La riqueza de las naciones depende de sus capacidades de innovación

Salir de la violencia comporta la reconstrucción como sujetos sociales.

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Las movilizaciones cumplidas el pasado 20 de junio, no tuvieron el carácter aguerrido ni crispado de oposición virulenta y contestataria que sus promotores esperaban con los ojos abiertos y una animosidad palpitante, con ciudades incendiadas y monumentos derribados y con ellas bloqueos de vías para expresar su oposición a las reformas sociales.
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Si hubo, no es posible desconocerlo, grupos pequeños de anarquistas -que intentaron -sin lograrlo- encender hogueras oportunistas para predisponer y avivar conflagraciones generadoras de pánico y con él un pavoroso horizonte deslegitimador a fin de sacarle réditos políticos al conflicto societal que, desde hace décadas vive Colombia ese legado macabro que recibió el presidente Petro financiado por la reacción conservadora y fascista del ´uribismo´.
Lo evidente e incontrovertible de tal narrativa es el temor que profesan quienes advierten que el presidente Petro ha empezado a darle un curso acertado -no coactivo sino de convicciones netas-, a las políticas públicas de manera que el resultado sea una reciprocidad dinámica, solidaria y de cooperación social para alcanzar la paz total. Y esto es lo que más importa en política: no tanto cómo son realmente las cosas, sino como son percibidas.
Es preciso que todo ello vaya acompañado de una solidaria participación ciudadana, en la opinión pública informada y en la democratización del sistema político y de la sociedad; la responsabilidad de los científicos sociales y los humanistas en el escenario de la sociedad del conocimiento no se debe limitar al desempeño de una función de producción y diseminación de conocimientos especializados, sino que al mismo tiempo, comparta compromisos éticos y políticos con los principales valores del interés público.
De aquí la necesidad perentoria de crear una política científica que, a través de enfoques teóricos y esquemas metodológicos novedosos sea capaz de proponer e implementar soluciones.
Como de forma acertada lo expresara en su amplia bibliografía científica, el notable intelectual, investigador y académico en ciencias sociales de la Universidad Nacional de Colombia, Luis Jorge Garay, lleno de chispa y poseedor de una personalidad fascinante: “El punto de partida para la constitución del Estado de derecho democrático, es la inclusión del otro” en una sociedad en la que participemos todos con nuestras diversas concepciones del bien y de la moral con los diversos dioses y demonios, costumbres y tradiciones.
Colombia requiere acompañar solidariamente a su presidente en el empeño de consolidar las fuerzas participativas y los movimientos sociales progresistas para desarrollar las avanzadas cívicas tanto referidas al sistema productivo como las que tienen relación con la siembra de conocimiento y la producción de ciencia.
Es indudable que la riqueza de las naciones depende de sus capacidades de innovación, de la vitalidad de sus culturas y de la fuerza de sus sistemas de conocimiento y la fortaleza de sus marcos institucionales. De aquí la necesidad perentoria de crear una política científica que, a través de enfoques teóricos y esquemas metodológicos novedosos sea capaz de proponer e implementar soluciones a los innumerables problemas que toda sociedad, por su propia naturaleza, genera.
El profesor y filósofo Guillermo Hoyos Vásquez planteaba la necesidad inaplazable de llevar a cabo operaciones profundas y extendidas de interacción social y el conocimiento científico llamados en conjunto a proporcionar recursos conceptuales y humanos para la explicación y comprensión de la realidad para la orientación de la acción individual y colectiva. Este es un desafío inaplazable que tiene nuestro país en el corto plazo.
Salir de la violencia es un desafío social e intelectual que va mucho más allá del final mismo de las acciones violentas. Es un proceso que implica el reconocimiento del conflicto social que fue suplantado o silenciado por la violencia.
Salir de la violencia comporta la reconstrucción como sujetos sociales de aquellos cuya existencia misma fue amenazada o pretendidamente anulada. De allí que todo lo que esté a nuestro alcance para contribuir a la Paz Total que preconiza el gobierno del presidente Petro, debe ser expuesto sin mezquindades y con pleno entusiasmo.
ALPHER ROJAS C.

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