Así perdió Rodolfo Hernández

Gracias a unos talentosos muchachos santandereanos, Rodolfo Hernández rompió los esquemas tradicionales de hacer política, mediante el uso de las redes sociales, donde se le llamó el “Rey del TikTok”. Su caso debe ser motivo de estudio en las universidades. A pesar de haber ejercido el poder regional y de estar imputado por la justicia, emergió en la anterior campaña presidencial, como un auténtico ‘outsider’. Un fenómeno: casi llega a la jefatura del Estado con una votación superior a la que obtuvieron en su momento los distintos expresidentes de Colombia.

Nadie puede asegurar cómo habría sido como mandatario. Lo que sí es cierto es que, como Hernández no era enemigo del sector privado, en su gobierno la inversión no estaría en picada, y las empresas, el empleo y el crecimiento estarían en cosecha. Y, claro está, la lucha de clases no sería pan de todos los días.

Es injusta la versión colectiva de que fue un traidor y le vendió su alma a Petro. No hay una sola prueba que sirva para sustentar esa especie, pero sí muchos episodios que acreditan que era un hombre impredecible, caprichoso, austero e indisciplinado, todo lo cual, sumado, conjura contra el éxito de cualquier campaña.

Auténticamente quería gobernar con la excelencia y exaltando la mujer. El primer mensaje lo mandó con la vicepresidenta. Después de una selección inicial, pensó en María Claudia Lacouture y Sandra Forero, para que lo acompañaran. Pero a ellas se les anticipó la diplomacia vaticana. En reunión con el nuncio apostólico de la época surgió el nombre de Marelen Castillo, una educadora que se desempeñaba como vicerrectora académica de la Universidad Minuto de Dios en Bogotá. Cumplía con sus requisitos: mujer, menor de 50 años y educadora. Como ñapa (vendaje, se dice en Santander), lo acompañaría una líder cercana a la Iglesia.

A las dos semanas de anunciar su nombre, el 16 de marzo de 2022, el Vaticano le organizó un encuentro con el papa Francisco, en Roma, un poderoso mensaje para un país católico. El 18 de marzo se encontró en España con Florentino Pérez, con la ilusión de obtener que el Real Madrid organizara una escuela de fútbol en cada municipio de Colombia. Luego se esfumó. El 25 de marzo la revista ‘Semana’ publicó su artículo ‘¿Dónde está Rodolfo Hernández, el candidato ausente?’. Luego se vino a saber que había hecho una paradita en una clínica española de rejuvenecimiento. Esta excentricidad le costó cinco puntos en la intención de voto, antes de la primera vuelta. Pero, aun así, pasó al balotaje con 8,5 millones de votos.

En plena segunda vuelta, en un momento estratégico, se pegó otra perdidita, con ocasión de una entrevista con Jaime Bayly, en Estados Unidos. Allí se quedó varios días en actividades ajenas a la campaña, revisó el avance de una casa que tenía en construcción en Fort Lauderdale y hasta tuvo tiempo para un paseo licencioso en yate.

Volvió a Colombia apenas una semana antes de la segunda vuelta. No visitó ciudades y gastó tiempo en organizar su gabinete. En algún momento trascendió que le ofreció Hacienda al exgerente del Banco de la República J. Uribe, y Defensa al empresario Eduardo Pacheco. ¡Otras serían las cosas!

En su búnker de Bucaramanga recibió a un grupo de rodolfistas que contrataron a un reconocido asesor gringo para que, en medio de la debacle, condujera la campaña en sus últimos días. El consultor recomendó vehementemente que la última semana fuera muy intensa en mensajes publicitarios, particularmente hacia las mujeres entre los 30 y los 50 años, que podrían darle la victoria. Rodolfo Hernández consideraba que no podía quedar hipotecado con los contratistas del Estado y que era suficiente el uso de las redes sociales. Después de mucho insistirle, autorizó invertir solo $ 150 millones adicionales en publicidad. Al salir de la reunión el gringo presagió: “¡Esto se perdió!”. En ese momento era notorio que la otra campaña nadaba en miles de millones, justo de lo que actualmente se habla.

Taponazo. El país exige una rectificación por la referencia a las muñecas de la mafia.

NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA

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