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Las guerras que tendrá el 2023 / Análisis de Mauricio Vargas
Además de Ucrania, existen otros conflictos activos o latentes que amenazan a todo el mundo.
Las guerras que tendrá 2023. Análisis de Mauricio Vargas. Foto: Sergei SUPINSKY/AFP
Media docena de guerras, con cientos de miles de soldados comprometidos y millones de civiles afectados, pasarán de largo y sin tregua este Año Nuevo. Eso sumando a que hay otra media docena de conflictos latentes.
Aunque los medios se concentran en la sangrienta invasión rusa a Ucrania, los roces entre las dos Coreas y, en menor medida, las tensiones en el mar de China, se suman a que grandes regiones de Europa, Asia y África registran conflictos armados en pleno desarrollo o focos de disputa a punto de estallar, y nada parece indicar que la paz es la que ganará terreno el año que viene.
Salvo el continente americano, que en décadas pasadas soportó violentos conflictos internos en países como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Colombia y Perú; en buena parte del resto del planeta cientos de miles de uniformados y de civiles murieron este año en intensas confrontaciones armadas protagonizadas por ejércitos formales y grupos irregulares.
Un repaso a estos escenarios permite apreciar la amplitud ganada por el campo de la guerra en el planeta, así como poner en blanco sobre negro las posibilidades, más bien limitadas, de avanzar hacia la estabilidad en algunos de estos epicentros de contienda en 2023.
El 24 de febrero, cuando Vladimir Putin ordenó la invasión a Ucrania, comprometió a unos 170.000 soldados, a los que deben sumarse varias decenas de miles que han comenzado a entrar en combate, de los cerca de 300.000 que el Kremlin mandó reclutar en octubre.
Sin embargo, este enrolamiento no va a aumentar de modo significativo el tamaño del ejército invasor, pues casi todo va dirigido a remplazar las bajas, los heridos y desertores.
Rusia reconoce poco más de 5.000 soldados fallecidos, pero el Gobierno de Ucrania sostiene que han sido más de 120.000, mientras fuentes de inteligencia de Estados Unidos y Europa tasan la cifra mucho más cerca de los cálculos de Kiev que de las cifras de Moscú.
O acepta nuestras propuestas de paz o el Ejército ruso se encargará del asunto
El general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, dijo que, hasta inicios de noviembre, unos 100.000 soldados rusos murieron en los frentes de combate abiertos en Ucrania, una cifra que impacta si se compara con los 60.000 soldados de EE. UU. caídos en Vietnam en 15 años de guerra.
En cuanto a las muertes de soldados ucranianos, pueden estar en una cifra similar, o incluso un poco más alta de los 100.000, lo que equivale a una quinta parte de las fuerzas que el gobierno de Volodimir Zelenski ha comprometido en la guerra.
Entre soldados activos (210.000), fuerzas armadas no regulares (102.000), reservistas movilizados (100.000 de un total de 900.000 en reserva) y voluntarios civiles (100.000).
En los primeros meses del año, los combates seguirán concentrados en el este y el sur de Ucrania.
Hay cinco frentes de guerra, desde Járkov, en el noreste, hasta Jersón y las orillas del río Dniéper, al sur, con tres focos de combate más en la provincia del Dónest.
A estos hay que sumar los intensos bombardeos con misiles y drones rusos sobre las ciudades ucranianas, incluida la capital Kiev, y los ataques similares, aunque más esporádicos, de las fuerzas de Zelenski sobre el territorio ocupado por los rusos, así como sobre bases militares y puntos estratégicos cerca de la frontera.
Soldados llevan el ataúd de miembro del ejército ucraniano. Foto:Sergei SUPINSKY / AFP
El invierno ha paralizado muchas operaciones y dificultado, muy en especial, dos esfuerzos de avance de Ucrania (en los intentos de pasar el río Dniéper, y al este y sur de Járkov) y uno de Rusia (en Bakhmut). Además, hay un intenso toma y daca que se salda hasta ahora como un empate, en la zona de Vuhledar, cerca de Zaporiyia.
A inicios de semana, Putin declaró a la televisión estatal rusa que está “preparado para negociar algunos desenlaces aceptables” para el conflicto. “No somos nosotros quienes nos estamos negando a negociar, son ellos”, agregó.
Pero este martes, su ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, endureció el lenguaje al amenazar a Ucrania: “O acepta nuestras propuestas de paz de forma amistosa o el Ejército ruso se encargará del asunto”.
El escepticismo reina en la comunidad internacional. La pregunta no es cuándo habrá paz, sino, tristemente, cuándo se duplicará el saldo de víctimas mortales que ya va por el cuarto de millón, entre soldados y civiles.
Otros conflictos más allá de la guerra Ucrania Foto:EFE/Adaptación infografía ETCE
Las guerras olvidadas
Yemen
Desde 2014, cuando un golpe de Estado intentó desplazar del poder al general Abdrabbuh al-Hadi, la guerra en Yemen escaló y dividió el territorio entre los beligerantes.
De un lado están los rebeldes hutíes, autores del golpe que hoy controlan el tercio suroeste del país, y cuentan con apoyo de Irán, Corea del Norte y Siria, y de la guerrilla libanesa de Hezbolá.
Del otro lado, con un control de más de la mitad del país al centro y al noreste, están las fuerzas leales al presidente Al-Hadi, incluido el ejército yemení y un nutrido apoyo militar de Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Baréin, Kuwait, Catar y otros países de la Liga Árabe, así como algunos de la Unión Europea.
Como si fuera poco, Al-Qaeda y el Estado Islámico hacen presencia sanguinaria en el centro del país.
El saldo es devastador: medio millón de combatientes y civiles muertos en la guerra, y un cuarto de millón de civiles más fallecidos por falta de agua y de comida y por enfermedades, como consecuencia colateral del conflicto que, aunque de menor intensidad, hoy no concluye.
Siria
Otra guerra olvidada es la de Siria, que en marzo cumplirá 12 años, iniciada tras un levantamiento armado del llamado Ejército Libre de Siria, apoyado por fuerzas de oposición y por el Gobierno de Turquía.
Tras una ofensiva de intensos bombardeos, ataques con drones, armas químicas y una sanguinaria represión en el terreno, las fuerzas del dictador Bashar al Asad han conseguido el control de la mayoría del territorio, gracias al apoyo de Rusia, Irán, Hezbolá y grupos palestinos y de nacionalistas árabes.
Guerrilleros del Estado Islámico y otras fuerzas irregulares también hacen presencia. Entre 2014 y 2019, sus campamentos fueron duramente bombardeados por aviones de una coalición internacional liderada por Estados Unidos, que al principio brindó apoyo en equipo militar a los rebeldes, pero que luego lo suspendió al ver que parte de ese equipo terminaba en manos de los terroristas.
El saldo es descorazonador: más de 600.000 muertos, entre combatientes y civiles, incluidos unos 20.000 niños. Y las organizaciones humanitarias calculan entre 5 y 8 millones de desplazados.
Eso advirtiendo que, aunque la guerra se concentra en un reducido bastión del norte defendido por los rebeldes, la tragedia humanitaria continúa.
Otras regiones olvidadas
Etiopía, Somalia, la Franja de Gaza y la región del Sahel, en el centro de África, son escenarios de otros conflictos con un cubrimiento noticioso más bien escaso, pero con grandes dosis de muertos, terror, hambrunas y desplazamientos.
Son confrontaciones violentas que llevan años, incluso décadas, y en las que no se asoma que el final sea por victoria de alguno de los bandos o por negociaciones de paz, a excepción quizás de Etiopía, donde hace pocas semanas fue firmado un alto el fuego.
Al borde del abismo
Reacción de Corea del Sur a drones norcoreanos. Foto:EFE / JEON HEON-KYUN
Este panorama puede oscurecerse aún más por cuenta de media docena de conflictos territoriales en Asia y Europa, que podrían estallar en cualquier momento a lo largo de 2023.
La situación más delicada se vive entre Armenia y Azerbaiyán, en el Cáucaso Menor, donde una disputa por la región de Nagorno Karabaj ha tenido ya varios estallidos desde 2020, el más grave en septiembre, con unos 200 soldados muertos.
Si no es posible por métodos pacíficos, se usarán otros
Otro conflicto cuyos riesgos crecen a diario es entre Corea del Sur y Corea del Norte, países que protagonizaron una terrible guerra en los años 50 que dividió la península coreana en dos países: el del norte, una dictadura terrorífica y hereditaria de la familia Kim, dinastía que ha ocupado sucesivamente la presidencia del país con Kim Il-sung, su hijo Kim Jong-il y el hijo de este, Kim Jong-un.
El Gobierno comunista de Corea del Norte busca convertir a su país en potencia nuclear y hace periódicas pruebas con misiles de corto y mediano alcance. En octubre, aviones norcoreanos volaron muy cerca de la frontera con Corea del Sur, y esta semana drones militares del Norte invadieron espacio aéreo del Sur.
No lejos de allí se encuentra el foco de conflicto que más asusta al mundo. Desde la llegada de Xi Jinping al poder en China, Pekín ha intensificado sus reclamos por hacerse con la única región de la China milenaria que hoy es independiente del régimen comunista: la isla de Taiwán, convertida hoy en una sólida democracia.
En una declaración reciente, Xi habló de la reunificación de China y agregó que “si no es posible por métodos pacíficos, se usarán otros”.
Durante 2022, hubo frecuentes ejercicios militares de China, tanto navales como de aviación, en el estrecho de Taiwán, la franja de mar que separa a la isla de la República Popular China.
Habitantes y gobierno de Taiwán llevan meses en alerta. El Pentágono en Washington llegó a creer que la invasión ocurriría en 2022. Según el secretario de Estado, Antony Blinken, parece haber “una decisión fundamental de que China ya no acepta más el statu quo y que están determinados a la reunificación en un tiempo más rápido”.
La invasión rusa de Ucrania aumentó los temores de un asalto de las tropas de Pekín a Taiwán, aunque en realidad, con lo mal que le ha ido a Putin en esta aventura, varios analistas consideran que de seguro el gobierno de Xi se dará un espacio para reflexionar mucho antes de dar ese paso.
Sea como sea, la inteligencia estadounidense está convencida de que la invasión ocurrirá antes de 2027. Ojalá no empiece en 2023.