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Opinión

El dictador que se cree sus propias mentiras

Al inquilino de Miraflores no le da vergüenza decir que fue elegido por mayoría para continuar su mandato.

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En una de sus alocuciones sobre las elecciones realizadas en Venezuela el 28 de julio, Nicolás Maduro se atrevió a decir que el suyo es un país donde los ciudadanos están protegidos. La pregunta que surge después de escuchar esta afirmación de quien desde hace 11 años detenta el poder es: ¿protegidos cuando están siendo encarcelados por participar en manifestaciones contra el fraude electoral? ¿Protegidos cuando se les persigue por gritar: “¡Libertad, libertad!”? Al inquilino de Miraflores no le da vergüenza decir que fue elegido por mayoría para continuar su mandato, una mentira del tamaño de una catedral. El informe sobre su triunfo, revelado por el presidente del Consejo Nacional Electoral a la medianoche de ese día, solo se lo creen el dictador y sus secuaces.
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Nicolás Maduro se cree sus propias mentiras. A los mandatarios de los países europeos que no reconocieron su triunfo les dice en tono amenazante que son unos sinvergüenzas. Lo dice porque reconocen a Edmundo González como el ganador de las elecciones. ¿Habrase visto semejante desfachatez? El sinvergüenza es él, aunque no se lo crea. Robarse unas elecciones aprovechando que tiene cooptados todos los poderes es un hecho condenable. Según el heredero de Hugo Chávez, no se está robando nada; reclama el triunfo apoyándose en el informe de un organismo estatal que lo declaró ganador. ¿Es creíble un resultado que tardó horas en revelarse, argumentando un hackeo, cuando según las encuestas a boca de urna el 70 por ciento de los venezolanos votaron por el candidato de la oposición?
Causa risa escuchar al sátrapa diciendo mentiras que solo él se las cree. Por ejemplo, repite hasta el cansancio que Venezuela está económicamente bien, que la riqueza ha sido bien manejada, que la inversión extranjera llega para crear empleo. Mentiras. Cerca de ocho millones de venezolanos han abandonado su país buscando un mejor futuro. Lo hacen porque allí los salarios son de hambre, porque no hay oportunidades de trabajo, porque la canasta familiar está por las nubes, porque se les han conculcado sus derechos. Sin embargo, para Maduro la verdad es otra. Por esta razón habla de crecimiento económico, de justicia social y de igualdad de oportunidades. Una gran mentira. En Venezuela viven bien solo los llamados boliburgueses, funcionarios y empresarios vinculados al Gobierno.
El mandatario habla de educación, de salud, de igualdad social, de economía, y tiene el cinismo de decir que son de las mejores en América Latina.
Pasados más de 15 días de las elecciones en Venezuela, el Consejo Nacional Electoral no ha mostrado las actas donde se confirme que el antiguo camionero fue el ganador de los comicios. En cambio, la oposición ha dado a conocer que el triunfo fue de su candidato, poniendo en una página web los resultados. Pero el autócrata sigue insistiendo, sin poderlo comprobar, en que fue el elegido por el pueblo para seguir gobernando. Mentira que solo él se cree. Basta con ver las manifestaciones multitudinarias en apoyo a María Corina Machado y a Edmundo González para darse cuenta de que el pueblo votó contra un régimen corrupto. Sin embargo, el tirano no lo reconoce. Piensa que sacando a la calle a sus esbirros para reprimir las protestas se va a sostener en el poder.
La realidad en Venezuela es que las detenciones arbitrarias de lideres de María Corina Machado se han incrementado. ¿Qué pretende Nicolás Maduro llevando a la cárcel a quienes no apoyan el régimen? Vaya uno a saberlo. Pero se puede pensar que es una estrategia para debilitar a la oposición imponiendo una política del miedo. Los allanamientos sin orden judicial, los ataques de los colectivos chavistas que disparan contra los manifestantes, los secuestros de líderes opositores y la persecución contra quienes no votaron por él son fiel reflejo de los temores que acorralan al autócrata. A este cínico se le hace agua la boca diciendo que anhela una Venezuela en paz. Otra mentira más. Si quisiera la paz para su país, reconocería el triunfo de Edmundo González.
Las falsas afirmaciones que hace Nicolás Maduro sobre la situación en Venezuela permiten decirle que es un mentiroso. Jorge Ramos, periodista de Univisión, lo entrevistó hace cinco años. Le preguntó por los presos políticos. Fue tan cínico que contestó que en su país no los había. Otra mentira que solo él se cree. El mandatario habla de educación, de salud, de igualdad social, de economía, y tiene el cinismo de decir que son de las mejores en América Latina. Maduro no se cansa de mentir. ¿Que no persigue a sus contradictores políticos? Entonces, ¿por qué razón ordena que le abran investigación en el Tribunal Supremo de Justicia a María Corina Machado? Él dice que la justicia es independiente. Otra de las muchas mentiras que él se cree. Como esa de afirmar que no le ordena a la policía actuar contra el pueblo.

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