Zipaquirá le pone freno a la expedición de licencias de construcción para las grandes urbanizaciones

En un giro sin precedentes en la región, la Alcaldía de Zipaquirá decidió implementar una pausa en la expedición de licencias urbanísticas. Es una medida que busca repensar el modelo de crecimiento de la ciudad tras la aprobación de más de 24.000 unidades de vivienda en los últimos 16 años.

La istración local informó que no es que se vayan a dejar de expedir totalmente licencias de construcción en el municipio, sino que sólo serán entregadas para las viviendas unifamiliares. Las que quedarán frenadas serán para los proyectos de grandes urbanizaciones.

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La decisión, liderada por el alcalde Fabián Rojas García, ha generado debate sobre el equilibrio entre desarrollo, sostenibilidad y calidad de vida, no solo en Zipaquirá sino en toda la Sabana de Bogotá.

Durante las últimas dos décadas, este municipio experimentó una transformación acelerada. El auge de las constructoras y la multiplicación de proyectos de vivienda trajeron consigo oportunidades para miles de familias, pero también pusieron en jaque la capacidad de la ciudad para responder a las nuevas demandas en servicios públicos, movilidad y medio ambiente.

Según cifras oficiales, entre 2008 y 2023 se aprobaron cerca de 24.000 licencias de vivienda, lo que equivale a una población adicional de más de 72.000 personas. Solo en 2023 se otorgaron 2.300 licencias. Sin embargo, en el primer año del actual gobierno esa cifra cayó a apenas 162, para una reducción superior al 90 por ciento. 

“Esa dinámica de crecimiento es insostenible e irresponsable, hasta no resolver temas estratégicos en movilidad, infraestructura educativa, vías y garantías medioambientales”, enfatizó el alcalde Fabián Rojas.

La principal motivación detrás de la “pausa responsable”, como ha llamado la alcaldía su decisión, es garantizar el al agua potable y proteger los recursos naturales de Zipaquirá, dos factores que esta istración considera críticos para cualquier decisión de crecimiento futuro.

El municipio, conocido como la “Capital Salinera de Colombia”, ha visto cómo la presión sobre el suministro de agua y los servicios públicos se intensifica año tras año, especialmente en sectores como Barandillas y barrios aledaños, que por más de 20 años padecieron problemas de presión y calidad en el servicio.

Para enfrentar estos desafíos, el gobierno local avanza en la construcción de una conexión hidráulica de refuerzo y en la viabilidad de un nuevo tanque de almacenamiento de agua con capacidad de 10.000 metros cúbicos. 

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Además, se han adquirido predios de interés hídrico en alianza con municipios vecinos como Nemocón, Tausa y Cogua, con el objetivo de proteger ecosistemas estratégicos y garantizar la sostenibilidad ambiental a largo plazo.

La medida ha generado opiniones positivas en sectores de Zipaquirá. En redes sociales y espacios públicos ciudadanos han manifestado el apoyo a la decisión y algunos la han considerándo necesaria para evitar el colapso de los servicios y mejorar la calidad de vida. 

No obstante, persisten inquietudes sobre el impacto en la economía local y el a vivienda, especialmente para quienes buscan adquirir su primer hogar. 

La istración local ha sido enfática en que la medida no implica un cierre total a la construcción, sino una oportunidad para replantear el rumbo urbanístico de la ciudad y garantizar que el desarrollo sea ordenado y sostenible.

La decisión de Zipaquirá no solo marca un antes y un después para el municipio, sino que también pone sobre la mesa una discusión que otros territorios de la Sabana Centro podrían empezar a considerar.

El crecimiento desbordado de la región, impulsado por la cercanía a Bogotá y la demanda habitacional, ha generado retos similares en materia de servicios públicos, movilidad y sostenibilidad ambiental.

“Sería irresponsable otorgar más licencias sin tener un plan de mitigación que mida el impacto de tantas viviendas nuevas”, sostiene el alcalde Rojas. 

La experiencia de Zipaquirá podría convertirse en un referente para la planificación urbana responsable en el centro del país.

La “pausa responsable” no significa prohibir la construcción, sino repensar el modelo de ciudad que se quiere construir y a qué ritmo. El objetivo, según la Alcaldía, es que la infraestructura y los servicios crezcan al mismo ritmo que la población, evitando así los problemas que hoy afectan a miles de zipaquireños.

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Mientras tanto, las obras en curso -amparadas en licencias otorgadas en gobiernos anteriores- continúan, pero bajo una nueva mirada de responsabilidad y sostenibilidad. El reto ahora es consolidar un modelo de desarrollo que priorice la calidad de vida, la protección del entorno y el bienestar de las futuras generaciones.

La decisión de Zipaquirá invita a un debate profundo sobre el futuro de las ciudades intermedias, el papel de las istraciones locales en la gestión del territorio y la importancia de poner límites al crecimiento cuando está en juego el equilibrio entre desarrollo y sostenibilidad. 

En definitiva, Zipaquirá ha decidido detenerse, mirar hacia adentro y preguntarse: ¿qué ciudad queremos ser? La respuesta, por ahora, pasa por una pausa, pero sobre todo por una reflexión colectiva sobre el rumbo que debe tomar el desarrollo urbano en Colombia.

Cabe recordar que hace un año, la alcaldesa del municipio de Cajicá, Fabiola Jácome Rincón, hizo ua anuncio en la misma línea de Zipaquirá. Según lo manifestó la mandataria, si bien hay desarrollos que no se pueden parar porque ya cuentan con un permiso, su objetivo era no entregar viabilidad de servicio público de acueducto y alcantarillado en los sectores en los que no puedan cumplir con el suministro de agua.

Laura Valeria López Guzmán

En X y en Ig: @Lauravalerialo

Redacción Bogotá

EL TIEMPO