Somos muchos los colombianos que queremos ayudar al Presidente, pero él no colabora. ¿Nos gustaría que otros gobiernos o personas o entidades apoyaran públicamente a Nicaragua en sus pretensiones contra nuestra soberanía y territorialidad? Eso es lo que está haciendo Petro con otro país amigo, saltándose aparatosamente la tradición colombiana de no inmiscuirse en asuntos de otros países. Apenas se había posesionado el 7 de agosto y parece que tenía prisa de actuar, no como presidente, sino como guerrillero, cuando el 10 de agosto, tres días después, le dio estatus de “país” al Frente Polisario, movimiento separatista que no es reconocido por las grandes democracias del mundo y mucho menos por las Naciones Unidas. Cabe recordar que el Polisario atenta contra la soberanía y la integridad territorial de Marruecos. Sería bueno recordarle al Presidente que ya no es guerrillero, que debe actuar como presidente de una democracia respetuosa de los demás países del mundo.
Agrava la situación hasta límites de verdadero atropello el hecho de que Marruecos sea el único país africano que no nos exige visa y que es el aliado colombiano para sus relaciones con África. Por otro lado, nos interesan mucho las buenas relaciones con este país porque sus reservas de fosfatos son las mayores del mundo, después de las de China, y los fosfatos son elementos claves en los abonos agrícolas. Muchos países del mundo se benefician de los fosfatos marroquíes.
El 19 de octubre del año pasado, el Senado de la República aprobó una bien documentada y enérgica protesta contra el presidente Petro por haberle hecho ese desaire monumental y repudiable a “un gran aliado y amigo”, como lo califica el Senado. De los 108 senadores, 63 firmaron la protesta, incluyendo partidos que apoyan al Presidente: Partido Liberal, Partido Conservador, partido de ‘la U’, Alianza Verde, Cambio Radical, Mira, Colombia Justa Libre, Centro Democrático, Liga de Gobernantes Anticorrupción. Roy Barreras, presidente del Senado, al ver la cantidad de senadores que querían intervenir para censurar la actitud del Presidente, decidió no conceder más la palabra.
Francamente uno siente vergüenza por estas decisiones gubernamentales tan extrañas y se pregunta: si así trata Petro a los amigos, ¿cómo será a los enemigos?
“Los senadores de la República de Colombia, abajo firmantes, manifestamos nuestro profundo rechazo y total desacuerdo con la posición adoptada el 10 de agosto de 2022 por el Ministerio de Relaciones Exteriores”. Así comienza el acta del Senado, y más adelante sigue: “En estos últimos años las relaciones entre Colombia y Marruecos han alcanzado un nivel óptimo y jamás visto... A nivel bilateral el alto nivel de las relaciones entre nuestros dos países se ha traducido en hechos concretos y sumamente beneficiosos para nuestras dos naciones. Se han fortalecido los lazos políticos, económicos, sociales, turísticos, académicos y humanos, gracias a los acuerdos firmados entre Bogotá y Rabat”. Dos cancilleres nuestros han visitado a Marruecos como único destino en África.
“Este país africano –siguen diciendo los senadores– representa para Colombia un socio estratégico y privilegiado en África y en el mundo árabe dado su liderazgo y reconocimiento a nivel regional, continental y mundial”. Leído esto uno se pregunta, con respeto, si Petro estaba en sus cabales cuando le dio el portazo a un país tan importante para Colombia.
Uno de los principios fundamentales de la política colombiana es la no injerencia en los asuntos internos de otros países. Los senadores hablan de sectores estratégicos como la agricultura; las energías renovables, en las que Marruecos está en la avanzada mundial, las vías férreas y el sector portuario. Estos acuerdos se quedaron en curso. Francamente uno siente vergüenza por estas decisiones gubernamentales tan extrañas y se pregunta: si así trata Petro a los amigos, ¿cómo será a los enemigos?
ANDRÉS HURTADO GARCÍA