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Entre la derecha triunfalista y la soberbia de Petro
Lo inédito es que la derecha ya no tiene que recurrir a viejas consignas sino a hechos concretos.

CONSULTORA INDEPENDIENTEActualizado:
No me identifico, claramente, ni con la derecha triunfalista ni con la soberbia del Gobierno. Disputar los sentidos de la marcha a partir del número de personas que salieron a las calles solo sirve para efectos propagandísticos, pero no nos permite comprender las inflexiones que se evidenciaron en ella.
Los números solo nos permiten afirmar que la derecha sigue movilizando a mucha gente. Mucha gente salió a las calles, sí, pero ¿por qué salió? Los propagandistas del Gobierno dijeron que las personas que salieron habían sido instrumentalizadas, ya sea porque les pagaron o porque salieron engañadas. Primer error: creer que no hay ninguna razón para salir a marchar contra el Gobierno y que este no ha recurrido a engaños. Son varios los engaños que podría enunciar en esta columna; uno de ellos es decir que el cambio iba a ser con las mujeres o que iba a construir espacios libres de violencia de género. Sin embargo, hemos visto que Petro, con pleno conocimiento de causa, ha puesto en varios cargos a personas que no tienen ninguna perspectiva de género, o, peor aún, que han sido denunciadas por acoso sexual y laboral. Si hasta yo, que soy de izquierda, tendría razones para marchar contra el Gobierno, imaginen la derecha.
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Si hasta yo, que soy de izquierda, tendría razones para marchar contra el Gobierno, imaginen la derecha.
La manera como se ha dado el debate sobre la reforma de la salud también fue una de las razones para salir a las calles. Hay personas que tienen sus reparos frente a la reforma y no son precisamente reaccionarias.
La baja ejecución de los ministerios es otra razón. El caso del Ministerio de Igualdad es uno de los más preocupantes, pues fue una de las grandes promesas de campaña. Además, acaban de renunciar dos de sus viceministras en el más absoluto misterio. ¿En serio hay personas que creen que estos sucesos no tienen un impacto en la percepción sobre el Gobierno? Es evidente que el mensaje que esto transmite es que Petro no estaba preparado o no tiene las capacidades para gobernar.
Lo inédito, entonces, es que la derecha ya no tiene que recurrir a viejas consignas –o no solo a ellas–, como el miedo al “castrochavismo” o a convertirnos en otra Venezuela, sino a hechos concretos. Entender que esa “gente engañada” quizás no lo esté tanto es uno de los primeros pasos para hacer un balance de lo sucedido. Concebir la política como un fenómeno relacional es entender que un Bolsonaro o un Milei no surgen por generación espontánea, sino que son producto también de los límites del progresismo, de su incapacidad de conciliar su discurso con la práctica. Y, en este contexto, lo peor que podría hacer Petro es seguir pensando que todas las personas que lo critican son enemigas, y que las personas que salieron el 21 de abril no tienen agencia o que son simples títeres de las clases dominantes.
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