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Medicamentos y consulta popular

Permitir que el Gobierno se encargue de las compras supone que se imponga el criterio económico.

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SEÑOR DIRECTOR:
En las nuevas preguntas que se formularán en la consulta popular incluyen cuatro relacionadas con la reforma de la salud. Me quiero detener en una de ellas sobre los medicamentos y su eventual aprobación con el sí o el no en la producción de fármacos en el país y la gestión de compras por el Gobierno. A simple vista, no suena mal; sin embargo, ya en Colombia se fabrican medicamentos por muy buenas empresas farmacéuticas nacionales, algunas con presencia en otros países.
Debe quedar claro que en Colombia no se inventan moléculas, hasta donde mi conocimiento permite, nunca se ha inventado ninguna. Otra cosa son los estudios clínicos del desarrollo farmacéutico que se implementan por iniciativa multinacional extranjera.
Permitir que el Gobierno se encargue de las compras supone que se imponga el criterio económico o incluso político sobre el racional técnico-científico, sin contar con la ya consabida mala gestión del sector público en prácticamente todo. Me imagino que la calidad pasaría a un último plano, predominando el precio. De manera que consultar con el “constituyente primario” un tema tan serio, con implicaciones tan importantes, es un verdadero despropósito e irresponsabilidad.
Gonzalo David Prada., MD, McS, PhDMédico Internista neumólogo

Bogotá, ruidosa

SEÑOR DIRECTOR:

Es cierto, “Bogotá es una ciudad ruidosa” (EL TIEMPO 25/05/25) y la Alcaldía está en mora de aplicar rigurosamente la Ley 2450/25. Aquí cualquiera se cree con derecho a contaminar impunemente: la economía informal piensa que a mayor volumen de perifoneo callejero, mayores ventas; motociclistas modifican exhostos; artistas callejeros con sofisticados equipos electrónicos se creen con eterno derecho para hacerse escuchar a decibeles insoportables; las “chivas rumberas” son instrumentos para despertar a la comunidad y aplastar sus derechos; y no son raras las fiestas privadas con parlantes en la calle o con puertas y ventanas abiertas. Tan ruidosa es Bogotá que la Alcaldía ya parece sufrir de daño acústico, pues no oye las quejas ciudadanas al respecto.

Mayo Monroy

Niños como moneda de cambio

SEÑOR DIRECTOR:

Los niños son la moneda de cambio más usada en los países actuales. En el sur de Gaza, cerca de 15.000 infantes, a pesar de las últimas ayudas de la ONU, están a punto de morir de inanición. Las escenas de estar “raspando” las ollas por las últimas migajas de comida son comparables a las hambrunas de Etiopía y Sudán, en el llamado Cuerno Africano, sacudido por las guerras civiles entre facciones rivales. ¿Qué decir de los niños víctimas de la guerra entre Ucrania y Rusia. De los niños blancos que son literalmente deportados, junto a sus papás de Sudáfrica, para buscar refugio en los Estados Unidos? ¿Qué decir en nuestro medio colombiano, en La Guajira, de los cuales los niños continúan padeciendo desnutrición crónica y de los niños emberás, cuyos padres se han instalado en la plaza de Bolívar y parque Nacional de Bogotá, sometidos “al calor” de las lluvias sabaneras en pleno rigor de influenza, además de tos ferina y otros padecimientos gripales, mientras los dirigentes se pasan la pelota de la responsabilidad, los unos a los otros?

Fernando Cortés Quintero

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