La lucha contra la mortalidad infantil ha alcanzado un hito histórico. Las cifras publicadas por el Grupo Interagencial de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (Igme) revelan que el número de niños que fallecieron prematuramente antes de cumplir los cinco años se redujo a 4,9 millones en 2022, lo que significa un descenso del 51 por ciento desde el año 2000.
La mortalidad infantil es un indicador crítico de la salud pública que refleja la calidad de vida y el a los servicios de salud en una sociedad. Existen diversas causas que contribuyen al fallecimiento de menores de 5 años, muchas de las cuales son prevenibles con intervenciones adecuadas.
Entre las principales causas se encuentran las enfermedades infecciosas, como las infecciones respiratorias agudas, la neumonía, la diarrea y las infecciones gastrointestinales. Estas enfermedades suelen ser más graves en los niños debido a su sistema inmunológico aún en desarrollo y su vulnerabilidad a las complicaciones.
En Colombia, el Instituto Nacional de Salud (INS) registró hasta el 9 de marzo 182 muertes probables en menores de cinco años: 90 por infección respiratoria aguda (IRA), 50 por enfermedad diarreica aguda (EDA) y 42 por desnutrición aguda (DNT).
El pediatra Ignacio Manrique Martínez explica en TopDoctors Latam que para evitar estas condiciones es importante la lactancia materna exclusiva durante los primeros cuatro a seis meses de vida del bebé.
Según el experto, esta práctica fortalece el sistema inmunológico del lactante, proporcionándole defensas contra diversas enfermedades, incluidas las infecciones respiratorias. Además, es fundamental controlar el estado nutricional del niño, asegurando una alimentación equilibrada y adecuada.
La literatura científica también destaca que en épocas de frío es esencial abrigarse adecuadamente para protegerse del clima adverso y prevenir enfermedades respiratorias. Se deben evitar los cambios bruscos de temperatura, ya que pueden afectar la salud respiratoria, especialmente en los niños. Especialistas recomiendan consumir alimentos ricos en vitaminas A y C, que fortalecen el sistema inmunológico y ayudan a prevenir infecciones respiratorias.
Por ahora, las autoridades celebran que las muertes infantiles por esta causa estén disminuyendo. “A través de décadas de compromiso por parte de individuos, comunidades y naciones para llegar a los niños a través de servicios sanitarios de bajo costo, de calidad y eficaces, hemos demostrado que tenemos los conocimientos y las herramientas para salvar vidas”, afirmó Catherine Russell, directora ejecutiva de la Unicef, quien también elogió los dedicados esfuerzos de los trabajadores sanitarios y los agentes de salud comunitarios en varios países, cuyo compromiso ha contribuido a este notable descenso.
Y es que uno de los factores que influía notablemente en la mortalidad infantil es la falta de atención médica calificada durante el embarazo, el parto y el posparto, puesto que suele aumentar el riesgo de complicaciones tanto para la madre como para el bebé. Entre estas complicaciones se incluyen la asfixia al nacer, la prematuridad, el bajo peso al nacer y las malformaciones congénitas, que pueden conducir a un aumento de la mortalidad infantil si no se detectan y manejan adecuadamente.
Las condiciones socioeconómicas también desempeñan un papel crucial en la mortalidad infantil. La pobreza, la falta de a agua potable, saneamiento adecuado y la alimentación nutritiva son factores que aumentan el riesgo de enfermedades y complicaciones que pueden resultar en la muerte de un niño.
En consecuencia, a pesar de estos avances, el informe señala que aún queda un largo camino por recorrer para acabar con todas las muertes evitables de niños y adolescentes, ya que millones de ellos siguen falleciendo por causas tratables, como complicaciones en los partos prematuros, neumonía, diarrea y paludismo.
La mayoría de estas muertes se producen en África subsahariana y Asia meridional, lo que pone de manifiesto las disparidades regionales en el a una atención sanitaria de calidad.
El informe también señala que la inestabilidad económica, los conflictos, el cambio climático y los efectos persistentes de la pandemia siguen socavando los progresos y exacerbando las disparidades existentes en las tasas de mortalidad.
“Aunque se han producido avances positivos, cada año millones de familias siguen sufriendo la devastadora angustia de perder a un hijo, a menudo en los primeros días de vida”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, al revelar las cifras del informe.
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