Noticia

Buen y mal uso de las redes

Conviene subrayar la necesidad de autocontrol, con el fin de preservar el uso razonable de ellas.

Jurista, profesor, exmagistrado y catedráticoActualizado:

En la época actual, sería torpe negar la importancia e influencia que han adquirido en todo el mundo las redes sociales, que son plataformas o estructuras digitales conformadas por miles de personas o entidades, conectadas entre ellas a partir de las facilidades de comunicación brindadas por el internet y las modernas tecnologías.

(También le puede interesar: Inexequibilidad diferida)

Como lo hicieron, en etapas decisivas a lo largo de la historia, adelantos como la escritura, la imprenta, el telégrafo, el teléfono, la radio o la televisión, esos instrumentos de comunicación han transformado de manera significativa las formas de relación social e interpersonal y, aunque todavía son muchas las comunidades que no tienen a ellas –así ocurre, infortunadamente, en extensas zonas de nuestro territorio, por causa de la ineficiencia estatal y de la corrupción (recuérdese el caso Centro Poblados)–, se han convertido en permanente e instantáneo punto de referencia en varios campos: el informativo, el periodístico, el artístico, el cultural, el deportivo, el religioso y hasta el jurídico, pero particularmente en el terreno político. Así lo han entendido dirigentes y jefes de Estado como Obama, Trump, Biden, Macron, Putin, el papa Francisco, Uribe, Santos y Petro, entre muchos otros.

Las redes sociales han permitido la comunicación inmediata de cosas que ocurren, que se buscan o que se quieren expresar, objetivos que en otro tiempo no eran de fácil para la generalidad de las personas. Son vías legítimas para la exposición pública de ideas, opiniones, conceptos, críticas o discrepancias –en ejercicio de la libertad de expresión–, así como para facilitar a la colectividad el pronto conocimiento de informaciones y datos de interés público.
No deben ser usadas para propagar las noticias falsas –los llamados “bulos” en España–; ni para calumniar o desacreditar a una persona o institución –lo cual implica responsabilidad penal y patrimonial–.
Además, es indudable su capacidad de servicio. No son pocos los casos en que, gracias a las redes, se logra ubicar el paradero de personas extraviadas o desaparecidas, o se consigue poner en o a familiares o amigos que hacía tiempo no se encontraban. Ha ocurrido muchas veces que el autor de un delito es descubierto, identificado y localizado por las autoridades, merced a la difusión de un video o de una fotografía.
En la esfera internacional, baste aludir a los procesos electorales adelantados en distintos países o a la guerra entre Rusia y Ucrania, así como al genocidio que se lleva a cabo en Gaza, cuyos horrendos episodios son seguidos por millones de s, prácticamente en vivo y en directo.

Así que los beneficios de las redes sociales están fuera de toda duda. Son invaluables instrumentos al servicio de los derechos y de las libertades. Hacen parte de conquistas logradas por la humanidad, y deben ser preservadas, estimuladas y usadas. Pero, claro, bien usadas, pues, como hemos reiterado, una cosa es el uso, y otra muy distinta, el abuso. Como dijo un ciudadano ante la tergiversación que, de una sentencia judicial, hiciera algún un : “Usa las redes, pero no enredes”.

Alguien escribió que “las redes sociales se han convertido en cloacas”, y, con razón, varias personas no acostumbradas a expresar sus opiniones en medio del insulto, la amenaza y la agresión han preferido retirarse de ellas.

Empero, el mencionado calificativo no es el más justo. Son muchos los s, en Colombia y en el mundo, que hacen uso correcto de las redes sociales. Pero conviene subrayar la necesidad de autocontrol –porque no cabe la censura–, con el fin de preservar el uso razonable y respetuoso de ellas. No deben ser usadas para propagar las noticias falsas –los llamados “bulos” en España–; ni para calumniar o desacreditar a una persona o institución –lo cual implica responsabilidad penal y patrimonial–; ni para generar pánico económico; ni para llamar al golpe de Estado; ni para prohijar o incentivar el delito ni para desfigurar decisiones judiciales o istrativas. Usémoslas bien.

Sigue toda la información de Opinión en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

Conforme a los criterios de

Saber más

¡Notamos que te gusta estar bien informado!

¡Notamos que te gusta

estar bien informado!

Para continuar leyendo, si ya eres suscriptor:

En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí