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La brutal anatomía de los ‘collages’ de Juan David Laserna
El artista presenta su obra más reciente en la galería Espacio Continuo, en Bogotá.
Juan David Laserna, artista plástico colombiano. Foto: cortesía de la galería
La exposición de Juan David Laserna en Espacio Continuo está llena de pezones y de boquitas pintadas; cada obra es un reto para los ojos y para la imaginación.
Es una exposición donde hubo tijeras, bisturíes, colbón, la precisión de un cirujano y un ejercicio de observación que solo está al alcance de unos pocos. Porque Laserna –en esencia– es un observador profesional y un acumulador de papel digno de una novela.
“Las carnes miden 5 cm x 5 cm en los catálogos”, afirma Laserna con una seguridad apabullante.
En la primera década del siglo –antes de que la publicidad digital tomara la delantera–, los catálogos eran los reyes de la publicidad; en las porterías de los edificios se acumulaban toneladas de catálogos de los productos más llamativos de las cadenas de supermercados. Había verdaderas enciclopedias –a todo color– con promociones de salmón, pechugas de pollo, jamón de pavo, salchichas, langostinos, costillas de cerdo o apetitosos cortes de carne de res; Laserna empezó a guardarlas y, en el momento menos pensado, comenzó a hacer collages: unos collages brutales y emocionantes que miden casi dos metros de largo y ancho y que generan una impresión visual increíble.
Hizo lo mismo con el pelo y con los pezones y con las barbas y los pectorales y con la bocas y con las frutas y verduras; sus boquitas pintadas salen de los catálogos de ropa femenina en donde se fijó en la boca de las modelos, “cada una mide 1 x 1”. Solo imaginar el trabajo de cortar boca por boca produce mareo, “en un suspiro pueden quedar torcidas cuando se pegan”, sostiene Laverde.
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La obra de Juan David Laserna se expone en Espacio Continuo, en Bogotá. Foto:cortesía de la galería
La exposición de Laverde es también el estreno de la nueva sede de Espacio Continuo (calle 77 A n.º 12A-35). La nueva galería tiene una altura impresionante y unos poderosos ventanales que también aportan luz natural. Y Laverde aprovechó el espacio a fondo; sus collages están acompañados de varios estantes donde queda en evidencia el origen de buena parte de su obra: toneladas de revistas y catálogos; hay ejemplares de .G, Axxis y Habitar, Donjuán, Semana, libros de fotografía de EL TIEMPO o ejemplares de El Gráfico, de Argentina. Y en las manos de Laverde todo puede mutar.
La muestra ofrece piezas de diferentes épocas de su trabajo; hay obras en las que toma las páginas de una revista y las lija con una precisión escalofriante hasta solo dejar como protagonista a un solo personaje; collages de pezones de hombres para señalar que, salvo algunas publicaciones hace algunos años, los pezones femeninos son una parte de la anatomía “prohibida” para el papel. Hay otra pieza en la que tomó la misma página de una revista, una foto de una manzana, y las dejó expuestas al sol en diferentes intensidades; el resultado es absolutamente poético: el papel se decoloró en diversos tonos y cada página es distinta; cada manzana es diferente de la otra.
Pero tal vez su serie más impactante tiene que ver con su precisión matemática para las proporciones; su ojo le advirtió que los soldados que aparecían en los libros de fotografía de EL TIEMPO, en los días en los que la guerra contra la guerrilla era más intensa, tenían la proporción exacta de las casas de lujo que aparecían en la revista Habitar, en Decora o en Axxis. Y todo se conectó en su cabeza; los soldados aparecen con sus botas cubiertas de lodo en tapetes que cuestan una fortuna; aparecen sentados en sillas de diseño o en sofás que son tan caros como un auto; hay una en la que un soldado –que en la vida real salta en algún río en la selva– aparece en una piscina con un azul perfecto. Y una más en la que otro estira sus piernas cansadas al lado de una magnífica obra de arte.
–¿Lo ves? –me dice–, ¿lo ves? Ellos estaban peleando para proteger a los dueños de esas casas.
Es una exposición para ver una y otra vez; cada pieza esconde sutilezas de todo tipo: desde panes y ombligos hasta comentarios sobre el fútbol y el consumo masivo. Es un verdadero rompecabezas visual. Y vale la pena armarlo una y otra vez.