Un celador y una manicurista, entre de ‘Satanás’ capturados por extorsión y homicidio en Bogotá y Soacha

Investigadores del Gaula, en coordinación con la Seccional de Inteligencia de la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación, tras casi un año de investigación, lograron determinar el perfil criminal de los 10 integrantes de los ‘Satanás’, quienes extorsionaban a comerciantes y transportadores.

Todas estas personas operaban bajo el mando de José Manuel Verá Sulbarán, alias Satanás, quien, a pesar de estar condenado por los mismos delitos, continuaba delinquiendo y amenazando a los ciudadanos desde prisión. El impacto de esta organización fue tal que no solo afectó a Soacha, sino también a algunos sectores de Bogotá, donde cometieron atentados con granadas e incluso un homicidio.

De acuerdo con el investigador que lideró este importante golpe, los delincuentes tenían distintos roles: desde perfiladores, extorsionistas y cuentahabientes encargados de recoger el dinero, hasta sicarios que atacaban a quienes se oponían a los cobros. Cada integrante se quedaba con una parte del dinero extorsionado. Su actuar delictivo les dejaba ganancias semanales de entre 10 y 15 millones de pesos.

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Por estos hechos, que los investigadores lograron documentar con detalle, a los capturados se les imputaron los delitos de extorsión agravada en concurso con concierto para delinquir agravado. Aunque ninguno aceptó los cargos, los 10 capturados fueron enviados a prisión.

En conversación con EL TIEMPO, el uniformado que lideró esta investigación reveló que, además de su rol delictivo, la mayoría de los capturados llevaban una vida paralela. Justamente por esas otras actividades que desarrollaban, la mayoría de las capturas se ejecutaron fuera de la capital, en municipios como Mosquera (Cundinamarca), Turbaco (Bolívar) e incluso Cartagena.

José Manuel Verá Sulbarán, alias Satanás, se encargaba de enviar amenazas o mensajes intimidatorios desde la cárcel. Los segundos al mando eran Ronnier Darío Villegas y Jesús David Sulvarán Aguilar, quienes también están en prisión y desde allí coordinaban las acciones criminales. Los tres fueron judicializados por nuevos hechos, además de los delitos por los que ya cumplen condenas.

Los otros procesados, capturados en las últimas semanas, son Luis Carlos Guette Villafañe, Mishel Andrea Martínez Pérez, María Ángela Vides Carrillo, Danna Paola Puello Jiménez, Claudia Milena Villarreal Martínez, Yair de Jesús Sabalza Pino y Andrea Carolina Franco Chávez.

Según la investigación, alias Guette era quien tomaba fotografías de los establecimientos como método de intimidación; alias Mishel, por su parte, custodiaba las armas de los sicarios y cobraba las extorsiones.

A las autoridades les llamó la atención que, entre los siete capturados, se evidenció que, además de sus actividades delictivas, varios de ellos tenían vidas aparentemente normales, seguramente con la intención de pasar desapercibidos.

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Entre los capturados se identificó a un celador que había pasado por cinco empresas de seguridad, y que aprovechaba ese rol para hurtar apartamentos que quedaban desocupados por temporadas. También está una manicurista que trabajaba en un salón de belleza. Otro de los delincuentes fue detenido mientras asistía al gimnasio.

“Ellos llevaban una vida normal, además de su actividad delictiva. Una trabajaba en un salón de belleza; otro era celador, había trabajado en cuatro o cinco empresas de vigilancia aquí en Bogotá. Durante ese tiempo observaba qué apartamentos estaban desocupados para hurtarlos. Por eso no duraba mucho en los empleos: entraba, robaba los apartamentos y lo despedían”, indicó el investigador.

Otro caso que llamó la atención fue el de una mujer capturada en la costa pacífica. Ella era la encargada de manejar el dinero recolectado por extorsión: cobraba una cuota de 500.000 pesos y enviaba el resto a sus jefes, entre ellos ‘Satanás’. Esta mujer resultó ser compañera sentimental de otro integrante de la banda, con quien tuvo un hijo. Ese hombre, que sería uno de los sicarios y cabecillas, aún no ha sido capturado, aunque tiene orden de arresto vigente.

Según información recopilada por las autoridades, se logró establecer que estos hombres y mujeres se atribuyeron varios atentados y homicidios, tanto en Bogotá como en Soacha. Entre los casos están el atentado con granada a un motel de Venecia (Tunjuelito), el asesinato de un comerciante en una carnicería en Kennedy, un atentado a una panadería en Bogotá, un ataque a la empresa Espumados y el homicidio de un empleado de una estación de gasolina en el sector de Indumil, estos dos últimos hechos en Soacha. Esas acciones criminales ocurrieron entre finales de 2023 y mediados de 2024.

“Primero ubicaban el objetivo: negocios con una estructura media, no tan pequeños, pero tampoco grandes como una empresa. Por ejemplo, locales con dos, tres o cuatro empleados, como almacenes de cerámica o de ropa. Luego hacían llamadas en las que decían ser del grupo ‘Satanás’ y enviaban videos con armas de fuego o mostrando atentados que ya habían ejecutado”, detalló el investigador sobre el modus operandi.

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Cuando la víctima no accedía a las pretensiones del grupo criminal, enviaban a otro integrante a tomar fotos o videos del negocio, para demostrar que los tenían vigilados. “Cuando la situación se ponía más complicada, enviaban a sicarios que disparaban contra los empleados o el local, para demostrar poder. Así fue como actuaron en Espumados, el motel de Venecia y otros sitios”, agregó el uniformado.

Para lograr esta importante captura fue clave la denuncia ciudadana. De hecho, la estrategia utilizada por las autoridades permitió recolectar pruebas contundentes que sirvieron para judicializarlos.

“Con quienes sí denunciaban, nosotros interveníamos. Les brindábamos asesoría para avanzar en la investigación y capturar a los responsables. Y si la situación se complicaba —como cuando había atentados o lesiones—, para no poner en peligro a la víctima, se negociaba con el delincuente”.

“Esa negociación consistía en reducir el monto: por ejemplo, de 15 millones lo bajábamos a 1,5 millones, o a un millón, o incluso se acordaban pagos por cuotas. Eso nos daba tiempo para obtener más información. Eso fue lo que hicimos en este caso: las sumas pedidas inicialmente eran de 10 millones, pero las fuimos bajando, incluso hasta 300.000 pesos semanales. Cada semana cambiaban de cuenta para recibir el dinero, por eso identificamos varios cuentahabientes (receptores del dinero). Como la situación se iba a prolongar demasiado, decidimos capturarlos a todos de una vez”, concluyó el investigador.

Según cifras de la Policía de Soacha, las denuncias por extorsión han disminuido en los primeros cuatro meses de este año. En 2024 se presentaron 18 denuncias; en lo corrido de 202 van 12. Por su parte, en Bogotá ese indicador también está a la baja. Con corte a abril, este año se han presentado 563 denuncias por extorsión, mientras que en el mismo periodo de 2023 se registraron 734.

Miguel Castellanos 

En X: @LoQueOlvio

EL TIEMPO