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Noticia
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Lo que su cabello dice sobre el estrés de vivir en Bogotá, según estudio de la U. Nacional
Un trabajo de la Universidad Nacional confirmó que el transporte es una de las principales causas de estrés.
El estudio indica que las mujeres producen más cortisol que los hombres. Foto: César Melgarejo / EL TIEMPO @melgarejocesarnew
Bogotá se ubicó el año pasado en el noveno puesto de las ciudades con más congestión vehicular en Sur América, según el índice de tráfico elaborado por la compañía de sistemas de navegación TomTom.
De acuerdo con este estudio, la gente en Bogotá pierde 119 horas al año en trancones.
“A mí eso me estresa enormemente”, contó Sandra, una ciudadana que se transporta en bus hacia su trabajo. “Si no fuera por este tráfico, en media hora estaría en el trabajo”, agregó la mujer, a quien le estresa más el momento en que tiene que movilizarse que sus mismas labores.
Como Sandra, muchos en Bogotá se estresan por culpa del tráfico a diario. Ese sentimiento produce cortisol, también conocido como la hormona del estrés, que termina quedándose en cada hebra de pelo como un historial.
Al año, los bogotanos pierden 119 horas en sólo trancones. Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO @melgarejocesarnew
El cabello, una radiografía de emociones
El cuerpo muestra lo que la persona consume y siente. También responde a cada estímulo que se le da, se adapta de muchas formas.
El pelo es una de las partes que refleja esas cosas. Es algo tan estético que siempre vive cambios -por causa de tintes, cortes y exposición al calor y al frío- y guarda información en su composición. En otras palabras, es una biblioteca de nuestras emociones y un registro de lo que consumimos.
Una hebra de cabello almacena en cada centímetro las hormonas de cortisol que se van produciendo al mes. Su producción está a cargo de las glándulas suprarrenales. Inicia a partir de un estímulo que comienza desde el cerebro.
Esta hormona es clave para el estrés y para mantener al ser humano con vida cuando hay situaciones de amenaza. Cuando es liberada, aumenta la frecuencia cardíaca y la energía.
El estrés ha existido desde que está el humano. No es algo nuevo. Sólo que antes el cortisol se producía en situaciones de riesgo, como cuando había un depredador o era momento de cazar.
Ahora, hay más cosas cotidianas que, aunque no pongan en riesgo la vida, representan el mismo estímulo. El estudio o el trabajo ahora son esos depredadores para el ser humano, aunque sean algo del diario vivir.
El estudio de algo cotidiano y normalizado
Las vías y el transporte, en el caso de Bogotá parecen ser un depredador más con el estrés que generan. Esto es algo que estudió la médica María Paula Morales Vargas, magíster en Fisiología de la Universidad Nacional de Colombia. Para su trabajo de tesis de maestría, asoció el nivel de estrés de los estudiantes de la Facultad de Medicina con el tiempo que gastan para llegar al campus universitario.
Morales analizó la muestra capilar de 80 estudiantes (40 mujeres y 40 hombres) de los primeros semestres de la carrera para establecer una comparativa entre lo que produjeron en agosto y en noviembre de 2023, es decir, al inicio y al final del semestre.
El análisis consistió en tomar los tres centímetros de pelo más cercanos a la raíz, que equivalen a los últimos tres meses. En un laboratorio los trituró y diluyó en alcoholes para que la queratina de la hebra se separara y se analizara exclusivamente el cortisol.
El estrés que vivieron los voluntarios a diario fue el mismo que experimentó María Paula hace unos años cuando estudiaba su pregrado en la Universidad de la Sabana.
En esa época vivía en Bogotá. No sólo tenía que trasladarse al campus, también iba al lugar donde le correspondieran sus prácticas: a veces era ir hasta a los hospitales Santa Clara, Samaritana o Kennedy.
El transporte no es el único factor urbano que genera estrés a los residentes. Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO @melgarejocesarnew
“A veces uno se demoraba muchísimo en llegar. Salía, quizás, 6:00 p. m. de allá y llegaba a las 8:00 p. m. Entonces, en definitiva, era un gran estrés”, relata Morales cuando recuerda su pregrado. “La medicina demanda mucho sacrificio", reitera.
Para ella, Bogotá tiene altos niveles de congestión, largas distancias y un sistema de transporte que le resulta agotador, inseguro o impredecible.
Esto encontró en su estudio
Las localidades con mayor representación de residentes dentro del estudio fueron Teusaquillo, con 48,7 por ciento; Kennedy, con 11,3, y Suba, con 10. Engativá, Usaquén, San Cristóbal y Rafael Uribe tuvieron una menor representación en la investigación.
El 39 por ciento de la muestra para el estudio se desplazaba a pie porque vivía cerca del campus, un 30 por ciento usaba TransMilenio. Mientras que el otro 14 se movilizaba en buses zonales.
Al analizar los resultados, la experta en fisiología pudo evidenciar que, a mayor tiempo en el transporte, la persona producía más cortisol. De hecho, este grupo tiene mayor riego de sufrir estrés crónico.
En agosto, el promedio fue de 26,77 picogramos (es una billonésima parte de un gramo) en mujeres y de 13,65 en hombres. Para noviembre, ambos promedios disminuyeron: el de las mujeres bajó a 20,23 y el de los hombres a 12,17.
Los niveles más altos de cortisol relacionados con esta variable se presentaron en agosto, cuando se realizaron los primeros análisis.
Para quienes se desplazaban durante 60 minutos, el nivel fue de 17,9; de 120 minutos fue ligeramente menor, con 17,7. Al aumentar a 180 minutos, el nivel disminuyó significativamente a 8,4, mientras que los traslados de 240 minutos registraron el nivel más alto, con 31,1.
Igualmente, notó que las mujeres experimentan más estrés que los hombres. Aunque no hay literatura que explore la razón, Morales lo atribuyó a factores sociales.
Estas son algunas de las cifras mostradas en la investigación. Foto:CEET
Los estudiantes presentaron niveles más altos de la hormona al inicio que al final del semestre académico. La tesis explica que esto puede estar relacionado con la diversidad de experiencias personales y el manejo de estrés que tuvo cada participante. Los dos factores son clave en la respuesta fisiológica a la emoción.
Un espejo de lo que vive la ciudad
Aunque el estudio fue hecho en estudiantes de medicina, resulta siendo un reflejo indirecto del malestar urbano que viven las personas en Bogotá. Morales hizo referencia a un estudio que se hizo en el estado de Massachusetts (Estados Unidos). Esa investigación diferenció el nivel promedio de cortisol de acuerdo con las etnias y la máxima concentración en promedio era de 12,5 picogramos, correspondiente a personas afroamericanas.
Morales percibe que las personas en la ciudad viven con mucho estrés y al parecer está normalizado. Estar en Bogotá es exponerse a factores como el ruido, el hacinamiento, la inseguridad o la falta de tiempo.
“Esta investigación muestra que este tipo de estrés se acumula en el cuerpo afectando, especialmente, el sistema endocrino a partir de la salud física y mental”, señala. Ante las conclusiones de su estudio, la experto hace un llamado las autoridades y a la ciudadanía para que empiecen a ver la movilidad y el entorno urbano como temas de salud pública, no solo de infraestructura.
Una factura de cobro al cuerpo
Olga Guzmán, experta en salud ocupacional y profesora de la Universidad Nacional de Colombia, explica la diferencia que existe entre los dos tipos de estrés: agudo y crónico.
El primero es una reacción de algo puntual a nivel físico o emocional. “Es como cuando vivimos una situación de inseguridad y aumenta la capacidad de respuesta para defendernos”, explica la docente. Después de un tiempo en reposo, los niveles de cortisol bajan y el cuerpo entra en estado de calma.
Cuando el estrés pasa a ser algo continuo, tiene consecuencias en la salud física y mental. Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO
Por otro lado, el estrés de tipo crónico es una situación permanente que altera la salud de las personas. Tanto así, que puede incidir en la salud mental y física de las personas.
Desde la terapia ocupacional, se ha notado que este estado altera el desempeño en el estudio y el trabajo.
A nivel físico, los dolores de cabeza, problemas digestivos, sensación de fatiga y problemas del sueño son algunas de las consecuencias de estar secretando cortisol de forma continua. De igual forma, debilita el sistema inmunológico.
También provoca enfermedades: hipertensión arterial, obesidad o diabetes.
Emocionalmente, quienes padecen de este tipo de estrés, tienen cambios de comportamiento o humor repentinos, inestabilidad. También hay mayor dificultad para prestar atención o retener cosas en su memoria.
De acuerdo con un estudio realizado por la Secretaría Distrital de Salud en 2023, el estrés, la depresión y la ansiedad han incrementado después de la pandemia de Covid-19.
Entre los resultados del estudio, se pudo notar que el 12,4 por ciento de personas que residen en la ciudad consideran que su salud mental es mala, muy mala, o regular.
Para combatir el estrés, la doctora recomienda dormir bien, desconectarse de los dispositivos electrónicos en la noche, mantener buena hidratación y una condición física activa.
Guzmán indica que es necesario tener una buena red de apoyo entre la familia y el trabajo.
Añade que hay otros factores, además del transporte en general, que pueden incrementar el estrés en los ciudadanos: las obras, cierres viales, desempleo, trabajo informal y la migración son algunos temas que a ella como ciudadana y experta le preocupan.
“Nuestra ciudad es un reflejo de un país que todavía está en vía de desarrollo, y todas estas condiciones no hacen posible que tengamos una buena calidad de vida”, argumenta.