Los analistas críticos del gobierno en curso –guiados por la derecha recalcitrante– han asumido tal condición no porque en términos de gestión el gobierno no haya presentado 'resultados revolucionarios', sino porque en su condición de primer gobernante de izquierda en la historia del país no las haya ejercido con el ímpetu que era previsible.
En la mitad de su período presidencial, Petro no ha creado las condiciones requeridas para favorecer los intereses egocentristas que exige el envidioso apetito de acumulación de tales sectores. Al contrario, Petro llegó y dijo: “Alto ahí”, y se dedicó a actualizar lo atrasado: la deuda pública, la cultura ambiental, a corregir las líneas de pobreza y a agitar con hechos ciertos su bandera de la paz total.
Están juzgando negativamente al mandatario popular del Pacto Histórico, con el juicio envenenado que los huérfanos del poder tienen en sus ocultas (y ahora abiertas) aspiraciones políticas para el siguiente período constitucional, en cuyo ejercicio podrían imponer sus criterios de especulación, acaparamiento, violencia y corrupción, sin cortapisas.
Petro frustró las expectativas de los sectores más retardatarios del país al comprometerse a fondo a trabajar por el mejoramiento de las pensiones; a hacer acuerdos comunitarios, a promover emprendimientos progresistas y productivos a darle camino cierto a la reforma agraria integral, a perfilar una reforma seria e integral de la salud, a la lucha contra la pobreza y a enfrentar la inseguridad. En todo ello ha comprometido –como se esperaba de un líder progresista– altas cifras de las finanzas públicas, sin lo cual el país estaría al borde del abismo.
Nuestro primer mandatario dijo en ese mismo mensaje que había encontrado una situación fiscal desfavorable, razón por la cual el dinero de la reforma tributaria se destinó al déficit del fondo de estabilización de combustibles.
En su mensaje del 7 de agosto, Petro dijo: “Hace años asumí la lucha social que me trajo a la presidencia de Colombia: impulsar un cambio para convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida”, al enfatizar que en los primeros 48 meses de su gestión ha logrado sacar de la pobreza a más de 1'600.000 colombianos, y de la pobreza extrema a 1'150.000 ciudadanos más, certificada por el Dane.
En relación con los resultados de su balance de los dos primeros años de mandato, nuestro primer mandatario dijo en ese mismo mensaje que había encontrado una situación fiscal desfavorable, razón por la cual el dinero de la reforma tributaria se destinó al déficit del fondo de estabilización de combustibles y al pago de una enorme deuda pública heredada del gobierno del ahijado de Álvaro Uribe, Iván Duque.
Por ello, hay amplios sectores de la ciudadanía que consideran bueno el mandato de Petro hasta el momento y perciben cambios de avanzada, orientadores del desarrollo, que nos pueden conducir a superar la situación caótica que hemos padecido en las últimas décadas.
Aunque tal vez haya falta de cohesión en algunos sectores del segundo nivel de su equipo. Es decir, de aquellos funcionarios encargados de articular las políticas y los procesos, para que todo funcione armónicamente y no a saltos desiguales, como los últimos tres gobiernos padecidos.
"Yo creo que este gobierno está escuchando a los jóvenes y se preocupa por la educación. Y eso es un gran avance. Creo que ahora tenemos voz", afirma Milena Rodríguez, estudiante de medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Y la pobreza se ha reducido sustancialmente, de acuerdo con las correctas mediciones del Dane.
Ya para terminar permítanme una nota de alegría: Magnífica la terna para Defensor(@) del Pueblo, integrada en su totalidad por mujeres preparadas y con gran sentido académico de conocimiento de lo público, encabezada por la prestigiosa jurista e impecable investigadora Dora Lucy Arias Giraldo.