El desarrollo humano implica hoy la pérdida de biodiversidad; cambiar esa realidad requiere de un nuevo modelo, asegura el Pnud

En 2024, el mundo alcanzó un récord en desarrollo humano global, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud). Sin embargo, sacar a millones de personas de la pobreza, impulsar las economías globales y ofrecer productos y servicios al planeta, en un modelo global interconectado, también se ha traducido en pérdida de biodiversidad, uno de los principales factores de la triple crisis climática. 

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Por eso, según expertos, se requiere de un nuevo modelo desarrollo humano basado en la naturaleza, que entienda que si bien los humanos estamos atravesando una época histórica conocida como antropoceno donde somos hoy por hoy la especie que domina y utiliza en gran medida los recursos del planeta, ese uso se tiene que hacer de forma sostenible, para evitar poner presiones sobre la Tierra, como lo que estamos generando hoy al talar bosques, contaminar ríos y emitir gases de efecto invernadero, por solo nombrar algunos de los impactos

Esa fue una de las conclusiones que surgió de la sesión ‘Biodiversidad y desarrollo humano’, el quinto de los Foros Conexión Biodiversidad, un grupo de catorce conferencias para hablar sobre diversidad biológica de camino hacia la COP16 organizadas por el Foro Nacional Ambiental y El Ministerio de Ambiente en conjunto con otros actores como EL TIEMPO, WWF Colombia, la Alcaldía de Cali, la Embajada de Suecia en Colombia, el Pnud y Noticias Caracol.

Si bien, de acuerdo con Tapia, en gran medida el mundo es consciente de lo que tiene que hacer, las acciones no se están dando, lo que favorece que el actual modelo siga existiendo y permitiendo que para sacar a miles de la pobreza se tengan que talar bosques o desechar residuos contaminantes directamente en los ecosistemas hídricos.

“Los equilibrios y desequilibrios que vemos en el planeta están muy ligados a los equilibrios y desequilibrios que experimentamos en nuestras sociedades. Puede haber círculos viciosos, en donde aparezcan choques ambientales que exacerban las desigualdades, y por las dinámicas de nuestras sociedades eso se transforma en mayores presiones planetarias que aumentan los riesgos. Parte del desafío es cómo transformar este círculo vicioso en un círculo virtuoso, y para ello es clave el empoderamiento de las personas”, resaltó el experto.

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Según señala el investigador, lo que se requiere es que exista una mayor “capacidad de agencia”, es decir que las personas se empoderen y empiecen a realizar o exigir esos cambios que se requieren para que el mundo empiece a cambiar hacia un modelo distinto. “A pesar de que en muchos casos parece que supiéramos lo que tenemos que hacer, las cosas no están ocurriendo y los cambios no están pasando”, señaló Tapia.

Una muestra de ello es lo que está sucediendo hoy con los países desarrollados, donde si bien durante toda la época moderna mucho del crecimiento crecimiento y bienestar social de sus habitantes estuvo directamente ligado al impacto de los ecosistemas, el Índice de Desarrollo Humano del Pnud encontró que, en los últimos 10 años, los países con mayor Índice (que son también los más ricos) han mejorado su desarrollo humano sin aumentar la presión al planeta. De acuerdo con la organización esta desvinculación representa un cambio significativo respecto a años anteriores en los que ambos aumentaban juntos.

En ese sentido, aseguró Tapia, uno de los problemas es la aproximación que se tiene para enfrentar los retos que se afrontan: por ejemplo, dijo, hay estudios que muestran que las acciones de conservación dentro de comunidades indígenas tienen mayor impacto en la restauración y protección de la naturaleza, si se comparan con las realizadas en otros territorios. Es decir: las soluciones existen, solo hay que utilizar las correctas.

Por eso, destacó el investigador, es clave entender que para mejorar el desarrollo humano del planeta se requiere de equidad, cuidado de la naturaleza e innovación, tres factores esenciales que deben funcionar en conjunto. Y además, se debe impulsar la afirmación de que pese a los impactos que generamos actualmente “las personas no tienen que ser el problema”.

“Es esencial un nuevo enfoque ponga en el centro a las personas. Las personas no tienen que ser el problema, sino que pueden ser los conductores hacia la mejoría de los equilibrios planetarios, pero para ello debe existir un nivel de empoderamiento que nos ayude a todos a navegar el antropoceno”, añadió Tapias.

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Por su parte, Jimena Puyana Eraso, gerente de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Pnud Colombia, destacó que es clara la evidencia de que existe una dicotomía entre desarrollo y conservación, y que en el caso de Colombia el Informe Nacional de Desarrollo Humano. Colombia: territorios entre fracturas y oportunidades muestra existen tres tipos de territorios para el país donde se refleja esa realidad.

El primer tipo es el de las zonas que cuentan con alta integridad ecológica ―medida en el porcentaje de ecosistemas naturales frente a los transformados―, pero que sin embargo tienen bajos niveles de desarrollo humano, siendo los principales allí los ubicados en la Amazonia, la Orinoquía y el Pacífico. El segundo tipo son aquellos que tienen un moderado índice de desarrollo humano pero una media o baja integridad ecológica, allí se ven zonas tan importantes como los páramos y los ecosistemas de alta montaña, que son claves para la provisión de agua. Finalmente están los territorios con bajo desarrollo humano y una baja integridad ecológica, donde hay áreas como los ecosistemas secos, ubicados en su gran mayoría en departamentos del Caribe, como La Guajira.

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Mientras que Mónica Andrade, coordinadora del Área de Ambiente y Energía en el Pnud Ecuador, enfatizó en que estamos en una etapa en la que hemos desestabilizado los sistemas que necesitamos para nuestra propia subsistencia, y eso se ha hecho a una velocidad y una escala que no tiene precedentes. Para ella, el gran reto es crear un enfoque integral y multidimensional de lo que implica el desarrollo, considerando no solo el crecimiento económico.

De acuerdo con Andrade, un ejemplo claro es el caso de Ecuador, donde los impactos sociales hoy surgen a partir de desequilibrios ambientales, es decir las zonas afectadas por desastres naturales son las zonas donde se ve el desarrollo económico, sin embargo, en las zonas donde existe una mejor conservación se enfrentan a otra realidad: a costa de no arrasar con la naturaleza haya pocas oportunidades de desarrollo.

“Ecuador es un país megadiverso, así que podemos imaginar su riqueza que pone al país en una posición privilegiada en términos de diversidad biológica, ecológica y cultural, que son puntos fundamentales para alcanzar ese deseado desarrollo sostenible. Pero también su ubicación geográfica lo hace vulnerable al cambio climático. Y es allí donde empiezan los retos. ¿Cómo logramos alcanzar un desarrollo humano sostenible en un país donde hay muchos desequilibrios ambientales? (...) Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos uno de cada 4 ecuatorianos vive por debajo del umbral de la pobreza, con un ingreso mensual menor de 87 dólares, al menos uno de cada 10 ecuatorianos subsiste como menos de 49 dólares al mes, ya eso ya lo sitúa en el umbral de la pobreza extrema. Seis provincias tienen más del 25 % de su población de pobreza extrema, cinco en la Amazonia y una en la costa, en las zonas con mayor riqueza natural y de biodiversidad del país. Aquí vemos esa incoherencia de un país rico en biodiversidad, en su riqueza natural, pero con muchos desafíos sociales”, señaló Andrade.

EDWIN CAICEDO

Periodista de Medioambiente y Salud

@CaicedoUcros