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Opinión

Antes de que amanezca, pijama, piyamada, piyama matapasiones / El lenguaje en el tiempo

Fernando Ávila relata los orígenes de esta prenda y las transformaciones que ha sufrido la palabra.

El lenguaje lleva las conversaciones por caminos inesperados, a través de juegos con el tiempo y con otros idiomas.

Imagen de referencia. Foto: istock

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Hoy está más de moda que nunca la piyama. Los británicos veían a los indios de la India vestidos con el simpático pantalón bombacho que se ceñía a la altura del tobillo durante los noventa años en que se instauró el régimen colonial británico que terminó en 1947. Para ese año ya eran muchos los londinenses que vestían la cómoda prenda india, solo que le habían agregado la chaquetilla, dado el intenso frío que acompaña las noches de otoño e invierno en la capital inglesa. Esa nueva moda no tardó mucho en llegar a las demás regiones europeas y a los Estados Unidos, y de ahí, a los demás países americanos.

La piyama

La palabra piyama tiene su origen en la voz persa paygame, ‘prenda de pierna’, pasó al hindi (uno de los idiomas predominantes en la India) como peagame, y de ahí, al inglés, como pyjamas. Los españoles empezaron a usar la prenda y convirtieron su nombre en sustantivo masculino, “el pijama”. Un madrileño de pura cepa dice: “¡Vamos!, ¡que no encuentro el pijama ni el albornoz que dejé aquí!”. El pijama se convierte en Colombia en la piyama, y el albornoz, en la bata. Un cachaco de los de antes diría, “¡Ala, chatica!, ¿dónde estarán mi piyama y mi bata?”. Los cachacos nacidos en los años 80 y 90 no usaban piyama. Dormían en bóxer y franela. La prenda perdió interés, hasta cuando algunas fábricas de confecciones lanzaron acertadamente piyamas de pantaloneta y camiseta de manga corta.
Ahora la vieja piyama está otra vez de moda, no solo para dormir, que también se usa para eso, sino para ir a piyamadas, a conciertos, a clubes de lectura, a inauguración de almacenes e incluso a hacer las compras en el supermercado. Es bien sabido que al concierto de Morat “Antes de que amanezca” hay que ir en piyama, como corresponde a la hora a la que se alude (antes de que amanezca). También me enteré en estos días de que la exitosa directora de clubes de lectura Pili Valencia invita a las lectoras a piyamada literaria, y las lectoras llegan a oír lo que escribieron García Márquez, Vargas Llosa o Rulfo en piyama. Unas van como vacas, otras como osos, otras como conejos, todas en piyama, prenda que ahora tiene esas afinidades y muchas más.

Piyama matapasiones

Algunas de las piyamas son calificadas como “matapasiones”, adjetivo con registro en el Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, como referido a la ropa interior, que es ‘ancha y grande’ o ‘poco sensual’; en el Diccionario de la lengua española, como ‘calzón o calzoncillo grande y abultado’, y en el Diccionario de americanismos, como cosa o persona ‘que inhibe o disminuye la pasión erótica’.
Ratifico que en español colombiano se escribe “piyama”, para referirse a la prenda para dormir, generalmente compuesta de pantalón y chaqueta de tela ligera’ (DLE), y piyamada, ‘reunión nocturna para departir con los amigos en plan informal’, con ye, con el sonido /ya/ de palabras como rayada, payaso, papaya, no con jota, que da el sonido /ja/, de palabras como quijada, dejada, tajada. 
También que el “de que” de “Antes de que amanezca” es correcto, como también lo es el adjetivo “matapasiones”, en una sola palabra.

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