En circunstancias normales, esta semana debería estar en Nueva York para asistir a la apertura anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Agnu). Es la cita diplomática más importante del año. Sin embargo, este año no tiene nada de normal y la semana de la Agnu será en formato virtual.
Es una lástima. Este año las Naciones Unidas cumplen 75 años, y hubiera sido preferible celebrarlo de mejor manera. Además, la situación del mundo es tal que el sistema multilateral, articulado en torno a las Naciones Unidas, está siendo cuestionado como nunca antes, y precisamente cuando más lo necesitamos.
De hecho, nunca la oferta de soluciones multilaterales había sido tan escasa ni la demanda tan elevada. Todos los días podemos ver cómo el nacionalismo y las rivalidades estratégicas, especialmente entre Estados Unidos y China, paralizan el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el sistema internacional en su conjunto. Ya sea en el ámbito del cambio climático o del control de armamento, o bien en el de la seguridad marítima o los derechos humanos, y en muchos más, se ha reducido la cooperación mundial, se han abandonado acuerdos internacionales y se ha minado el Derecho Internacional, o este se ha aplicado de manera selectiva.
Para los europeos, esto es muy inquietante. Pero la crisis del multilateralismo que estamos viviendo no es solo un problema para los europeos: están en peligro la seguridad y los derechos de todos. Conceptos tales como el ‘sistema multilateral’ o ‘un orden internacional basado en normas’ parecen superfluos y no enganchan tanto como ‘America first’ o ‘Take back control’. Sin embargo, representan algo fundamental, concreto y muy real: la elección entre la paz o la guerra, entre unas sociedades libres o cerradas, y entre una economía basada en el desarrollo sostenible o una que contribuya a aumentar las desigualdades y el cambio climático.
Con la crisis del multilateralismo que estamos viviendo están en peligro la seguridad y los derechos de todos
Un debate esencial
Un mundo regido por normas establecidas de común acuerdo es la base de nuestra seguridad, nuestra prosperidad y nuestras libertades. Un orden internacional basado en normas contribuye a que los Estados sean más seguros, a preservar la libertad de los ciudadanos, a favorecer la inversión y a proteger el medioambiente. La alternativa –‘la ley del más fuerte’– se ha intentado aplicar durante gran parte de la historia de la humanidad, y el pésimo balance es el mejor argumento para apostar por un sistema multilateral. Por desgracia hay quienes están intentando recurrir cada vez a esta alternativa, con los resultados que todos podemos constatar.
No es ese el planteamiento de la UE. Nosotros seguiremos creyendo y apoyando a las Naciones Unidas en todos los planos.
Mientras otros trataban de acabar con la Organización Mundial de la Salud en pleno pico de la pandemia, fue la UE la que lideró las negociaciones que llevaron a un acuerdo para lanzar una investigación independiente sobre el origen del coronavirus. Además, somos el mayor donante del Mecanismo de Mundial a las Vacunas contra el covid-19 (Covax), creado para garantizar que el mundo obtenga una vacuna fiable lo antes posible y que esta sea considerada un bien público mundial.
La UE financia un cuarto del presupuesto de Naciones Unidas. Se dice con frecuencia que Europa no actúa a la altura de sus posibilidades geopolíticas, pero, en términos de compromiso multilateral, contribuye con una financiación muy por encima de su nivel.
En nuestras operaciones de gestión de crisis trabajamos codo a codo con la ONU en la estabilización y reconstrucción de numerosas zonas en conflicto, desde el Sahel hasta el Cuerno de África, desde los Balcanes hasta Oriente Próximo. En las zonas de guerra más duras y en las peores crisis humanitarias están la Unión Europea y las Naciones Unidas trabajando juntas.
El multilateralismo de hoy debe ser diferente del multilateralismo del siglo XX: el poder ha cambiado, y los retos ya no son los mismos
Los europeos hemos presionado mucho para que se lograra un acuerdo internacional sobre el clima y hacemos todo lo que está a nuestro alcance para mantenerlo vigente. Estamos muy comprometidos a la hora de proteger la biodiversidad, el al agua potable y a otros recursos naturales.
Para nosotros, estas contribuciones constituyen inversiones en la seguridad y prosperidad del mundo. A pesar de que el viento sople en contra, la UE mantendrá su rumbo, procurando encontrar soluciones comunes. Es una tarea compleja y exigente, pero siempre estamos dispuestos a debatir sobre cómo conseguir que el sistema sea más eficaz, más legítimo y más adecuado, tanto con socios afines como con aquellos con los que disentimos. El multilateralismo de hoy debe ser diferente del multilateralismo del siglo XX: el poder ha cambiado, y los retos ya no son los mismos.
Muchos de los aspectos que moldearán nuestro futuro –análisis de datos del ciberespacio, inteligencia artificial, ingeniería genética, vehículos autónomos y otros muchos– se están desarrollando en un vacío normativo. Debemos rellenar ese espacio con reglas y normas acordadas, y velar por que estas se apliquen, también en los que los principales protagonistas no son los gobiernos.
Lo esencial es que la reforma del sistema multilateral se lleve a cabo mediante la concepción, no la destrucción. Debemos revitalizar el sistema, no abandonarlo. Un mundo sin las Naciones Unidas nos pondría a todos en peligro.
JOSEP BORRELL*
© Project Syndicate
Bruselas
* Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea.