Democracia sin rumbo

Ninguna región se salva.

La democracia anda mal en todo el mundo: en África, Asia y el Pacífico, las Américas y Europa, aunque algunos países cuentan como excepción. Pero el panorama general es poco alentador: por seis años consecutivos, una mayoría de países experimentó “más retrocesos que avances democráticos”.

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Tal es uno de los principales resultados del ‘Global State of Democracy 2023’, el reciente informe anual del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (Idea), la organización intergubernamental con sede en Estocolmo cuya misión es buscar formas de fortalecer la democracia.

Que la democracia está en “crisis” es un lugar común, como lo atestigua el volumen de libros y artículos de revistas y periódicos sobre la materia. Ha quedado atrás, hace ya rato, el optimismo de comienzos de la década de 1990, tras el derrumbe del Muro de Berlín. Lo cierto es que fue un período breve de ilusiones, seguido muy pronto de tiempos sombríos. Según el informe de Idea, el “patrón de seis años de retroceso” sería el “más largo” desde que comenzaron sus registros, en 1975.

En el mundo académico, sobre todo en las ciencias políticas, democratic backsliding (retroceso democrático) floreció en la última década entre los temas favoritos de investigación. “La más preocupante tendencia política hoy en el mundo,” advierte Michael Ignatieff, el reconocido intelectual y rector emérito de la Universidad Centroeuropea, en su prefacio al informe del Idea.

Algunos, como el profesor de la Universidad de Viena, Fabio Wolkenstein, alertan sobre la necesidad de evitar diagnósticos “alarmistas”. No hay alarmismo en el informe del Idea: Los índices de erosión en algunos países deben contrarrestarse con mejoras en otros, mientras observa señales de esperanza.

Lo que el informe ofrece es un examen del comportamiento democrático mundial, en sus distintas regiones y países, bajo cuatro categorías: “Representación, derechos, imperio de la ley y participación”. Entre los más serios problemas globales, el informe destaca los retrocesos en “representación” e “imperio de la ley”: las debilidades en las elecciones y en los poderes legislativo y judicial, “deterioros institucionales” que golpean “el corazón de las democracias”.

En contraste, las señales esperanzadoras se encuentran en las formas participativas de la sociedad civil. Sus acciones, sin embargo, no están aisladas de las otras áreas donde los retrocesos parecen más serios: la efectiva participación democrática depende de la protección y fortaleza de los derechos, como el de asociación, o la libertad de expresión, desafortunadamente bajo amenazas en muchas partes del mundo.

El informe del Idea insiste en la importancia de las “instituciones de contrapeso”, tanto formales como informales”, a los poderes del Ejecutivo. Y, como observa Ignatieff en su prólogo, subraya la necesidad de apreciar mejor el valor de los órganos oficiales regulatorios que, dentro de los mismos Estados, pueden actuar con independencia del Ejecutivo –una “característica de los estados liberales modernos... garantía de las libertades ciudadanas–”.

“La democracia necesita campeones”, expresó el presidente Biden al lanzar su iniciativa por la democracia en 2021. Sin embargo, las cumbres por la democracia promovidas por Biden (la segunda tuvo lugar en marzo de este año) han tenido poco eco en la opinión pública mundial.

Más que “campeones”, la crisis de la democracia, cuyas señales de erosión están bien identificadas en el Informe del Idea, exige debates imaginativos que permitan abordar con éxito los desafíos de nuestro tiempo. Y para asegurarle a la democracia mejores rumbos.

EDUARDO POSADA CARBÓ