.
Concretamente en el Cauca, antes de la Paz Total existían dos estructuras con dominio focalizado: la Jaime Martínez en los municipios de la Cordillera Occidental de Argelia y López de Micay y la Dagoberto Ramos, en la zona montañosa del oriente del departamento. Con la Paz Total se creó el nuevo Bloque Occidental, la Columna Carlos Patiño, el Frente 57 Yair Bermúdez, y la Compañía Adán Izquierdo. Además, llegó la Nueva Marquetalia a las montañas de la Cordillera Central, en donde ya dominan el Cañón de las Hermosas, Planadas y el norte del Huila, pasando a controlar con esta estrategia más de 15 municipios de la zona, en los que hacen retenes a quienes ingresan, realizan toques de queda, etc. La conclusión es clara: con la Paz Total las disidencias en el Cauca duplicaron su zona de influencia.
El fracaso y desinstitucionalización es de tal magnitud, que la única autoridad son las disidencias, que tienen carnetizada a la comunidad; la única vía que se construye, de 14 kilómetros, y que comunica al Cauca con Buenaventura, para salir al Pacífico y tener una autopista para el narcotráfico es construida con trabajos forzados e impuestos a la comunidad, la cual está atemorizada. Y la sustitución de cultivos va viento en popa, pero para los narcotraficantes de los cárteles mexicanos, que han sustituido la siembra de café y plátano por coca.
Sin embargo, después de haber cedido el control territorial de grandes zonas del occidente colombiano por más de año y medio a las disidencias de Iván Mordisco en el Cauca y Jamundí, el 18 de marzo el Gobierno levantó el cese al fuego y empezó la estrategia de militarización, la cual se implementa de forma tardía, dejando como carne de cañón a una población totalmente atemorizada.
Las consecuencias de esta estrategia incoherente ya se empiezan a ver: decenas de muertos de la población civil y el terror en la zona ante los ataques del Emc en Morales, Jamundí, Cajibío, Corinto, Jambaló, Caloto, Toribío e, incluso, Popayán. Ya están a las puertas de Cali, en donde ya se han anunciado ataques con drones.
Al final, el único perjudicado va a ser el sufrido pueblo caucano, que durante décadas ha visto cómo importan más las confrontaciones en el Medio Oriente que lo ocurrido frente a nuestros compatriotas. Según datos del Cric, solo entre enero y noviembre de 2023 hubo 729 indígenas víctimas de la violencia del conflicto armado y 175 reclutamientos de menores, 208 casos de enfrentamientos, retenciones, presencia de vallas y hostigamientos.
Hay que decirlo muy claro, las disidencias tienen un objetivo: Cali. Por eso se están fortaleciendo en todos sus municipios vecinos: Jamundí, Santander de Quilichao, Padilla, Florida y Pradera. Mientras tanto, la crisis humanitaria en el Cauca es total. ¿Por qué para el Gobierno la crisis en Palestina es un tema muy grave y en el Cauca solo es un problema de traquetos?
LUIS FELIPE HENAO