¿Colombia, destino gastronómico? / El condimentario

La cocina colombiana es un universo, un continente gastronómico. Desde la exuberancia de la costa del Pacífico hasta la vibrante y alegre mezcla de sabores del Caribe, pasando por las tradiciones culinarias de los Andes, la vastedad de la Orinoquia y la exótica cocina amazónica, cada región aporta su propia esencia a la mesa.

(Lea también: Sed / Columna El condimentario)

Aquí no hay un plato nacional, somos el país de las mil cocinas. Tanto en las bulliciosas ciudades como en los apacibles pueblos rurales, la variedad de sabores y preparaciones es infinita. Colombia es un edén para cualquier cocinero y comensal del mundo. 

Sí, sin duda tenemos todo para ser un destino gastronómico y para que los viajeros del mundo vengan a conocer y recorrer a Colombia a través de sus sabores. Acierta el refrán “dime qué comes y te diré quién eres”, del escritor gastronómico Brillat Savarin. Una de las mejores formas de acercarnos a la cultura de los países por los que viajamos es probando su cocina. Pero para que lo logremos aún hay mucho por construir, corregir y mejorar.

(Le puede interesar: El atún en lata no es pecado)

Si bien hoy tenemos un importante reconocimiento gracias al trabajo de destacados chefs colombianos que brillan dentro de la élite de la culinaria mundial, esto no es suficiente ya que atrae un tipo de turismo que no se interesa por conocer más allá de las capitales del país. Hay que darles apoyo, capacitación y visibilización también a los territorios y sus cocinas, de la misma manera que lo han hecho Perú y México con su cocina popular.

Para que seamos un destino turístico gastronómico, y que dentro de la estrategia de marca país seamos reconocidos por esto, son varios los ingredientes que se requieren para armar esta receta a la que la llamaré Colombia, para chuparse los dedos.

Imaginemos un caldero al que le agregamos Estado, academia, productores, proveedores, campesinos, cocineros, pasteleros, restaurantes, empresarios, mercados, ferias, portadores de tradición, hoteles y en general toda la cadena del sector. Sazonada por los comensales, por lo colombianos, quienes deben saborear y sentirse orgullosos de nuestra cocina. Todos somos los embajadores naturales de la gastronomía local.

(Lea además: Cocinar: del dicho al hecho)

El turismo gastronómico es importante porque impulsa la imagen positiva de Colombia globalmente, promoviendo crecimiento económico, empleo y mitigando la vulnerabilidad social. La rica gastronomía local sin duda atraerá a turistas tanto nacionales como extranjeros, generando inversiones y empleos.

Es necesario que las nuevas generaciones se enamoren de nuestros sabores para que también sean portavoces de nuestra tradición y riqueza culinaria. Buen provecho.

MARGARITA BERNAL
Para EL TIEMPO