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'En la Universidad Nacional, el Gobierno impuso como rector a un usurpador’: Paloma Valencia / Entrevista de María Isabel Rueda

La senadora del Centro Democrático explica el porqué de su satisfacción con la reforma de la educación, pero muestra su alarma por la elección del rector de la Nacional.

Paloma Valencia, senadora del Centro Democrático

Paloma Valencia, senadora del Centro Democrático Foto: Ministerio de Educación

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Pasa a último debate en plenaria de Senado la reforma de la educación, bastante ‘peluqueada’, eso sí. La senadora Paloma Valencia explica: ‘(al proyecto del Gobierno) logramos mantenerle el sistema mixto de educación y defender el derecho de los colombianos a escoger entre la pública o privada, en lo que debemos avanzar para garantizar la calidad’.

Senadora Paloma, pasó la reforma de la educación y vi a la oposición muy contenta. ¿Por qué?

Porque se logró un acuerdo. Colombia necesita una ley estatutaria que permita que las visiones distintas sobre la educación puedan convivir. El proyecto del Gobierno tenía una visión estatista y dedicada solamente a la educación pública, eliminando las posibilidades de tener, apoyar y hacer crecer al sistema mixto, que incluye el sector privado. La idea es que la ley permita que tanto el desarrollo de la visión de izquierda –donde solo lo público importa– o la visión que esperamos desarrollar en el próximo gobierno, donde prime la calidad orientada por el derecho del ciudadano a escoger.

O sea que lograron peluquear bastante el proyecto del Gobierno...

Logramos modificaciones que fueron sustantivas, buscando proteger la autonomía universitaria. Quitamos un tremendo artículo con el que pretendían que los rectores fueran elegidos por voto popular. Y eliminamos la noción de la educación como bien público, que traía otros hijitos, donde el Estado podía entrar a mirar la istración y a tomar decisiones, incluso frente a instituciones privadas.

Pero no quedó completamente blindada la autonomía universitaria. Porque finalmente el Gobierno terminó imponiendo al rector de la Nacional...

Forzaron a una elección totalmente ilegal, ya hay un rector que es Peña. Múnera es un usurpador. El Gobierno quería volver regla general este drama. Legalizar la persecución política que ha vivido Peña. El Gobierno quería acabar –como lo hicieron– con la autonomía del Consejo Superior para definir las reglas y elegir el rector. Querían imponer para todas las universidades los resultados de la “elección popular”. Lo que pasó en la Nacional fue gravísimo, y sienta un mal precedente.
Encapuchados en el Edificio Uriel Gutiérrez y el rector designado José Ismael Peña.

Encapuchados en el Edificio Uriel Gutiérrez y el rector designado José Ismael Peña. Foto:Cortesía y Universidad Nacional

¿O sea, politizar la educación como en la Nacional?

Totalmente. El Gobierno no quedó contento por la elección del rector de la Nacional, y querían a otro. Las amenazas contra la representante estudiantil fueron tan brutales, así como el bullying del Gobierno, que la obligaron a renunciar. Con esas nuevas mayorías hicieron una elección, como si la Nacional no hubiera elegido ya. Es gravísimo lo que pasó. Desconocieron la decisión del Consejo Superior para elegir e imponer lo que el Gobierno quería.

¿Y eso podría terminar ocurriendo en el resto de universidades, incluyendo las privadas?

El proyecto del Gobierno pretendía eso. Abrir las universidades a la contienda política. No están preocupados por una dirección que procure mejoras en la calidad, sino por una que les ponga votos, que les ayude a avanzar en su proyecto político.

¿Y qué más le limpiaron al proyecto del Gobierno?

Había artículos que pretendían que el Estado solo pudiera invertir en educación pública, y eso es matar el sistema mixto. Obligarnos a todos, especialmente a los más pobres, a la educación pública solamente. Las universidades privadas requieren sistemas de crédito subsidiado, programas de becas, programas de excelencia, como Ser Pilo Paga, participación en recursos de investigación. Colombia necesita poder tener colegios en concesión, que han dado mejores resultados que los colegios públicos. Tenemos que avanzar en bono escolar para los niños de menores ingresos, para que el padre de familia escoja entre el colegio público o el privado pagado por el Estado. La división de la educación no es entre pública y privada, sino entre educación de calidad y educación sin calidad. Y el Estado debe invertir, con una relación costo-beneficio, en la educación con calidad, no importa quién la preste. Logramos también incluir un factor que es determinante para la educación, que es la empleabilidad.

¿Entendida cómo?

La academia tiene que conversar con el sector privado para entender las necesidades del mercado, y para que los jóvenes que se formen tengan oportunidad de conseguir trabajos que transformen la vida. Porque la educación transforma la vida en la medida en que abre oportunidades de empleo, genera empresas o permite entrar en el sistema productivo. Entonces, logramos la empleabilidad con un criterio importante en la educación.

¿Y en materia de calidad, qué se logró?

La calidad requiere evaluaciones, de verdad. Las que tenía planteadas el Gobierno eran casi que conversaciones con los docentes, cuando lo que se necesita es poder evaluar la calidad del conocimiento que se les está dando a los estudiantes y la calidad de los docentes que tenemos.
Paloma Valencia, senadora del Centro Democrático.

Paloma Valencia, senadora del Centro Democrático. Foto:Mauricio Moreno. EL TIEMPO

Tradicionalmente muchos docentes han sido rebeldes a que se los evalúe...

Pero hay que hacerlo. Fecode, que no acepta que los evalúen, ya anuncia un paro. El paro de Fecode es principalmente por el fracaso del sistema de salud, pero seguramente este paro será una excusa del Gobierno para eliminar la evaluación. No lo podemos permitir. La Constitución es muy clara. Los derechos de los niños están por encima de todos los demás. La educación docente tiene que ser una realidad, y tenemos que saber si alguien es bueno para promoverlo y premiarlo. Pero si un profesor es malo, y no mejora, que busque otro oficio, porque los niños tienen derecho a un buen profesor. Además, logramos que los resultados que tengan los estudiantes en una materia sean también un criterio auxiliar de evaluación del docente.

¿Y eso cómo se mide?

Usted puede encontrar un colegio donde a los estudiantes más o menos les va igual en casi todas las materias, y resulta que hay una donde les va pésimo. Entonces, ahí tiene una señal de alarma sobre el profesor. Y, lo mismo, hay regiones donde a los estudiantes les va supremamente mal en muchísimas materias, pero les va muy bien en una; entonces, ahí tiene una señal de un superprofesor a quien hay que cuidar y promover, formar y exaltar. Y puede que cuando el profesor presente el examen no le vaya bien, pero cuando se trata de inspirar a los niños sea un fenómeno, y eso les cambia la vida.

Algo más tuvieron que haberle peluqueado al proyecto original del Gobierno, porque, por su cara, no se podría decir que la ministra de Educación estaba igualmente feliz...

El proyecto hablaba mucho del arte, de la cultura, de los saberes ancestrales, de las tradiciones, como fundamentales en toda la educación, y logramos incluir las tres competencias básicas de la educación: lectoescritura, ciencias y matemáticas, que no estaban mencionadas en ninguna parte del proyecto.

No puede ser... ¡Eso es fundamental!

Usted puede adicionar todo lo que quiera, pero lo básico de la educación es lo que evalúan las pruebas Pisa, que en Colombia perdemos cada vez que se hacen. Por eso era muy importante incluir esas materias. Ni siquiera se mencionaban y son lo básico de la educación y en lo que estamos fallando de manera grave. Nuestros niños leen mal, entienden poco, tienen conocimientos y habilidades matemáticas insuficientes, igual pasa con las ciencias.

¿Y en cuanto a la gratuidad?

Todos los derechos fundamentales y los proyectos de gratuidad se mantuvieron, tal cual los traía el Gobierno. Lo que pasa es que esta ley es estatutaria, entonces, en muchos sentidos, es simplemente una promesa. Nosotros estamos convencidos de que no se trata de crear nuevas universidades públicas, sino de darles cupos en instituciones con calidad, porque la educación que cambia la vida de las personas es la que tiene calidad. Abrir universidades de garaje no es la solución. Veremos qué hace el Gobierno.

¿La prohibición de ingresar a las universidades por parte de la Fuerza Pública se mantiene?

Pues, no quedaron consagrados ni la prohibición ni el permiso de ingresar. Ahí nos quedamos, digamos, neutrales. Aquí se ha malinterpretado que la autonomía da para que usted pueda sacar a la Fuerza Pública del campus universitario. La autonomía se refiere a las decisiones, a los presupuestos, pero los temas de seguridad y orden público deberían estar siempre en cabeza del Presidente. Impresiona que, mientras el Gobierno se metía en la elección del rector, estuviera secuestrado el edificio de istración de la Universidad Nacional, e impedirlo sí fuera un asunto relacionado con la autonomía universitaria.

Y además, hay la grave sospecha de que personas ajenas al estudiantado están prácticamente viviendo adentro de la universidad, armando sus explosivos. Con frecuencia se enfrentan con la Fuerza Pública y obstruyen las vías...

No solamente eso. Usted se encuentra focos de reclutamiento de grupos ilegales y terroristas; se encuentra estudiantes que llevan más de 10 años subsidiados por el Estado, metidos en las universidades haciendo proselitismo político y quitándole el cupo a alguien que lo necesita. Y se encuentra con que cada paro afecta a un estudiante de bajos recursos que estudia en una universidad pública y lo que necesita es graduarse rápido, para poder entrar a trabajar. Cuando usted obliga a que una carrera, en vez de durar cinco años, dure siete u ocho, el daño es para el estudiante.

Y en estos días veía otro problema que tenemos, por culpa de la complejidad geográfica, o de los problemas de orden público: que hay unos lugares de Colombia donde es imposible nombrar a un profesor. Y con la disculpa de esa vacante, la población va y se toma vías como la Panamericana; y también con esa disculpa, se vienen a Bogotá a manifestar, –como pasó con la toma de la Nunciatura–... Oí al ministro del Interior opinar cuando le preguntaron: ¿Es cierto que hay no solamente campesinos e indígenas en ese “congreso de los pueblos”? A lo que respondió: “No puedo ser tan ingenuo como para descartar que ahí hay de todo”.

Es que hay de todo. Y en cuanto al problema de los profesores, cuando a usted le dicen que se tiene que ir para Argelia, Cauca, pues el profesor dice que a ese municipio con tanta violencia no se quiere ir. Entonces hay que llamar al siguiente que sigue en el examen, que tampoco se quiere ir... Aquí tiene que haber flexibilidad que garantice que haya docentes; la solución sería que las personas que son de ese municipio y que viven allá puedan asumir cuando la primera persona rechaza.

¿Usted quedó totalmente satisfecha con esta reforma?

No es perfecta. Yo habría querido unas apuestas mucho más claras en torno, por ejemplo, a la inteligencia artificial, que va a cambiar la educación. El proyecto recoge muchas de las consagraciones que quería el Gobierno, pero eliminamos la posibilidad de imponer un sistema que meta a las universidades en la política y las estatice. Defendimos un sistema mixto, que es lo que tiene Colombia. Esta es la única manera de defender la libertad de elección del estudiante y de la familia, que debe poder decidir a dónde va el esfuerzo del Estado. Esto no es una discusión entre si el Estado puede financiar universidades privadas o públicas. Lo que se necesita es que la plata del Estado se invierta con un criterio costo-beneficio, en donde el estudiante obtenga la mejor calidad posible, para cambiar su vida. Es la garantía de que este país tenga igualdad de oportunidades. Hoy, el mayor problema de equidad que tiene Colombia, sin duda alguna, es la educación. El premio Nobel de economía Michael Kremer hizo una investigación sobre un programa escolar que se hizo en Colombia que se llamaba ‘Paces’ y muestra que los resultados de transformación de la vida de los estudiantes que fueron a los colegios privados financiados por el Estado fue que un porcentaje muy significativo logró salir de la pobreza; disminuyó la deserción escolar y aumentó la capacidad de entrar a la universidad. Yo creo que eso es lo que uno quisiera, que la educación se vuelva un motor de movilidad social, no un discurso ideológico de la universidad pública versus la privada. Aquí es la educación de calidad versus la educación sin calidad.
La senadora por el Centro Democrático Paloma Valencia, en la respuesta al discurso de la posesión de Gustavo Petro.

La senadora por el Centro Democrático Paloma Valencia, en la respuesta al discurso de la posesión de Gustavo Petro. Foto:Prensa Centro Democrático

Ni debe ser una trinchera de revoltosos que atacan a la Fuerza Pública y bloquean las vías...

Una de las cosas más interesantes que me contaba mi abuelo cuando abrió la Universidad de los Andes es que le llegaron muchos estudiantes de la Nacional y él les decía, ¿pero usted cómo se va a salir de semejante universidad, para venirse a esta? Y le respondían: ‘Profesor Laserna, porque yo soy una persona de muy pocos recursos... Y necesito graduarme rápido, no puedo seguir perdiendo tiempo’. La violencia en las universidades cumple con los intereses de algunos, pero afecta a los estudiantes que lo que quieren es estudiar.

Entonces, ¿la reforma ya es una realidad?

Creo que la plenaria va a aprobarla con el acuerdo, pero me preocupa mucho la conciliación, donde la Cámara de Representantes tratará de revivir un proyecto que refleja la visión de la educación de la izquierda sectaria. El Gobierno tiene que entender que a través de una ley estatutaria no puede restringir la alternancia de poder; de lo contrario, será difícil que el proyecto avance.

​MARÍA ISABEL RUEDA

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