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¿Cómo era la comuna hippie donde creció la irlandesa que canta bambucos?
Katie James, el nuevo fenómeno de la música andina, habló en BOCAS sobre su infancia en la comuna.
La edición #123 de la Revista BOCAS está en circulación desde el domingo 27 de noviembre de 2022 Foto: Pablo Salgado
Katie James, la artista colombo-irlandesa de música andina que le está dando la vuelta al mundo, habló con el periodista Juan Martín Fierro en la más reciente edición de la Revista BOCAS. Allí contó cómo vivió sus primeros años en una comunidad hippie en el Tolima llamada Atlantis donde practicaban una terapia primaria basada en los gritos: “Todo era en directo porque no había luz –recuerda Katie James sobre su inspiración musical–, pero esa interacción con la música que interpretaban los adultos para que los niños cantáramos y jugáramos empezó a despertar mi interés por tocar un instrumento”.
Katie James nació en Inishfree Upper, una isla de Irlanda, hace 37 años, pero a los dos años de edad llegó con su madre, Jenny James, y sus hermanas a vivir a Colombia. A comienzos de los setenta, su madre fundó inicialmente la comuna Atlantis en Inglaterra pero se trasladó a Irlanda. La comunidad era conocida como "Los gritones" pues practicaban la terapia primaria, basada en la idea de los gritos como una herramienta para liberar y sanar emociones reprimidas durante la infancia.
Esta terapia fue iniciada por el sicoterapeuta estadounidense Arthur Janov, quien tuvo entre sus adeptos al mismísimo John Lennon, quien, según cuenta la leyenda, usó esa experiencia para componer las canciones del álbum John Lennon/Plastic Ono Band, para muchos, su mejor álbum como solista.
La comunidad fue rechazada e incluso amenazada para ser deportada a Inglaterra por lo que se mudaron a Suramérica. Después de una larga travesía, Jenny y sus hijas llegaron a Icononzo, un municipio del oriente del Tolima, donde reabrió las puertas de Atlantis en una finca y recibió personas de distintas nacionalidades. Este fue el lugar de educación de la artista Katie James. "Allí era normal que los niños trabajáramos en el campo y nos levantaban muy temprano a ordeñar o a ayudar a nuestros padres con las tareas de la finca", señala. "Mi mamá decidió alejarse de la civilización y tomó su propio rumbo", recuerda James.
La niñez bucólica de James fue truncada al ser desplazados por amenazas de la guerrilla de las Farc. "Allá en el Tolima estuvimos de 1988 a 1999". Después se movieron a El Caguán, retornaron al Tolima, hasta que finalmente se radicaron en Tabio, Cundinamarca. "Fue muy duro volver a empezar". James recuerda que tras ese movimiento, "la comunidad empezó a desintegrarse porque perdimos nuestra finca base en el Tolima. Nosotros vivíamos de lo que sembrábamos, todo lo producíamos allá. Así que muchos se devolvieron para Europa y solo quedamos mi mamá y mis hermanas".
“Mi niñez en la comunidad Atlantis duró once años y se acabó porque fuimos desplazados por amenazas de la guerrilla de las Farc.
Esa comunidad marcó la vida de la artista que hoy canta bambucos, vals y pasillos por el mundo tras el éxito de su canción Toitico bien empacao que se volvió viral en YouTube (con más de 3,3 millones de vistas). "Una vez cumplíamos con los deberes teníamos mucho tiempo para estudiar en casa e irnos a montar a caballo o a bañarnos al río, jugar en el bosque, en fin. Crecimos en un parque natural ilimitado para disfrutar la niñez construyendo casas en los árboles con techos de helecho y pisos de guadua".
Finalmente, agrega: "Nuestras celebraciones importantes se hacían con música en vivo tocada por los adultos. Estas reuniones despertaron mi interés porque cuando recibes la música de una forma tan directa, no escuchándola a través de un radio sino viendo cómo se interpreta, genera más curiosidad. Así que desde muy niña empecé a cantar y a los 9 años le pedí a mi mamá que me diera clases de violín".
Conozca la historia completa de Katie James, el nuevo fenómeno de la música andina, aquí.