Acabó en Bakú el sainete número 29 en que se han convertido las COP sobre el cambio climático. Un sainete perverso que descubre la peor versión del cinismo de algunos gobernantes (‘líderes’) del mundo de hoy. Señalaré solo tres hechos de los reseñados en una carta abierta en la que líderes (esos sí) piden que se reformen estas reuniones.
Las COP se han convertido en el espacio preferido de los lobistas que trabajan por aplazar indefinidamente el abandono de los combustibles fósiles. En la COP 28 asistieron 2.456, cuatro veces más que en la COP27, muchos más que los académicos o científicos que acompañan estas citas. Si uno le pregunta a uno cualquiera de ellos si consideran que el mundo debe abandonar los combustibles fósiles para que no se sigan devastando las economías y más seres humanos mueran por la crisis climática, contestarán que sí, que de acuerdo, que hay que avanzar hacia una economía descarbonizada. Pero en el sainete hacen todo lo contrario. He ahí el cinismo, y la perversidad.
Si uno le pregunta a uno cualquiera de los gobernantes (‘líderes’) si ellos consideran que estas reuniones deben estar basadas en la ciencia y por lo tanto deben atender las recomendaciones de los científicos sobre la necesidad de acelerar el abandono de los combustibles fósiles, contestarán que sí, que de acuerdo, que para ellos la ciencia es lo más importante. Mentira. Solo en apariencia hicieron depender las COP del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, entre otros organismos científicos globales, pero en la práctica no cuentan con su propio órgano asesor científico adscrito a la estructura de la COP. Fue la manera que hallaron para decir sí cuando en realidad es no.
Los científicos les resultan incómodos y mientras más lejos estén será mejor. Hay que decir que la COP de biodiversidad sí cuenta con organismo científico asesor propio. Y, por último, han decidido poner a los ratones a cuidar el queso. Hacen estas pomposas conferencias en los países petroleros y dejan que las empresas, los lobistas, Estados Unidos y los árabes financien las reuniones. Pero se trata, ¡cómo no!, de una actividad desinteresada, guiada por los más finos principios de transparencia y bondad. Con razón el buen señor Guterres dijo que esperaba un resultado más ambicioso y llamó a los gobiernos para que vean este acuerdo como una base y construyan sobre ella. Buenismo en estado puro.