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'Pareciera que para ser feminista toca tener 30 años', Florence Thomas

La escritora y activista hace un repaso de las luchas del movimiento en los 60, 70, 80 y 90.

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Florence Thomas llegó a Colombia en 1967 recién casada con un hombre, pero se quedó por las mujeres. Por los vínculos que tejió con ellas, por los silencios que acompañaban las conversaciones sobre política, economía y sociedad, y por el ruido excesivo que había alrededor de las recetas para el almuerzo o el último producto del mercado que aseguraba un hogar inmaculado. La situación de las colombianas y su propia historia la llevaron a explorar el feminismo.
Han sido más de 50 años en los que esta académica francocolombiana se ha dedicado a estudiar y a hablar de conceptos como la ciudadanía plena de las mujeres, el aborto, las relaciones amorosas, roles, violencias y estereotipos de género a través del Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional y de su columna semanal en las páginas de EL TIEMPO.
(Lea la última columna de Florence Thomas en EL TIEMPO: Un estatuto de igualdad para las mujeres)
A sus 80 años decidió emprender un nuevo proyecto que solo tiene como fin asegurar una memoria viva de las luchas feministas en Colombia de los 60, 70, 80 y 90 y entregar el legado a la generación de mujeres para que siempre recuerden que los derechos de los que ahora gozan tienen una lucha que otras batallaron.
Para este propósito, Thomas y otras mujeres de diferentes organizaciones convocaron para este 12, 13 y 14 de septiembre un encuentro nacional de feministas de los años 60, 70, 80 y 90 –las de la segunda ola–, para recoger colectivamente el legado y entregarlo el próximo año, en otro evento, a las nietas, a las feministas de la cuarta ola.

¿Por qué un encuentro para ir al pasado y hacer memoria de lo caminado por la segunda ola feminista en Colombia?

Hay dos razones. La primera muy personal y es que dos muy amigas mías del Grupo Mujer y Sociedad, que sigo coordinando, murieron. Además yo cumplí 80 años y siento que es momento de encontrarnos para hablar de lo que hicimos durante los 60, 70, 80 y 90, tiempo en el que estuvimos atravesadas por el conflicto armado por completo. La segunda razón es por una impresión mía de que las jóvenes no tienen mucha memoria del pasado y queremos entregarles un legado histórico a ellas, a las nietas.
Virginia Gutiérrez

Virginia Gutiérrez Foto:Archivo EL TIEMPO

¿Y por qué apenas están pensando en entregar ese legado? ¿Han tenido alguna resistencia en hacerlo?

No ha habido mucho o y queremos que ellas tengan algo que puedan consultar fácilmente. Es un ejercicio interesante, como para nosotras lo fue lo que nos contaba Virginia Gutiérrez de Pineda sobre las poblaciones y el patriarcalismo. Nunca se parte de la nada.

La pregunta anterior iba a qué tanto les ha costado propiciar el relevo generacional en el liderazgo de las organizaciones de mujeres, pues hoy muchas de las feministas de la segunda ola siguen dirigiendo esas organizaciones.

Creo que son cosas muy distintas. Pero una compañera sí me decía que para ella era difícil ver a su organización manejada por jóvenes que, a su juicio, se desviaban del objetivo de esta. Pero eso es normal. En mi caso es diferente porque soy académica.

¿Qué ha sido lo más difícil en la transición intergeneracional de los feminismos?

El encuentro intergeneracional, especialmente con la cuarta ola, ha sido muy difícil. Les reconozco su trabajo, la construcción de nuevos relatos con nuevos medios y las redes sociales. Pero siento que están muy fragmentadas y hay tensiones inmensas con relación a las diversidades e identidades sexuales y de género. Sin embargo, nosotras también lo vivimos un poco con el tema del aborto. Y pues en los feminismos siempre hay tensiones. Aunque no es buena la fragmentación porque termina siendo bueno para la derecha.

¿Es fácil conversar con las feministas de la cuarta ola?

No es fácil porque hablamos otro lenguaje, porque ellas ahora abordan muchos temas en los que poco me he metido o tengo reclamos al respecto. Por ejemplo, mi generación se peleó durante 40 años para que visibilizaran a las mujeres y ahora han encontrado el truco para borrarnos. Ya no se habla de mujeres, sino solo de personas gestantes. Mi generación no puede aceptar eso después de lo que nos tocó luchar.
Una base social sólida se manifestó y trabajó con fuerza para lograr la despenalización en Colombia.

Una base social sólida se manifestó y trabajó con fuerza para lograr la despenalización en Colombia. Foto:Victoria Holguín

¿En ese aspecto, en el tema de las identidades y diversidad sexogenéricas, encuentra las brechas intergeneracionales que separan a las feministas de la segunda ola de las de la cuarta?

Está la experiencia trans, el lenguaje incluyente, la diversidad identitaria. Temas que también las dividen a ellas.

¿Podría atribuirle como culpa de la fragmentación que vive ahora el feminismo al hecho de que ustedes no tocaran los temas identitarios antes?

Es extraña la pregunta porque nosotras también tuvimos temas muy polémicos y siempre tratamos de encontrarnos, como la doble militancia, la relación del feminismo con la izquierda, el aborto. Será interesante cuando nos encontremos con ellas el próximo año. Habrá que ver qué va a pasar.
El movimiento #MeToo y sus voceras fueron reconocidos como personaje del año por la revista ‘Time’ en 2017.

El movimiento #MeToo y sus voceras fueron reconocidos como personaje del año por la revista ‘Time’ en 2017. Foto:AFP

En su época era difícil autoidentificarse feminista. ¿Siente que ahora está de moda hacerlo, que es más fácil hacerlo? Pues vemos incluso mujeres de derecha o de orillas ideológicas distintas que se reconocen feministas y, por ejemplo, se oponen tajantemente al aborto.

El feminismo es un concepto mucho más fácil de usar. En esto, el Me Too abrió un campo inmenso. Ya las personas hablan con menos temor del aborto, por ejemplo. Además en la actualidad no se presentan tanto los problemas que vivimos nosotras, cuando los hombres estaban muy cómodos en su posición. Hoy son más temerosos y cuidadosos.

El legado lo construirán en el encuentro de esta semana, pero podría trazar, grosso modo, esa herencia de luchas que ustedes les entregarán a las más jóvenes…

Cuando llegué a Colombia en 1967, las mujeres votaban, pero no había mucho más. En los 70 si acaso eran ocho o nueve mujeres en el Congreso. Había ausencia de las mujeres en la política. El conflicto armado tocó especialmente a las mujeres y era un problema que nos copó la agenda por completo. Había que atender el desplazamiento forzoso, las violencias sexuales. Mientras trabajábamos en este marco, seguimos trabajando por la construcción de ciudadanía, por más participación política, por más leyes a favor de las mujeres. En los 90 iniciamos con políticas públicas con enfoque de género, se crearon las primeras secretarías de la mujer. A diferencia del contexto de la generación de la cuarta ola, a nosotras nos tocó convocar a punta de teléfono para impactar lo político y social. Y, aun así, estábamos en las calles gritando “Mi cuerpo es mío, sobre mi cuerpo decido yo” o “Democracia en el país, democracia en la casa y democracia en la cama”. Con estas consignas empezamos a hablar de la recuperación del cuerpo. Abonamos el terreno para las legislaciones y la firma de pactos internacionales como la Cedaw (Convención sobre la eliminación de todas las formas de violencias contra las mujeres).

¿Algún mea culpa que deberían de hacer?

Nos reprocharon bastante la ausencia de miradas sobre las mujeres afrodescendientes e indígenas. Pero repito, había unas urgencias y no podríamos resolver todo a la vez. Y nos concentramos en el conflicto armando, violencias contra las mujeres, participación política y construcción de ciudadanía. Acepto y reconozco esas omisiones.

De los caminos abiertos en la lucha feminista, ¿qué dejaron pendiente?

Muchas cosas y diría que lo que dejamos más pendiente fue la participación política. Tal vez no la trabajamos lo suficiente y no advertimos lo necesario que era, por ejemplo, la paridad..
La iniciativa establece las denominadas listas paritarias

La iniciativa establece las denominadas listas paritarias Foto:iStock

Aunque aumentó la participación política de las mujeres en estas elecciones regionales, algunas cifras no son alentadoras…

De eso hablé en una de mis columnas. Las mujeres apenas representan el 16 por ciento de las candidaturas a las alcaldías. Y tenemos dizque una ley de cuotas del 30 por ciento. Nosotras no estamos en el piso, sino en el sótano de la democracia. Los hombres no deberían seguir siendo los que dictan cómo hay que vivir.

¿Qué discusiones del feminismo de su generación cree que ya quedaron superadas, entendidas y profundizadas?

Yo creo que ninguna discusión ha terminado. El tema de las violencias lo iniciamos y continúa muy vigente. Hemos avanzado mucho en los derechos sexuales y reproductivos, pero miren lo que ocurrió en Estados Unidos. En la economía del cuidado hay que seguir caminando, aunque ya es algo reconocido. Tampoco hemos logrado la paridad. Hay que seguir luchando.

Uno de los temas que van a plantear en el reencuentro es la relación entre el feminismo y la vejez. Cuénteme más al respecto, que es algo relativamente novedoso…

Es un tema que ha sido muy poco tratado en mi generación. Pareciera que para ser feminista toca tener 30 años. En el Grupo Mujer y Sociedad envejecimos juntas y casi nunca hablamos de esto. Solo hacíamos chistes sobre que todo nos dolía. Además conversar de esto es muy bonito porque ahora están conviviendo hasta cuatro generaciones de mujeres por familia. En mi tiempo si mucho eran tres generaciones. Tener o con las nietas y bisnietas permite envejecer de una manera muy distinta. Yo les digo a las jóvenes: “Hablen con sus abuelas antes de que se mueran”. Pregúntenles por lo que han sufrido, hecho y logrado. Antes no se indagaba en eso
NATALIA TAMAYO GAVIRIA 
REDACCIÓN DOMINGO
X: @nataliatg13

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