Esta es la obra inédita del artista Enrique Grau que podrá disfrutar en la FUGA

Enrique Grau dejó de pintar retratos un día cualquiera. Así lo recuerda Rodolfo Castillo Grau, gestor cultural y sobrino del maestro, quien, de la mano de Andrea Sánchez, directora de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA), hicieron posible que una parte de la obra inédita del maestro se encuentre en las paredes de este espacio cultural.

“Grau, un buen día, dijo: ‘Ya no voy a pintar retratos’”. Y desde entonces, su mirada se volvió hacia otra Colombia: la de las víctimas, la del dolor, la de una guerra que pocos se atrevían a retratar. Esa decisión marcó el inicio de una etapa oscura, honesta y poderosa de su obra, una que hoy, dos décadas después, se convierte en testimonio y espejo del país que fuimos, que somos, y que aún intentamos comprender.

La exposición “Grau, la otra mirada: reflexión sobre el conflicto armado” se encuentra en las salas de exposición de la FUGA, en el centro histórico de Bogotá (Calle 10 #3-16). La muestra, con entrada libre, estará hasta el 3 de mayo. Además, hace parte de la Franja ConMemoria, un espacio artístico creado en el marco del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, que se conmemora cada 9 de abril en el país.

Son 26 obras entre dibujos, esculturas y pinturas que fueron creadas entre 1980 y los primeros años del 2000, revelan una dimensión poco conocida del maestro colombo-panameño. En ellas, la belleza cede el paso al espanto; los rostros se fragmentan, los cuerpos se distorsionan, y la luz se mezcla con sombras densas que no dejan de interpelar. Son piezas que no buscan agradar, sino confrontar. Que no decoran paredes, sino que abren heridas y, quizás, permiten empezar a sanarlas.

“La obra del maestro Enrique Grau es un testimonio visual poderoso”, comentó Blanca Andrea Sánchez, directora de la FUGA. “Refleja la mirada del artista sobre una de las épocas más complejas de nuestra historia. A través de su pincel logró capturar la complejidad del conflicto, el dolor de las víctimas y las cicatrices que la violencia dejó en el país”. Y agregó: “Con esta exposición queremos generar un espacio para el diálogo y la reflexión, donde las heridas del pasado puedan transformarse en caminos de sanación”.

El recorrido se divide en dos salas. En la primera, titulada “Herencia y representación”, se destaca la imponente escultura de San Pedro Claver, concebida en 1998. Pero esta no es la imagen piadosa del santo que arrodilla esclavos, como dictaba la tradición colonial. Aquí, Grau reconfigura la escena con una igualdad visual perturbadora: dos cuerpos que se miran, que se enfrentan, que se reconocen. Es una declaración estética y política: el arte como cuestionamiento a las estructuras de poder que se arrastran desde hace siglos.

La segunda sala, “Testimonios perdurables”, es quizás la más brutal. Allí se observa la transformación total de Grau. Ya no están las mulatas caribeñas ni los retratos estilizados de la élite; ahora hay cuerpos mutilados, rostros sin rostro, ojos que gritan. Influenciado por Goya, Rembrandt, Arcimboldo y las vanguardias europeas, Grau se vale de contrastes cromáticos y planos distorsionados para mostrar lo que muchos prefirieron ignorar: las atrocidades del conflicto armado colombiano. Las obras no narran una historia lineal, sino que encarnan una experiencia sensorial que sacude.

“Estos dos espacios evocan cómo el maestro se relacionó con la violencia y lo que estaba atravesando el país en esos años. A través de estos dibujos y esculturas podemos evidenciar cómo unía en una misma obra a la víctima y al victimario”, le dijo Sánchez a EL TIEMPO.

La exposición fue posible gracias al trabajo conjunto entre la FUGA y la Fundación Enrique Grau Araujo. De las 26 obras, 25 provienen de la colección de la Fundación, y una hace parte del acervo de la FUGA, incluida como homenaje al maestro. Las piezas cubren una etapa en la que Grau, sin renunciar a su destreza técnica ni a su lenguaje simbólico, transformó su obra en un grito silencioso por las víctimas, un lienzo donde la historia se escribe con formas, colores y ausencias.

Enrique Grau, nacido en Panamá en 1920 y cartagenero por decisión materna, fue uno de los grandes artistas colombianos del siglo XX. Formado en la Art Students' League de Nueva York, su obra absorbió influencias del cubismo, el expresionismo y el arte contemporáneo. Pero fue en el diálogo con la identidad caribeña, la figura femenina y las tensiones sociales del país donde encontró su voz más potente. A partir de los años 80, su arte se volvió aún más comprometido, sin dejar de ser profundamente humano. En vida, fundó la Casa Museo Enrique Grau y donó más de 1.300 piezas, consolidando un legado que hoy sigue dialogando con el presente.

Más allá de la técnica o la historia del arte, “Grau, la otra mirada” es una exposición necesaria. Porque en tiempos donde el olvido es fácil y el conflicto parece interminable, el arte se convierte en una forma de resistencia. Como lo afirmó la directora de la FUGA: “Sabemos que el arte es una herramienta fundamental para reconstruir el tejido social y dignificar la memoria de quienes han vivido el conflicto”.

Esta exposición del maestro Grau estará hasta el 3 de mayo en las salas de la FUGA, la cual puede visitar desde las 8:00 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde, de lunes a sábado. Durante la jornada de la Semana Santa, podrá disfrutar de esta sobras el sábado santo. 

Laura Valeria López Guzmán

En X: @Lauravalerialo

Redacción Bogotá

EL TIEMPO