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La historia de Hernando Murcia, el piloto que murió en accidente aéreo en Caquetá
El hombre tenía 30 años de experiencia. Su esposa da detalles de su vida.
Antes de cada viaje, Hernando Murcia Morales llamaba a su esposa, Olga Vizcaíno, para avisarle cuál era la ruta de vuelo y a qué hora estaba programado el despegue. No usaba amuletos, pero esa práctica era lo que le daba la confianza para arrancar. Era una de esas cosas que hacía y le daba tranquilidad para comenzar un nuevo vuelo. Era algo infaltable.
Y así lo hizo la noche del domingo 30 de abril. El reloj marcaba un poco más de las 8. Se estaba quedando cerca del aeropuerto de Araracuara, en Solano, Caquetá. Antes de dormir, llamó a su compañera de vida, con la que tuvo dos hijas y a la que conoció hace 22 años. “Mañana salgo desde acá. Me quedé en una comunidad. Mañana nos hablamos”, le dijo. Ella, sin saber que era la última llamada, le dijo que descansara y tuviera cuidado. Él le dijo que le preocupaba que el clima estaba irregular, pero no le entregó más detalles.
Ella le dijo que lo amaba. Y él le mencionó algo que jamás omitía cada vez que conversaban por teléfono: “Deles un pico (sic) y un abrazo a mis hijas”. Ella le respondió que lo hacía en un momento. Pero él insistió: “Ya déselos, por favor. No voy a colgar hasta que lo haga”. Entonces, Olga fue hasta donde sus hijas, una de 19 años y otra de 12, y las abrazó. “Él escuchó el pico a sus hijitas porque las amaba mucho”, relata la mujer en diálogo con EL TIEMPO. Segundos después, terminó la llamada.
Hernando, de 55 años, debía estar a las 6 de la mañana en el aeropuerto para revisar el itinerario del vuelo hacia San José del Guaviare y los detalles del avión tipo Cessna 206, de matrícula HK 2803. Era algo que acostumbraba hacer. Así lo hizo en su anterior viaje, cuando fue hacia Mitú, en Vaupés, y donde duró 15 días. En las ocasiones en las que no lo hacía, un compañero suyo se encargaba de revisar que todo estuviera en orden.
Era lunes 1 de mayo. Hernando no se ó con Olga, como se lo habían prometido la noche anterior. “Quizás nos ocupamos. Quizás fue el destino o no sé qué pasó, pero esa mañana no nos despedimos”, cuenta la mujer, de 47 años. El hombre despegó con otras seis personas: Herman Mendoza, el copiloto, y Magdalena Mucutuy Valencia y sus cuatro hijos, Lesly Ronoque Mucutuy, de 13 años; Soleiny, de 9 años; Tien Noriel, de 4 años, y Cristín Neriman, de 11 meses, una familia de la etnia uitoto que pertenece a la comunidad Puerto Sábalo.
Minutos después del despegue, a las 7:34 de la mañana, el vuelo se declaró en emergencia. La última ubicación conocida fue a 175 kilómetros al sur de San José del Guaviare, sobre el río Apaporis, según informó la Aeronáutica Civil. Desde ese momento, todo se volvió incertidumbre.
La avioneta llevaba desaparecida 16 días. Foto:Suministrada
Un hombre de familia: 'Amaba mucho a sus hijas'
Hernando y Olga se conocieron hace un poco más de dos décadas tras un flechazo a primera vista. Hernando había sido uno de los creadores de la fundación Hogar Misericordioso, en Villavicencio, que ayudaba a niños con problemas cognitivos, a través de asistencia en terapias, psicología y acompañamiento familiar. “Un día fui a ese lugar y nos conocimos por una amistad que tenía. Cuando lo vi, sentí que estábamos conectados”, relata la mujer.
Desde ese momento, sus vidas se juntaron. El ‘Capi’, como le decían sus seres queridos, construyó su hogar con su esposa y sus hijas, a quienes llamaba ‘princesas’. Era alguien que buscaba aprovechar cada tiempo en el que no volaba para pasar tiempo con ellas. “Solo decía que las niñas debían salir adelante y les insistía en el estudio y en aprender inglés”, detalla Olga. Quería que fueran grandes y fuertes, dos palabras que siempre repetía cuando le preguntaban por ellas.
Hernando Murcia, piloto fallecido en accidente aéreo en Caquetá Foto:Archivo particular
Era un hombre devoto a Dios y chistoso. “Pero de chistes flojos” -recuerda con nostalgia su esposa- “Era alguien que le tomaba sentido a la vida, muy alegre y contento, y que nos enseñó a sobrellevar las cosas”.
Los días en los que no estaba viajando, se despertaba temprano y preparaba el desayuno y llevaba a las niñas al colegio. Después hacía vueltas de la casa o se iba para la empresa a buscar qué hacer. “Fue muy responsable y cumplía con su deber”, señala su esposa.
Solían celebrar y comer afuera cada vez que llegaba de un viaje. “Él llegaba y nos contaba lo que le pasaba. Y cada vez que lo hacía, salíamos para festejar que gracias a Dios fue y volvió bien. Eso le emocionaba”, dice Olga. Con el tiempo, la fundación dejó de operar. Él repetía una frase: “Creé la fundación y con ella pude crear mi hogar”.
El día que aterrizó sobre una carretera en Guainía
El ‘Capi’ Murcia era un hombre que tenía más de 30 años de experiencia volando aviones pequeños y recorriendo zonas del suroriente del país. Entre las decenas de viajes que realizó, hubo uno que lo marcó por una emergencia aérea.
Era 2017. Estaba encargado de un avión monomotor. Luego del despegue, el aparato registró fallas y, después de varios intentos, el motor se apagó. En medio del caos y la adrenalina, vio a lo lejos una carretera semiconstruida en inmediaciones de San Felipe, en Guainía. Entonces, decidió planear el avión hasta allá. Fueron segundos de intensidad y desesperación. Pero lo logró. Todos los ocupantes resultaron ilesos. “Los salvó a todos”, cuenta Olga.
Hernando Murcia, piloto fallecido en accidente aéreo en Caquetá Foto:Archivo particular
Y es que a Hernando lo contrataban para realizar vuelos a poblaciones donde las pistas de aterrizaje eran complejas porque él sabía cómo hacerlo. En 2021, fue capitán de un avión de ambulancia y también formó parte del personal de la aerolínea Aero Expreso del Pacífico, con sede en Pereira.
“Él se daba cuenta de todo y sabía cuándo volar y cuándo no. Revisaba el clima y miraba al horizonte para decidir si volaba. Si no, decía que había que esperar a que pasara la lluvia”, detalla su esposa. La última empresa con la que trabajó fue Avianline Charter’s, que opera desde Villavicencio.
La noticia que devastó a su familia
Durante la mañana del 1.° de mayo, festivo, Olga estaba en su casa, con sus hijas. Era un día tranquilo y se sentía en calma porque la noche anterior había hablado con su esposo. Sin embargo, antes del mediodía recibió una llamada. “Era el dueño de la empresa donde Hernando trabajaba” —narra—. “Me sentí asustada. Son de esas conversaciones que uno no espera jamás en la vida”.
Sus piernas comenzaron a temblar. Era algo instintivo. “Me dijo que habían perdido comunicación con la avioneta y que se había caído”, recuerda. “En ese momento me sentí muy mal, confundida, no sabía qué hacer”, dice.
Solo pensé en guardar la fe y la esperanza, y que tuviera rasguños y no estuviera malherido.
La conversación fue directa. La pregunta entonces se volcó a si había sobrevivido al accidente. “Solo pensé en guardar la fe y la esperanza, y que tuviera rasguños y no estuviera malherido”, relata Olga. Y entonces tomó una decisión: dejar de ver noticieros y escuchar emisoras en su casa. “No quería que mis hijas conocieran la noticia ni especulaciones sin saber realmente lo que pasó”, explica.
Continúa búsqueda de 4 niños que iban en avioneta | El Tiempo Foto:
La mujer les informó de la situación a los otros cinco hermanos de Hernando (él era el mayor). Así transcurrieron 15 días hasta que de la Fuerza Pública informaron del hallazgo del avión siniestrado en la vereda de Palma Rosa, en zona rural de Solano. La primera información fue el hallazgo de un cuerpo en la zona. Tiempo después se conoció que hallaron los cuerpos de los otros adultos.
La noticia se difundió en medios nacionales. Y sus hijas se enteraron de lo sucedido. Ellas llegaron a la casa en Villavicencio preocupadas. Vieron a su mamá y lloraron, se acurrucaron. Olga abrazó a la hija mayor; y una tía materna, a la otra niña.
“Él era el sustento y cabeza del hogar. Ahora todo cambió y estoy preocupada”, cuenta Olga. Unas horas después, la empresa en la que trabajaba Hernando le envió un comunicado informándole sobre la situación y que, por condiciones del clima, ha sido difícil recuperar el cuerpo de su esposo. “Me dijeron también que me siguen pagando el sueldo de empleado, pero no sé por cuánto tiempo”, agrega.
La angustia de su familia continúa. “Nos ha caído muy duro la noticia, tanto para las niñas como para mí. Ha sido muy difícil manejar esto y estamos a la espera para darle la despedida que se merece. Fue un hombre bueno”, comenta Olga. El jueves 18 de mayo, a la 1 p. m., la Aeronáutica Civil informó a través de un comunicado que recuperaron los cuerpos de los tres adultos que iban en el avión siniestrado. Olga y sus hijas esperan para despedir a Hernando, el hombre que se convirtió en el bastión de sus vidas.