El Eln ya no es lo que era. Ha dejado de ser la organización guerrillera en busca de tomar el poder del Estado para convertirse en una organización armada binacional en contra del imperio, y "en una guerrilla binacional en defensa de la revolución bolivariana", como se redefinió su proyecto estratégico en el sexto congreso de junio 2024. Es evidente que, con esta decisión, el Eln refuerza la defensa del régimen de Maduro, pero deja sin piso real la 'paz total'.
La acción armada en el Catatumbo parece responder más a su nuevo propósito estratégico que a la ruptura de los pactos de convivencia política y territorial con el frente 33 de las disidencias de las Farc. La capacidad, contundencia y la forma indiscriminada como está procediendo en sus ataques están demostrando no solo un poder de fuego y una fuerza en armas y combatientes que antes no tenía, sino también potencia para sostener una acción armada por tiempo prolongado. Ya completa 28 días combatiendo, sin que todavía las Fuerzas Militares colombianas logren retomar el control de la zona. Sesenta muertos, 54.000 desplazados y algo más de 32.000 personas confinadas por efecto de las acciones de la guerrilla muestran la magnitud de la operación militar.
El Gobierno de Venezuela sorprendió al colombiano cuando hizo evidente que estaba activando al Eln como uno de sus dispositivos de seguridad fronteriza. No de otra manera se explica que Diosdado Cabello, vestido con uniforme militar, acompañara los ejercicios militares que su país hacía en la frontera, o que Nicolás Maduro anunciara una acción humanitaria conjunta entre los dos países, para luego proponer una zona binacional.
Venezuela necesita reforzar las fronteras de mayor vulnerabilidad a la acción de fuerzas extranjeras y para eso tiene en Colombia al Eln. Pero el control armado del Catatumbo no es suficiente.
En su primera respuesta a la operación militar, el Gobierno colombiano mostró los dientes. Otty Patiño, comisionado de Paz, dijo que "es 'probable' que Maduro tenga responsabilidad en la matanza del Catatumbo". Era una dura respuesta del estilo 'hagámonos pasito'. Pero luego reculó. Pese a semejante afirmación, Petro optó por autorizar la reunión de su ministro de Defensa con su homólogo de Venezuela (por quien se está ofreciendo recompensa) y por justificar la presencia militar de Venezuela en la frontera, argumentando labores humanitarias. Todo a pesar de que ese país sigue permitiendo el paso del Eln por la frontera en una u otra dirección.
Maduro sabe que ya no puede manejar las relaciones con el gobierno Trump como lo hizo con el de Biden. La entrega de los seis estadounidenses presos en Venezuela al enviado especial Richard Grenell, a cambio de nada y como señal de buena voluntad, es apenas un paso que le permite ganar tiempo. Pero con Trump y Musk en frente, las negociaciones son a otro precio. La posición que está logrando Trump del mercado petrolero es tan fuerte que ni siquiera la presión de Chevron le da margen de negociación. La única carta que tiene son los seis presos de ese país que aún tiene en sus cárceles y que le permite un pequeño margen de maniobra.
Venezuela necesita reforzar las fronteras de mayor vulnerabilidad a la acción de fuerzas extranjeras y para eso tiene en Colombia al Eln. Pero el control armado del Catatumbo no es suficiente. Se requiere extender su dominio al Vichada, para asegurar defensa de la revolución bolivariana. Mejor no es posible. Aparte del dinero que le puede asegurar por narcotráfico y minería ilegal, es un componente de las fuerzas bolivarianas con capacidad para defender en Venezuela, y desestabilizar en Colombia. Nadie más interesado en que el régimen de Maduro no se caiga que el Eln.
El régimen de Maduro, al activar su principal dispositivo de seguridad y mantener más de 5.000 militares en la frontera, amarró (de pies y manos) a Petro a su estrategia de supervivencia y lo convirtió en el socio obligado del Eln en su lucha por mantener el régimen de Maduro. Como quien dice, corrió la cerca y controla el Catatumbo sin tener que hacer esfuerzo. Ojo con el Vichada.
* Profesor titular de la Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional