Noticia

El Águila Descalza celebra 40 años de teatro y un amor que mutó pero nunca se extinguió: ¿dónde se presentan?

Cristina Toro y Carlos Mario Aguirre estarán presentando en Bogotá su obra 'Clase Mela' hasta el 31 de mayo.

Link

Angela Maria Paez Rodriguez

22.05.2025 17:33 Actualizado: 27.05.2025 08:27

Comentar

En un pequeño teatro construido a pulso, entre funciones a dos espectadores y talleres de expresión corporal para sostenerse, nació una de las duplas más entrañables del teatro colombiano: Cristina Toro y Carlos Mario Aguirre.

Juntos son el alma de El Águila Descalza, un colectivo que en 2025 celebra 40 años retratando con humor, ternura y agudeza la identidad paisa y los dilemas de una Colombia siempre en transformación.

Como parte de la celebración de su aniversario, llegan a Bogotá con 'Clase Mela', una comedia que habla sobre una sociedad criada con carencias económicas que hizo peripecias para subir de estrato, tener estatus, alcanzar lo caché y huir de lo “mañé”.

Su propuesta con esta obra es plantear una clase social que se asimile al concepto de lo “melo”, es decir, que pueda lograr un estado de equilibrio y tranquilidad liberándose de los prejuicios que los obligan a buscar aprobación.

Escribir una historia juntos

La historia de Carlos y Cristina va más allá de las tablas. Es la historia de un amor que, aunque mutó con los años, nunca se extinguió.

"Nos casamos tres veces: en 1985, en 2012 y en 2019. Y nos vamos a volver a casar. Seguimos buscando destinos casísticos", dice Carlos Mario con una mezcla de picardía y nostalgia.

Entre los matrimonios, hubo distancias, divorcios formales y nuevas rutinas. Pero nunca una ruptura emocional. Nunca dejaron de hablarse. Nunca dejaron de quererse.

Cosas Águila — Escena de la obra 'Cosas de la vida' estrenada en 1997. Foto:Cortesía Águila Descalza.

Durante la pandemia, cuando ya cada uno vivía solo, esa conexión inquebrantable se hizo más evidente. Se hablaban hasta 25 veces al día. La primera vez que pudieron verse, después de cincuenta noches de encierro, lloraron como niños.

"Dijimos: esto no puede seguir así", recuerda él. Una semana después, Carlos Mario volvió a la casa de Cristina con su morral, y desde entonces no se ha ido.

La vida cotidiana entre ellos está llena de rituales sencillos y profundamente simbólicos. Él se autodenomina su "mal secretario" y "caballito de carga".

Y, a diferencia de lo que propuso Jorge Luis Borges en el poema ‘Los Amenazados’: "Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles", Carlos Mario lo reescribe como "las útiles magias del amor" para hablar de su relación con Cristina.

Todas las mañanas trota hasta donde ella como parte de un juego de personajes que han inventado. Leen libros al revés, entrenan juntos durante dos horas, se despiden con representaciones teatrales y desayunan a las once.

Las obras de El Águila Descalza no solo han entretenido a generaciones, también han generado preguntas incómodas, han reflejado los cambios de la sociedad colombiana y han servido como espejo de una cultura en constante movimiento.

La mezcla entre humor popular, agudeza crítica y ternura ha sido su sello. “Nuestro teatro siempre ha sido una mezcla de lo político y lo cotidiano, de lo absurdo y lo doloroso”, dice Cristina.

A pesar de su inmensa popularidad, El Águila Descalza ha tenido detractores. Hubo épocas en las que profesores universitarios les prohibían a sus alumnos ver sus obras. "Decían que eso no era teatro", cuentan.

'Luna de mier' un duelo verbal que muestra cómo una luna de miel puede ser una mala experiencia. Foto:Cortesía Águila Descalza.

También enfrentaron vetos de medios de comunicación y colegas que consideraban que su estilo deslegitimaba otras formas escénicas. Sin embargo, nunca dejaron de crear, ni de atraer al público.

Carlos Mario recuerda con especial emoción una función. Fue una noche lluviosa en Medellín. Nadie había llegado a la función y estaban a punto de quitarse el vestuario cuando una pareja tocó la puerta. “Hay función”, dijeron. Y hubo función.

Dos espectadores como público, dos actores en el escenario. Esa fue una de esas noches que selló el inicio de una complicidad escénica y vital que aún perdura.

En 2025, celebran los 40 años de su obra más emblemática: 'País Paisa'. No solo la remontarán, también estrenarán 'País Paisa 2', una mirada actual al tránsito del campesino a la ciudad y cómo ha cambiado esa figura que antes se llamaba con desdén "montañero".

Con esta obra llegaron al Teatro Metropolitano de Medellín en 1986. Ese primer año fueron más de 70 noches con el teatro lleno, más o menos unas 112 mil personas disfrutaron de esta primera temporada. Además, esta obra marco su estilo único.

Foto de la obra 'Bandeja Paisa'. Foto:Cortesía Águila Descalza.

"Hoy encontrar un montañero es una rareza. Hay que irse muy lejos, ya es una especie en extinción. Y ahora todos somos clase media", comentan entre risas. La nueva obra promete actualizar el relato sin perder su esencia humorística y crítica.

Cristina y Carlos Mario han hecho del teatro una forma de vivir, no solo de representar. Han actuado para miles y también para una pareja solitaria una noche de lluvia.

Han vendido boletas, contestado teléfonos, dado clases, hecho títeres, montado bares improvisados y levantado su pequeño teatro como si fuera un hogar. Porque lo es. Porque el escenario también ha sido su cocina, su sala, su refugio.

Carlos Mario insiste en que no era un actor formado cuando conoció a Cristina. Había sido profesor, había leído a los grandes del teatro, pero fue con ella (y con el público) que aprendió realmente el oficio.

“Como decía Enrique Buenaventura, el mejor maestro es Tablovski: las tablas”. Y es que el público fue el gran formador de ambos. Enfrentar la mirada de una audiencia con miedo, afán o rabia les enseñó más que cualquier tratado teatral.

Ambos creen firmemente en la labor pedagógica del teatro. Durante años ofrecieron talleres en comunidades, colegios y universidades.

Cristina, en particular, tiene una sensibilidad especial hacia las mujeres y su representación en escena. Ha escrito y dirigido piezas donde la voz femenina toma protagonismo sin caricaturas ni estereotipos. “El humor no tiene que ser machista para ser efectivo”, asegura.

Sus giras por el país y el extranjero han estado marcadas también por rituales. Ciudades que se repiten, hoteles que ya conocen de memoria, bromas internas y personajes inventados para sobrellevar las mañanas.

A pesar del cansancio que implica estar en constante movimiento, disfrutan cada viaje como una oportunidad para seguir explorando, aprendiendo y compartiendo.

'El sueño del pibe' fue estrenada en 1985, año en que iniciaron a hacer teatro juntos. Foto:Cortesía Águila Descalza.

En medio de esa intensidad artística y personal, han aprendido a reconciliarse con la crítica, con el fracaso, con el paso del tiempo. No todo ha sido éxito.

Han tenido obras menos comprendidas, temporadas difíciles económicamente, momentos de duda. Pero siempre han regresado al escenario. Porque allí es donde encuentran sentido, donde se sienten completos.

Hoy, cuando muchas compañías teatrales han desaparecido o han sido absorbidas por lógicas comerciales, El Águila Descalza persiste como una anomalía entrañable. Con sus recursos propios, con su público fiel, con una ética de trabajo que mezcla pasión, disciplina y humor.

No han parado de grabar sus obras, de reinventarse, de narrar lo que ven y viven. “No nos quedamos con una única obra. Seguimos creando. Y eso es lo que nos mantiene vivos”, afirma Cristina.

Y así, noche a noche, entre bambalinas y camerinos, entre el amor y el oficio, han construido una vida que conmueve e inspira.

Porque el teatro, cuando es honesto, no solo cuenta historias. Las habita. Y Cristina y Carlos Mario son la prueba viva de que se puede vivir de lo que se ama.

Incluso cuando eso implica comenzar de nuevo o hay que volverse a casar. Incluso cuando el público son solo dos personas bajo la lluvia, esperando que suene el timbre y comience la función.