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Noticia
Una lucha efectiva contra el cambio climático evitaría casi 2 millones de muertes anuales, dice informe de la OMS
El documento, publicado ad portas de la COP29 sobre el cambio climático, señala cómo este fenómeno se relaciona con miles de fallecimientos y genera costos asociados a la atención de enfermedades.
Cambio climático (foto de referencia) Foto: iStock
La salud es el argumento para enfrentar el cambio climático, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe que indica que la lucha contra este fenómeno podría salvar casi 2 millones de vidas al año. Este informe, para el cual se consultó con más de 300 expertos, se publica en la antesala a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), que se celebrará este año en Bakú (Azerbaiyán), desde mañana.
“La salud no es una cuestión secundaria y las consecuencias sanitarias de la inacción climática se sienten en todos los sectores, ya sea la estabilidad económica, la educación, el trabajo decente, la justicia y la cohesión social, la paz y la seguridad, el comercio, la asistencia para el desarrollo o la gobernanza. No podemos abordar la experiencia vivida del cambio climático si la salud se considera un tema separado en las negociaciones y acciones climáticas”, dice la OMS.
¿Por qué se afirma que la salud y el cambio climático no deben verse como asuntos separados? Puesto en términos simples, porque lo que sucede con el clima afecta profundamente el bienestar humano en términos de salud, pero también sociales y económicos.
“Los efectos directos del cambio climático desencadenan o empeoran las enfermedades no transmisibles y los problemas de salud mental, alteran los patrones y la distribución de enfermedades transmisibles, zoonóticas y transmitidas por vectores, plantean amenazas a la salud y los derechos sexuales y reproductivos, incluida la salud materna, neonatal e infantil, generan dificultades financieras debido a los costos de salud de bolsillo y aumentan la frecuencia y la gravedad de las pandemias y las emergencias sanitarias a gran escala”, dice el informe.
Un ejemplo de lo anterior, según la OMS, son las cifras de las enfermedades no transmisibles (ENT) como las cardiovasculares, respiratorias, el cáncer o la diabetes, que causan alrededor de 41 millones de muertes al año, siendo el 74 % del total de fallecimientos –de los cuales 17 millones son prematuros–. El cambio climático y la contaminación del aire aumentan los riesgos de ENT y la contaminación del aire está relacionada con casi 7 millones de muertes prematuras al año; además, el 85 % de las muertes por contaminación del aire son causadas por este tipo de enfermedades, dice el informe, que añade que las ENT sobrecargan los sistemas de salud.
El cambio climático aumenta la demanda de atención en salud, pero también daña la infraestructura sanitaria, altera la continuidad de la atención y provoca emergencias globalizadas, incluido un mayor riesgo de pandemias: OMS
“El cambio climático aumenta la demanda de atención en salud, pero también daña la infraestructura sanitaria, altera la continuidad de la atención y provoca emergencias globalizadas, incluido un mayor riesgo de pandemias”, se expone.
Esto se agrava por la mayor frecuencia de olas de calor, inundaciones y tormentas, que también causan muertes y contribuyen a la saturación de los sistemas de salud. De hecho, solo en 2023 las personas se enfrentaron a un récord de 50 días más de calor extremo, algo que puede llevar a riesgos de la salud como trastornos renales, accidentes cerebrovasculares, resultados adversos del embarazo, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, insuficiencia orgánica y muerte.
La catástrofe de la Dana en Valencia, España Foto:Especial para EL TIEMPO
También en relación con el aumento de temperatura, la OMS advierte que 2.410 millones de trabajadores en el mundo, el 71 % de la población laboralmente activa, están expuestos a un calor excesivo, resultando en 22,85 millones de lesiones y 18.970 muertes anuales por golpe de calor y otras ENT. Incluso, el año pasado se calcula que se perdieron 512.000 millones de horas laborales potenciales en las industrias de agricultura, construcción, servicios y manufactura debido a la exposición al calor, lo que corresponde a una pérdida potencial de ingresos de 835.000 millones de dólares, según el documento.
La Organización Mundial de la Salud también habla del impacto del cambio climático en la salud mental, por ejemplo, porque el aumento de las temperaturas empeora las condiciones preexistentes y aumenta las tasas de ingreso hospitalario y el riesgo de suicidio. Además, estudios han descubierto que el calor extremo y una mayor exposición a la polución del aire se asocian a diversos a síntomas depresivos, ansiedad y suicidio. “Se prevé que el costo de las condiciones de salud mental como resultado directo de los peligros relacionados con el clima, la contaminación del aire y el inadecuado a los espacios verdes alcance casi los 47.000 millones de dólares por año para 2030”, se lee.
De otra parte, el cambio climático también impacta las enfermedades infecciosas que se transmiten por vectores, por ejemplo, por mosquitos, como el dengue, la malaria, la vibriosis y las infecciones respiratorias, incluidas la neumonía, la legionela, la tuberculosis, la covid-19 y la gripe.
El cambio climático también impacta las enfermedades infecciosas que se transmiten por vectores, por ejemplo, por mosquitos Foto:iStock
Además de lo que la crisis climática produce directamente sobre la salud humana, la OMS también habla de impactos indirectos en el bienestar debido a lo que el clima genera en entornos sociales, económicos y comerciales.
Impactos indirectos
En ese sentido se habla de cómo el cambio climático amenaza con revertir los avances en materia de desarrollo económico y podría empujar a 132 millones de personas a la pobreza extrema para 2030; también se incrementan los riesgos de conflictos porque se exacerban los factores sociales, económicos y ambientales existentes. Del mismo modo, el cambio climático impulsa la migración, el desplazamiento y la marginalización.
La OMS señala que “el impacto económico global de la pérdida de biodiversidad asciende a 10 billones de dólares anuales, incluidos los costos de atención médica derivados del aumento de la transmisión de enfermedades y las pérdidas agrícolas causadas por la disminución de las poblaciones de polinizadores”.
En general, por estos y otros costos asociados, la organización mundial de la salud afirma que los beneficios económicos en la salud que tienen las acciones contra el cambio climático superan los costos de implementar dichas acciones.
Para evitar daños mayores a los que ya están sucediendo se sugiere intensificar las medidas de mitigación y las de adaptación, así como mejorar la gestión de pérdidas y daños para abordar los impactos que no se pueden prevenir.
No hay camino a seguir para mejorar la salud de las personas y el planeta que no pase por una rápida eliminación de los combustibles fósiles: OMS
La primera medida, de acuerdo con el informe, es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, en ese sentido, la OMS dice que “no hay camino a seguir para mejorar la salud de las personas y el planeta que no pase por una rápida eliminación de los combustibles fósiles”.
En esta área, el progreso actual es insuficiente, en 2022 hubo niveles récord de CO2 y los combustibles fósiles todavía representan el 80 % de la energía primaria mundial y los países los financian y subvencionan masivamente.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, para 2022 se estimó que los subsidios anuales a los combustibles fósiles por parte de los gobiernos le costaron al mundo 7 billones de dólares. Poniendo esa cifra en contexto, la OMS recuerda que para 2019 el gasto mundial en salud fue de más o menos 9 billones de dólares.
Otra medida de cara a enfrentar el cambio climático es que los países dejen de subvencionar estos combustibles y de depender de ellos, reajustando los sistemas económicos e invirtiendo en alternativas sostenibles. La OMS calcula que eliminar los subsidios tiene el potencial de reducir considerablemente las emisiones globales de CO2 y evitar alrededor de 1,2 millones de muertes prematuras al año asociadas a la contaminación del aire. Esta misma reforma, dice el informe, generaría ingresos por alrededor del 3,6 % del PIB mundial que podrían usarse para la inversión pública en salud, desarrollo y clima.
La OMS calcula que eliminar los subsidios a los combustibles fósiles tiene el potencial de reducir considerablemente las emisiones globales de CO2 y evitar alrededor de 1,2 millones de muertes prematuras al año asociadas a la contaminación del aire Foto:Europa Press
En cuanto a los sistemas de gestión de daños, en la COP27, realizada en 2022, se creó un fondo para brindar asistencia financiera a los países en desarrollo, con el cual se espera cubrir las pérdidas causadas por fenómenos climáticos extremos. Para este fondo los países prometieron una financiación de 770 millones de dólares, pero las demandas proyectadas podrían superar el billón de dólares para 2050.
Finalmente, la OMS habla de invertir en soluciones de eficacia probada, y señala que con aplicar cinco intervenciones, entre ellas tener sistemas de alerta contra los efectos del calor en la salud, usar energías no contaminantes en los hogares o generar una regulación eficaz de precios para los combustibles fósiles, se podrían salvar casi dos millones de vidas al año y obtener 4 dólares de beneficios por cada dólar invertido.
Financiamiento, tema central de la COP29*
La COP29 se realizará del 11 al 22 de noviembre en Baku, Azerbaiyán. Foto:Tomada de X: @COP29_AZ
Este año, el tema principal de la COP29 será la financiación, una discusión para nada fácil teniendo en cuenta que un Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre Financiamiento Climático –comisionado por la ONU– estimó que se necesitarían alrededor de 2,4 billones de dólares de inversión al año para 2030 para países emergentes –excluyendo a China– para programas de transición energética justa, adaptación y resiliencia, gestión de pérdidas y daños y conservación y restauración de la naturaleza. Esa cifra es cuatro veces la que se dedica actualmente a estas áreas, teniendo en cuenta que para 2019 se movilizaron apenas 550.000 millones de dólares.
Así pues, las negociaciones climáticas de este año girarán alrededor de cómo lograr el compromiso mundial de recaudar esos miles de millones de dólares para que los países en desarrollo enfrenten eficazmente la crisis climática.
¿Quiénes deben pagar? Es de recordar que la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCC, por su sigla en inglés), adoptada en Río de Janeiro (Brasil) en 1992, enumeró a países obligados a proporcionar ayuda financiera al resto del mundo debido a su responsabilidad histórica, entre ellos están Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Reino Unido, Canadá, Suiza, Turquía, Noruega y Australia, entre otros, que se comprometieron en 2009 a proporcionar 100.000 millones de dólares anuales hasta 2025. Sin embargo, para 2023, ese objetivo no se había cumplido.
Bajo ese escenario, los países que en 2015, durante la COP21, firmaron el Acuerdo de París –tratado internacional sobre el cambio climático– se comprometieron a que en la COP29 acordarían un nuevo objetivo financiero más allá de 2025.
¿De dónde saldrá el dinero? Actualmente, la mayor parte de la ayuda financiera se canaliza a través de bancos de desarrollo o fondos gestionados conjuntamente con los países afectados, como el Fondo Verde para el Clima (12.800 millones de dólares prometidos por los países donantes para 2024-2027) o el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (5.000 millones de dólares para 2022-2026). Esto ha sido cuestionado, sin embargo, porque buena parte de las ayudas en realidad son préstamos.
La diplomacia financiera también se juega mucho en el Banco Mundial, el FMI y el G20, cuya presidencia brasileña quiere crear un impuesto global sobre los más ricos. El jefe de la ONU, António Guterres, ha promovido ideas de impuestos innovadores, como aplicar una tasa a la aviación o el transporte marítimo.
Estas propuestas están siendo estudiadas, así como otras que hablan de reorientar los subsidios de las energías fósiles hacia energías limpias o cancelar la deuda de los países pobres a cambio de inversiones climáticas. Otra propuesta, impulsada por Azerbaiyán, es que los productores de energías fósiles financien un nuevo “concepto” de fondo para los países en desarrollo.