La microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal, es un conjunto de microorganismos que viven en nuestro sistema digestivo y que desempeñan un papel vital en el bienestar general.
Aunque invisibles al ojo humano, estos ‘animalitos’, como los llama la doctora Juliana Suárez, médica gastroenteróloga y quien fue miembro activo de la Sociedad Colombiana de Gastroenterología y de la Sociedad Colombiana de Endoscopia Digestiva, tienen una influencia decisiva en múltiples funciones del cuerpo.
“El 90% de los microorganismos que habitan en nosotros se encuentra en el intestino y, si no están en equilibrio, lo vamos a notar”, explica la doctora Suárez.
Cuando esta armonía se rompe, los síntomas no solo se presentan a nivel digestivo con hinchazón, acidez, gases, diarrea o estreñimiento, por ejemplo. También se pueden producir desde enfermedades de la piel, como acné o dermatitis, hasta trastornos como la ansiedad, la depresión, el Alzheimer o diversas enfermedades autoinmunes.
Según la especialista, mantener una microbiota sana comienza desde el nacimiento y se prolonga durante toda nuestra vida. “El tipo de parto, la lactancia, la alimentación rica en fibra, los niveles de estrés y el uso de antibióticos son factores determinantes. Una dieta con variedad de frutas, verduras, nueces, semillas y granos enteros es fundamental para alimentarla adecuadamente”, manifiesta.
Sin embargo, existe un punto clave que muchos pasan por alto: no es lo mismo un suplemento dietario que un medicamento probiótico. En Colombia, el Invima regula ambos de manera distinta.
“Un medicamento probiótico tiene una actividad terapéutica comprobada y estudios clínicos fase 3 que demuestran eficacia y seguridad en pacientes”, explica la doctora. “Un suplemento dietario no tiene función terapéutica y su objetivo es complementar la dieta con nutrientes u otros componentes con efectos nutricionales o fisiológicos”, aclara.
Incluso, no todos los probióticos son iguales. De hecho, esa es una de las principales advertencias de los expertos. Aunque en el mercado se ofrecen muchas presentaciones (en cápsulas, sobres, bebidas o suplementos) lo más importante es fijarse en su respaldo científico.
“La cantidad de microorganismos o la presencia de múltiples cepas no necesariamente implican un producto superior. Lo esencial es la evidencia clínica que respalde su seguridad y eficacia”, aclara la doctora Juliana Suárez.
Esa diferencia puede parecer técnica, pero es crucial a la hora de elegir. El mejor ejemplo es el Bacillus clausii, una cepa muy conocida en el mundo de los probióticos.
“El Bacillus clausii consiste en una serie de esporas inteligentes que sobreviven al ácido del estómago y llegan vivas al intestino, en donde realmente hacen su trabajo. Debido a eso, no puede ser incluido en suplementos en Colombia, justamente porque tiene una actividad terapéutica demostrada”, señala la experta.
Esa es la razón por la cual Enterogermina, que contiene esta cepa, es un producto registrado ante el Invima como medicamento (2b y 4b) o biológico (6b), y no como simple suplemento.
Enterogermina cuenta con más de 65 años de respaldo clínico y ha sido objeto de estudios en fase 3, los más rigurosos en medicina.
Un ecosistema dentro del cuerpo
Entonces, ¿qué es necesario tener en cuenta al momento de elegir un probiótico? La recomendación es clara: buscar productos con evidencia científica, regulación sanitaria y cepas específicas con beneficios comprobados.
“Que tenga cepas identificadas y con beneficios comprobados. Que esté registrado ante el Invima como medicamento o biológico (y no solo como suplemento)”, enfatiza la doctora Suárez.
Además, es importante consumir los probióticos en el momento adecuado. No se trata de tomarlos a diario sin razón. Se recomienda hacerlo en situaciones de vulnerabilidad del intestino, como durante el uso de antibióticos, después de una infección intestinal, en cambios de rutina alimentaria o, incluso, durante épocas de estrés prolongado.
Al final, los probióticos pueden ser aliados valiosos para la salud intestinal, pero su uso debe ser informado y responsable. Conocer cómo actúan, cuándo tomarlos y qué producto elegir marca la diferencia entre una moda más y una herramienta real para sentirse mejor desde adentro.
La salud intestinal debe ser una prioridad
Cuando la microbiota intestinal se ve afectada, una de las estrategias más efectivas para restaurar su equilibrio es el uso de probióticos de calidad. Productos como Enterogermina, con su cepa Bacillus clausii, no solo fortalecen la barrera intestinal y el sistema inmune, sino que también estimulan la producción de sustancias antiinflamatorias.
En otras palabras, “se convierten en una ayuda externa para recuperar un ecosistema que ha perdido su equilibrio. Imaginemos la microbiota debilitada como si el Amazonas necesitara ser reforestado después de un incendio”, ejemplifica la gastroenteróloga.
Enterogermina es de venta libre y puede ser utilizada por niños desde los tres meses de edad. Viene en dos presentaciones: una de 2.000 millones de esporas que se toma dos veces al día y otra de 4.000 millones, que se istra una sola vez al día, siendo ideal para adultos o niños más grandes.
“No tiene sabor, lo que lo hace muy fácil de tomar o mezclar con alimentos”, comenta la doctora Suárez.
La duración del tratamiento puede oscilar entre 5 y 14 días, aunque en casos más complejos podría extenderse, siempre bajo orientación especializada.
“Enterogermina no reemplaza una consulta médica, aunque sí es una opción confiable y segura para ayudar a recuperar la microbiota intestinal mientras se accede a un diagnóstico profesional”, concluye la doctora Juliana Suárez.
Aunque los probióticos están de moda, eso no significa que sean una solución mágica. Tampoco son para todos ni para todo tipo de molestia estomacal o intestinal. Pero cuando son bien formulados, con respaldo científico y se usan en el momento adecuado, pueden ser aliados reales para nuestro bienestar.
La clave está en informarse y entender que estos microorganismos, por pequeños que sean, pueden tener un gran impacto en nuestra salud si se usan con criterio.