Bogotá fue el lugar feliz de Camilo y ‘la tribu’, en el primero de sus dos conciertos

Las luces se apagan. Se escuchan los pasos. Lo primero que aparecen son las cortinas del taller creativo; blancas y azules como las nubes y el cielo. Aumentan los gritos. Sabemos que está ahí. Y de la nada, la voz de Índigo anunciando lo que todos esperamos: “señoras y señores, con ustedes, ¡mi papá… Camilo!”. Y empieza: 1, 2, 3. 

En una coordinación perfecta Nico y León Yamil arrancan con las guitarras, Yuri con las maracas, Oscar con el bajo, estallan las congas, resuenan las percusiones, Camilo sale de la nada, saltando y ondeando una bandera de ‘la tribu’ y comienza ‘Nuestro lugar feliz’. La primera fecha del tour, realizada ayer en el Movistar Arena, solo puede describirse como la euforia que genera el amor en todas sus expresiones: hay nostalgia, hay felicidad, hay agitación, hay emotividad; hay música, mucha música.

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Camilo regresó a Colombia ante una tribu (nombre que recibe su grupo de fanáticos) que llegó desde temprano para acompañarlo. El escenario estaba repleto y a las 8:24 de la noche, como estaba pactado, inició la primera canción:

“El la'o de tu cama que estaba caliente se está congelando

Miro el teléfono y todas tus fotos me están torturando

No te olvido todavía, ¿quién te dijo esa mentira?

Sabes que yo no te olvido”.

Quienes estaban allí no eran solo aquellos que lo conocían cuando aún usaba su nombre completo, sino también los nuevos fanáticos, los más pequeños. Para algunos, incluso, era el primer concierto de sus vidas. El público era tan diverso como los ritmos que allí se cantaron: desde pequeños de 6 años hasta adultos de 60, desde enamorados hasta grupos de amigos, desde colombianos de todas las regiones hasta extranjeros que vinieron de lugares tan lejanos como Costa Rica. Pero así es ‘la tribu’.

La segunda fase del tour ‘Nuestro lugar feliz’, que dio inicio en Los Ángeles hace algunos días, “llegó a casa”, como dijo el propio Camilo, con dos ‘sold out’ en el Movistar Arena. El primero fue ayer, 6 de diciembre, y el segundo, mañana 8 de diciembre. Y literalmente estaba en casa, porque en primera fila no sólo estaban algunos de sus más grandes fanáticos, sino también sus papás, quienes escucharon y bailaron la lista de canciones con las que Camilo dio un show donde lo primordial era la música.

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El Movistar Arena, ayer, era como estar en el taller creativo, ese espacio en el que surgen odas como ‘Canción de amor para la pulga’. Los gritos y risas de los niños pequeños eran como las de Índigo y Amaranto jugando de fondo mientras el bajo, las guitarras, el piano, las maracas, los bongós y las trompetas se combinaban con la entonación versátil de un Camilo que iba con tranquilidad de un ritmo tropical cantando ‘Kesi’ a un acústico regional mexicano cantando ‘La mitad’.

Su voz, y sus historias, fueron el hilo conductor de una presentación donde el público no paró de cantar, gritar, llorar y bailar. Para ‘Autodiagnóstico’, Camilo habla de cómo siente el amor y para ‘La boda’ habla de Evaluna. Así, durante las casi dos horas y media que dura el concierto, las emociones van del desbarajuste a la nostalgia, del afán por saltar al requisito de cerrar los ojos y cantar recordando.

El show tiene de todo: un show acústico donde Camilo y una guitarra deleitan el público; un solo de trompetas, anécdotas largas plagadas de risas y hasta un espacio donde, descalzo, como suele estar, el artista baja ante sus fanáticos y se toma fotos con ellos (además de dejarles de recuerdo algunas maanillas que lleva puestas).

Allí, ya llegando al final, Camilo vuelve a hablar de amor: “Los que llevan escuchando mis canciones desde hace rato saben que mis letras son testimonios de lo que el amor ha hecho en mi vida y ‘la tribu’ sabe que el amor es una de las más grandes revoluciones. Estas canciones nacieron de forma natural, porque pude ver al amor de mi vida a los ojos. Quiero que reciban al amor de mi vida. Mi artista favorita, la mamá de Índigo y Amaranto: Evaluna”, dice. Y sale ‘la pulga’, con una camiseta de la selección Colombia, se miran, se dicen todo sin pronunciar palabra, y empiezan.

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Juntos cantan y bailan ‘Plis’, ‘Por primera vez’ y ‘La boda’ como si no hubiese más nadie allí, como si estuvieran solos tarareando entre ellos, hasta que, de la nada, alguien le pide matrimonio a su novia, ella dice ‘Sí’ y de nuevo el Movistar Arena estalla de emoción.

Cuando ‘la pulga’ se despide, la banda baja al frente del escenario y empieza el final. Entre globos gigantes marcados con la tribu, confetis, euforia y colores, al ritmo de un compás impecable y tropical, suena ‘Vida de rico’ ―y sí que “se pasa bien rico”― y termina el concierto en medio de una emoción que no puede explicarse con una palabra que no sea felicidad.

Para quienes tengan la oportunidad de asistir a la segunda fecha este domingo es clave llegar temprano. El concierto inicia puntual, como se establece en el horario, y para mañana la apertura de puertas será a las 4:00 p.m. y el inicio del concierto a las 6:00 p.m. Antes del show de Camilo la encargada de abrir es Laura Pérez, una artista bogotana quien interpreta, guitarra en mano, varios de sus éxitos.

“Qué hermoso es volver a casa. Estoy tan feliz. De verdad me voy a dormir con el corazón lleno, fue una noche preciosa. No puedo creer tener dos Movistar Arena con ‘sold out’ en Bogotá. Pellizquenme. ¿Qué vas a hacer el domingo? ¿Vamos a cantar juntos?”, dijo Camilo tras el final de su concierto.

EDWIN CAICEDO

Periodista de Medioambiente y Salud

@CaicedoUcros