Sex and the city marcó un antes y un después en la vida de las mujeres de fines de la década de los 90, al ver reflejadas sus complejidades en la pantalla chica.
Estrenada en 1998, se convirtió en una serie revolucionaria por su forma directa y fresca de retratar a mujeres, en sus treinta, que enfrentaban la vida con libertad, sin sentir culpas por manifestar sus deseos y sin pedir permiso. A través de las experiencias de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda, Sex and the city mostró a mujeres solteras explorando sus carreras, su sexualidad y sus relaciones desde una perspectiva realista y empoderada, rompiendo los moldes que la televisión y los medios habían perpetuado por décadas.
Uno de sus aportes más significativos fue desafiar los estereotipos tradicionales sobre la mujer soltera. Lejos de presentarlas como desesperadas por encontrar pareja, los personajes eran profundos, exitosos, contradictorios y, sobre todo, autónomos. Cada una de las amigas tenía una voz propia y aspiraciones distintas, lo que permitió mostrar una gama más real de lo que significaba ser una mujer a los 30 y sin responsabilidades familiares.
Lo que más se le aplaudió fue su abordaje del deseo femenino en un contexto en el que era tabú hablar de ello abiertamente. Sex and the city se atrevió a hacerlo con franqueza, humor y sin vergüenza. La serie abordó temas íntimos desde una mirada femenina, real y cotidiana, abriendo el camino para nuevas narrativas.
Más allá del amor y el sexo, la gran historia de fondo fue siempre la amistad. El vínculo entre las cuatro protagonistas se convirtió en un hito. Sex and the city demostró que la sororidad puede ser tan vital e importante como una pareja.
Además, la serie trascendió lo narrativo: marcó tendencia en la moda, influyó en la cultura pop y transformó la percepción mediática sobre las mujeres adultas y solteras. Además, empoderó a una generación al mostrar personajes que priorizaban su bienestar, sus deseos y sus decisiones, redefiniendo el equilibrio entre el amor y la independencia personal. Sex and the city tuvo 6 temporadas y terminó en el 2004. Dieciséis años más tarde, llegó And just like that, una continuación de la añorada serie que sigue a Carrie, Charlotte y Miranda transitar la vida a sus 50 años.
La tercera temporada de And just like that se estrenó el jueves en HBO Max, con las mismas actrices de Sex and the city. Las icónicas Sarah Jessica Parker (Carrie), Cynthia Nixon (Miranda) y Kristin Davis (Charlotte), acompañadas por un sólido reparto que incluye a Sarita Choudhury y Nicole Ari Parker.
En una mesa redonda con pocos medios internacionales, Sarah Jessica Parker habla con honestidad y calidez sobre su vínculo con el personaje que ha interpretado durante casi tres décadas, sobre cómo ha cambiado –y no tanto– Carrie Bradshaw, y sobre lo que sigue haciendo de esta historia un fenómeno tan vigente como entrañable.
¿Qué consejo le hubiera dado a Carrie en la primera temporada de Sex and the city? ¿Y qué consejo le daría ahora en esta tercera temporada de And just like that?
¿La verdad? Ninguno. No quiero darle ningún consejo. Honestamente, quisiera que Carrie viva toda la experiencia. No creo que a la audiencia le hubiera gustado ver Carrie Bradshaw transitar un camino más fácil. Lo interesante de los personajes, especialmente de las mujeres, es que han sido maravillosas, egoístas, desordenadas, honorables, grandes amigas, al tiempo que han fallado como amigas, como parejas, como madres. Si yo le diera consejos a Carrie, probablemente arruinaría las decisiones que han hecho que ella sea buena resolviendo conflictos, más paciente y trabajadora. Tengo como una alergia a la idea de “arreglarlo todo”. A veces, lo que hace interesante a alguien es precisamente lo que lo complica.
Son casi 30 años dándole vida a Carrie... ¿Cuánto de usted hay en ella? ¿Tiene influencia en quién es como personaje?
No sé si tengo influencia directa. Al inicio de cada temporada hablamos con Michael Patrick King (el creador de And just like that) sobre la historia, sobre lo que él quiere hacer y escucha nuestras opiniones. Creo que mi mayor influencia viene más de cómo me comporto como productora ejecutiva y como parte del equipo, en cómo nos relacionamos con el equipo técnico, es decir, con la gente que la audiencia no ve. En cuanto a las similitudes con Carrie, claro que las hay. A Carrie le encanta leer, a mí también. Amo los libros y lo que la literatura puede hacer por las personas.
Amo Nueva York: siempre soñé con vivir aquí antes de mudarme. Me duele la ciudad igual que a Carrie. Pero nuestras decisiones han sido muy distintas: llevo casi 30 años casada, tengo tres hijos y una vida social mucho menos intensa. Incluso la forma en la que ella camina por la calle y su relación con la moda son mucho más apasionadas que las mías. Y eso es justamente lo que hace que interpretarla sea tan divertido.
¿Qué ha sido lo mejor de ser Carrie? ¿Y, después de tanto tiempo, le sigue sorprendiendo el personaje?
Lo mejor es hacer la serie, estar con la gente: las actrices, Michael Patrick, el equipo... Y esa relación especial con Nueva York, fuera de mi propia relación con la ciudad. Hemos filmado en tantos rincones de Manhattan y otros barrios. No sé si todavía me sorprende, pero Carrie toma decisiones muy interesantes. Algunas muy inteligentes, otras no tanto, y es divertido interpretar eso. A veces es un reto hacerlo bien, pero creo que ella es un personaje fascinante, gracias al brillante guion de Michael Patrick y su equipo.
Después de tantos años, ¿cree que la serie ha tenido un impacto en usted como persona? ¿Ha cambiado su forma de ver la vida, las amistades, la sexualidad?
No sé si me ha dado claridad sobre mi propia vida, pero definitivamente sí me ha impactado. Me ha permitido mirar a mis amistades de otra forma, compararlas con las del show. Al principio me daba un poco de envidia el tiempo que Carrie pasaba con sus amigas… yo no tenía tanto tiempo libre. Pero me hizo desearlo, querer comprometerme más con eso. Mis amigas son fundamentales para mí. Pero no creo que la serie me haya servido como un ‘manual’ de vida. Mi realidad ha sido muy distinta a la de Carrie: no tuve una vida de soltera como la de ella ni la misma relación con la ciudad o con la moda. Pero amo a Carrie, y ha sido un privilegio interpretarla.
Si pudiera volver al pasado, ¿hay algo del show original que cambiaría?
Yo sé que esto va a sonar extraño, pero la verdad es que no vi la mayoría de los capítulos. Muy al principio empecé a verlos y me di cuenta de que no soy capaz de ver cosas en las que actúo. Ni películas, ni fotos. Así que no recuerdo bien las historias, apenas momentos o escenas del rodaje. Pero probablemente sí: hay cosas que hoy tal vez se hubieran contado distinto, o con otro lenguaje. El mundo cambió, y eso hace que algunas cosas pudieran haberse hecho de otra manera. Pero no podría decirte exactamente cuáles.
En una entrevista hace unos pocos días, dijo que después de grabar el piloto no estaba segura de querer hacer televisión. ¿Hoy cree que la televisión es el medio ideal para explorar emociones como actriz?
Hoy, todos los formatos pueden ofrecer calidad, innovación, ideas frescas. Pero en los años 90, hacer televisión implicaba contratos de siete años, sin posibilidad de salirse. Y eso me asustaba: yo venía de hacer cine, teatro, cosas distintas. Hasta que alguien me explicó que HBO era distinto. Que podíamos romper las reglas, hacer una o dos temporadas, decidir sobre la marcha. Y así fue.
Hoy, los actores pasan de un medio a otro, sin estigmas. Solo se trata de encontrar buenos proyectos y buenas personas con quienes trabajar. Y eso es maravilloso.