Palo del Ahorcado: árbol con lúgubre historia será declarado patrimonio de Bogotá

El árbol, que cuenta las leyendas de hace varias décadas, será declarado 'bien de interés cultural'.

Así se vivió, en el Palo del Ahorcado en Ciudad Bolívar, el anhelado regreso del viacrucis el Viernes Santo de este 2022. Foto: Óscar Díaz | IDPC

22.12.2023 09:14 Actualizado: 22.12.2023 09:20

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Relatos terroríficos y una gran cantidad de supuestas muertes le dan historia a un antiguo eucalipto ubicado al sur de la capital colombiana, más exactamente en las montañas de la localidad de Ciudad Bolívar.

La leyenda que cuentan los habitantes de la zona es que en el árbol han muerto varias personas, por lo que lo nombraron el 'Palo del Ahorcado'. Sin embargo, no hay estadísticas ni estudios que respalden el fenómeno que da nombre al eucalipto, según la Alcaldía de Bogotá.

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El árbol se ha vuelto un símbolo de creencia y vida para los ciudadanos. Desde el año de 1.986, las parroquias de Candelaria La Nueva, El Tanque y Potosí se pusieron de acuerdo para volverlo la última estación del Viacrucis que se lleva a cabo cada Semana Santa.

De esta manera, los días en los que se conmemoran los últimos momentos de Cristo en la Tierra, los feligreses dejan cruces con sus nombres alrededor del eucalipto, como una representación de fe y sacrificio.

La historia del Palo del Ahorcado

Ernestina se desesperó tanto que se colgó en el árbol

La primera leyenda, que narra el origen del nombre del antiguo árbol, data de 1938, cuando la montaña, en la que el eucalipto despliega sus grandes raíces, no había sido muy explorada y los habitantes no transitaban de manera continua por allí.

Según contó Blanca Pineda, historiadora popular y raizal del barrio Perdomo, para la Alcaldía de Bogotá, la primera vez que alguien se ahorcó allí fue una mujer, conocida como Ernestina, de quien se dice que le quitó el marido a su comadre y vivió con él, a pesar de la excomunión de la iglesia.

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“Un día Pablo salió a desaguar y nunca regresó a la casa. Ernestina salió desesperada, buscando a su marido y él apareció muerto, con muchos rasguños desconocidos que para entonces decían que era el diablo. Ernestina se desesperó tanto que se colgó en el árbol”, relató Pineda.

Procesión al Palo del Ahorcado en Viernes Santo Foto:Ana Puentes / EL TIEMPO

Con el pasar del tiempo, las historias de ahorcados crecieron más y más. "Cada año uno le añadía, no, es que hay siete ahorcados, nueve ahorcados, once ahorcados, veinte ahorcados. Entonces, cada uno a su manera de ver y de contar la historia le agregaba ahorcados, y quedó el Palo Del Ahorcado", contó la historiadora.

Luego, los habitantes perdieron poco a poco el miedo y empezaron a bendecir el árbol con oraciones, y a pedir por su salud, felicidad y riqueza.

"Es un árbol que ha significado muchas cosas, entre otras razones porque es muy antiguo, ya estaba aquí cuando mi mamá y mi papá llegaron (...). Ha sido testigo de cómo hemos ido creciendo”, señaló para AFP Tatiana Pinilla, docente residente del sector de Potosí.

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Sin embargo, hace unos meses el eucalipto estuvo en peligro de ser talado, debido a la minería que se llevaba a cabo en área, que amenazaba con acabar con las leyendas y la tradición que los habitantes habían fomentado.

El Palo del Ahorcado, declarado patrimonio de la ciudad

Debido al peligro latente que rodeaba el árbol, el Consejo Distrital de Patrimonio Cultural dio una noticia positiva respecto a declarar el eucalipto como "bien de interés cultural". Algo que será oficial en los próximos días.

De esta manera, no solo se protegerá el árbol que cuenta las leyendas urbanas de los habitantes del sector, sino que todo el entorno que lo envuelve también se verá beneficiado. “Ese ecosistema es único porque es un espacio muy seco, pero también tiene cuerpos de agua”, indicó Pinilla.

Además, en esas hectáreas hace presencia una subespecie local de la alondra cornuda, característica por ser una pequeña ave que tiene una franja negra y color amarillo alrededor de su pequeño pico. Según la Asociación Colombiana de Ornitología, es una subespecie endémica y amenazada de las zonas secas del Altiplano Cundiboyacense.

Por lo tanto, mantener su hábitat conservaría la vida de las aves y el ecosistema local.