Pocos bares-restaurantes en el mundo se pueden atribuir la creación de una receta que le haya dado la vuelta al mundo. Harry’s Bar, de Venecia, fundado el 13 de mayo de 1931, se dio el lujo de crear dos: la del Bellini (coctel con prosecco y melocotón) y la del carpaccio, que en 1950 ideó uno de sus cocineros, en honor del pintor italiano Vittore Carpaccio.
ste lugar de la calle Valleresso, de la ciudad italiana, se convirtió en destino de personalidades de talla mundial. Hemingway, María Callas, Charles Chaplin, Winston Churchill fueron vistos en sus mesas y, seguramente, atendidos por su fundador, Giuseppe Cipriani (ya fallecido).
Su leyenda parte de un acto de generosidad: Cipriani era bartender en el hotel Europa. Uno de sus clientes, un norteamericano asiduo, dejó de ir de pronto. Al saber que era por falta de dinero, Cipriani le prestó para los tragos de una noche.
El turista desapareció; y tres años después llegó a pagarle y a proponerle abrir un bar. El sitio llevó el nombre del inversor: Harry Pickering.
El lugar tuvo un éxito innegable, pero no exento de altibajos.En su momento fue obligado a cerrar por el régimen fascista, por seguir atendiendo a clientes judíos, cuando estaba prohibido. Y, ya décadas después, el ministerio de
Cultura Italiano le otorgó el carácter de Monumento Nacional (2001).
REDACCIÓN DE CULTURA
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