En las COP no se habla de cultura, pero, para expertos, los saberes étnicos y ancestrales también son claves en la lucha por la conservación

Ni en la COP16 de Biodiversidad, que se realizará este año en Colombia, ni en la COP30 de Cambio Climático, que se realizará el próximo año en Brasil, se hablará en las discusiones diplomáticas sobre la cultura o la relación que esta tiene con la conservación de la naturaleza y la restauración de los ecosistemas, pese a que no debería ser así, según los expertos. Esta fue una de las grandes conclusiones del foro 'Biodiversidad, ética, cultura y sociedad', el tercer encuentro de los foros ‘‘Conexión biodiversidad’.

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El encuentro, organizado por el Foro Nacional Ambiental y el Ministerio de Ambiente en alianza con diferentes actores como EL TIEMPO, la Embajada de Suecia en Colombia y el Pnud, entre otros, reunió esta semana al ministro de las Culturas, Juan David Correa; a la rectora de la Universidad de los Andes, Raquel Bernal Salazar; al profesor e investigador, Manuel Guzmán-Hennessey; y a la directora de la maestría en Educación Ambiental de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, Mercedes Callejas.

En el espacio, el ministro de las Culturas, Juan David Correa, enfatizó en que la protección de la biodiversidad es un asunto ético y también un asunto cultural, aunque muchas veces no se vea así. Esto, en su concepto, porque los discursos que han mostrado la relevancia de la crisis ambiental no han sido capaces de permear en las personas para que estas puedan entender la importancia de que esta problemática se vuelva una discusión del día a día, que va más allá de lo científico y que atraviesa por completo la forma en la que vivimos.

“Realmente la cultura es eso que somos con relación al territorio, no estamos separados. Es importante imaginar una acción distinta y entender que nuestro conocimiento depende de la noción biocultural. Por qué nos seguimos oponiendo a los sistemas de conocimientos como si no fueran complementarios. (...) Por qué insistimos que lo ancestral va en otra vía a lo científico. Son discusiones públicas que se están dando y que aplaudo”, señaló Correa.

El funcionario, además, resaltó que una pregunta que hay que hacerse es por qué, por ejemplo, hoy un joven que habita una urbe o gran ciudad colombiana no se siente parte de un país bioculturalmente diverso. “¿Qué quiere decir que no reconozcamos nuestros territorios en sus condiciones diversas?”, cuestionó el jefe de la cartera cultural.m 

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Por su parte, la rectora de la Universidad de los Andes, Raquel Bernal Salazar, señaló que hoy el gran reto de las universidades y centros de aprendizaje es incluir todas esos conocimientos y debates multiculturales en la educación de los próximos profesionales del país, para que estos puedan aportar a la solución de la triple crisis climática no solo desde lo científico, sino también desde lo étnico y lo ancestral.

“En esta coyuntura tan complicada, porque además nos arrolla la cuarta revolución industrial y la inteligencia artificial, las universidades no podemos ser solo guardianes del conocimiento sino que debemos ser laboratorios para proponer soluciones de hoy y del futuro”, enfatizó Bernal.

En su concepto, el sector educación se ha “equivocado” al no transmitir la diversidad cultural que existe en el país, como una herramienta que puede ayudar a enfrentar la problemática a la que nos encontramos en términos climáticos.

“Como en la educación y en la investigación se necesita que se fomente una nueva ética hacia la investigación hacia la naturaleza. (...) Queremos formar a quienes estarán al frente de esa batalla global en un futuro. En la educación nos hemos equivocado de que esa diversidad de cultura no la hemos transmitido”, añadió la directiva.

Por su parte, el profesor e investigador de la Universidad del Rosario, Manuel Guzmán-Hennessey, resaltó que este encuentro fue, probablemente, el primero no solo en Colombia sino también en América Latina, que incluye a la más alta autoridad en términos de cultura dentro de los debates climáticos para que plantee preguntas que debían hacerse pero que estaban en deuda de realizarse.

“El tema de la cultura es un tema absolutamente ausente de las convenciones de cambio climático y de biodiversidad. Esta pregunta que se hizo esta mañana Juan David aquí no está en la agenda de la COP16. No se va a hablar de cultura en la COP16 y mucho menos estará en la agenda de la COP30 de Cambio Climático. Nosotros estamos en una trampa civilizatoria, y la trampa no es de la economía, es de la cultura y consiste en que a pesar de que sabemos que debemos abandonar los combustibles fósiles lo más pronto posible, sabemos al mismo tiempo qu9e no podemos hacerlo. Porque no podemos desconectar la economía del statu quo que representa el consumo intensivo de carbono y la respuesta a esa pregunta no la tiene la economía, la respuesta a esa pregunta la tiene la cultura. Y la educación debe facilitar un pensamiento crítico para encontrar respuestas a esta pregunta”, destacó el investigador.

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Finalmente, la directora de la maestría en Educación Ambiental de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, Mercedes Callejas, aseguró que “hay algo en lo que se ha fallado en la educación” y que es importante entender cómo se puede avanzar en la contribución que se hace a la formación de las personas a través de la ética para las discusiones claves del futuro de la humanidad, como la lucha contra el cambio climático y pérdida de biodiversidad.

Callejas resaltó durante el encuentro las ideas del filósofo y sociólogo francés, Edgar Morin, quien invita a hacer una mirada sobre la ética de forma triádica: la ética individual -que tiene que ver con la actuación de cada uno de nosotros-, la socioética -que es que trabajamos colectivamente en busca de la justicia y la equidad- y la antropoética -donde reconocemos la mirada colectiva sobre el género humano que busca realmente que haya una sostenibilidad y podamos pensar en un futuro y una vida digna para nuestras generaciones-. Dicha visión, en su concepto, es clave para comprender que existe un futuro y que para llegar allí se requiere del aporte de todos.

“Quisiera finalizar con una idea de María Novo, publicada en la revista Foro como ‘La utopía de la sostenibilidad’, cuando nos invita a pensar que el cambio comienza por cada uno de nosotros. Y además de ser un cambio ecológico, un cambio social, un cambio político, es ante todo un cambio de conciencias. Tenemos que desarrollar más como sociedades y como personas nuestro vínculo ético con la naturaleza y con las generaciones futuras”, agregó Callejas.

EDWIN CAICEDO

Periodista de Medioambiente y Salud

@CaicedoUcros