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Noticia

Estudios analizan nuevas consecuencias de la contaminación del aire en la salud humana

Para el promedio de las personas, la contaminación del aire es más peligrosa que el tabaco o el alcohol.

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. Foto: Europa Press

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PERIODISTA DE CIENCIAActualizado:

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La contaminación del aire es uno de los mayores riesgos para los seres humanos. Es uno de los problemas ambientales más severos a nivel mundial que afecta no solo la salud de toda una sociedad, calidad de vida, sino que además incide en su expectativa de vivir más años.

​(Le puede interesar: Anatomía de un ‘match’: el impacto de las aplicaciones de citas en la salud mental)

Colombia no es la excepción y las cifras así lo revelan, de acuerdo con las investigaciones del Índice de Calidad de Vida del Aire (AQLI) el país ocupa el sexto lugar de los más contaminados de Sudamérica. El estudio además señala que la contaminación atmosférica por partículas finas (PM2,5) o Material Particulado (por sus siglas en inglés), acorta en 10 meses la expectativa de vida que tienen en promedio los colombianos.
En el mundo, para el promedio de las personas la contaminación del aire es más peligrosa que el tabaco o el alcohol y la amenaza es peor en el sur del Asia, su epicentro mundial, pese a las mejoras de China, de acuerdo con estudios recientes. Pese a ese panorama, la financiación para enfrentar este reto es una fracción de la destinada a luchar contra las enfermedades infecciosas, según una investigación del Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago (EPIC).

​Los expertos han señalado que las partículas finas se relacionan con enfermedades pulmonares, cardiopatías, accidentes cerebrovasculares y cáncer.
De esta manera, si el mundo redujera de forma permanente estos contaminantes hasta alcanzar el límite fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida de una persona promedio aumentaría en 2,3 años según los datos recogidos hasta 2021. 

En comparación, el consumo de tabaco hace caer la expectativa de vida mundial en 2,2 años, mientras que la desnutrición infantil y materna es responsable de una reducción de 1,6 años.

La exposición prenatal a la contaminación se asocia a mayores riesgos para la salud mental

El impuesto nacional al carbono lo pagan empresas que en su actividad emiten al ambiente gases provenientes de la combustión de gasolina, AM, kerosene, ‘jet fuel’, ‘fuel oil’ y gas natural.

Se cree que la contaminación podría afectar negativamente a la salud mental a través de numerosas vías, como la alteración de la barrera hematoencefálica, el fomento de la neuroinflamación y el estrés oxidativo, y la penetración directa en el cerebro y el daño de tejidos. Foto:MAURICIO MORENO. EL TIEMPO

En otras líneas de investigación se ha abordado también la relación entre la contaminación atmosférica  y la aparición de problemas de salud mental. Se cree que la contaminación podría afectar negativamente a la salud mental a través de numerosas vías, como la alteración de la barrera hematoencefálica, el fomento de la neuroinflamación y el estrés oxidativo, y la penetración directa en el cerebro y el daño de tejidos.

Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Bristol, por ejemplo, trató de examinar el impacto a largo plazo de la exposición a la contaminación atmosférica y acústica durante el embarazo, la primera infancia y la adolescencia en tres problemas de salud mental comunes: las experiencias psicóticas (incluidas las alucinaciones, como oír o ver cosas que los demás no pueden, y los delirios, como tener pensamientos muy paranoicos), la depresión y la ansiedad.
Los investigadores utilizaron datos de más de 9.000 participantes del estudio de cohortes de nacimiento Children of the 90s de Bristol (también conocido como Estudio Longitudinal Avon de Padres e Hijos), que reclutó a más de 14.000 mujeres embarazadas de la zona de Bristol entre 1991 y 1992, y ha seguido la vida de las mujeres, los niños y sus parejas desde entonces.

Al vincular los datos de la primera infancia de las participantes con sus informes de salud mental a los 13, 18 y 24 años, los investigadores pudieron utilizarlos para trazar un mapa de la contaminación atmosférica y acústica exterior en el suroeste de Inglaterra en distintos momentos.

Los investigadores descubrieron que aumentos relativamente pequeños de las partículas finas durante el embarazo y la infancia se asociaban con más experiencias psicóticas y síntomas de depresión muchos años después, en la adolescencia y al principio de la edad adulta. Estas asociaciones persistieron tras considerar muchos factores de riesgo relacionados, como los antecedentes psiquiátricos familiares, el estatus socioeconómico y otros factores a nivel de zona, como la densidad de población, la privación, los espacios verdes y la fragmentación social.
La doctora Joanne Newbury, autora principal del estudio, señaló: "La infancia, la adolescencia y los primeros años de la edad adulta son periodos críticos para el desarrollo de trastornos psiquiátricos: en todo el mundo, casi dos tercios de los afectados enferman antes de los 25 años. Nuestros resultados se suman a un creciente conjunto de pruebas -de diferentes poblaciones, lugares y con distintos diseños de estudio- que sugieren un impacto perjudicial de la contaminación atmosférica (y potencialmente de la contaminación acústica) en la salud mental".

​La investigación, en la que participaron investigadores del King's College de Londres, el University College de Londres y la Universidad de Cardiff, fue financiada por la Universidad de Bristol, Wellcome, el Consejo de Investigación Económica y Social (ESRC), el Consejo de Investigación Médica (MRC), el Instituto Nacional de Investigación Sanitaria y Asistencial (NIHR) y el Consejo de Investigación del Medio Natural (NERC).
El equipo halló que cada aumento de 0,72 microgramos por metro cúbico de partículas finas (PM2,5) durante el embarazo y la infancia se asociaba a un aumento del 11 por ciento y del 9 por ciento de las probabilidades de sufrir experiencias psicóticas, respectivamente; mientras que la exposición en el embarazo se asociaba a un aumento del 10 por ciento de las probabilidades de sufrir depresión. En cambio, una mayor exposición a la contaminación acústica durante la infancia y la adolescencia se asoció posteriormente con más síntomas de ansiedad.
"Esto es muy preocupante, porque la contaminación atmosférica es una exposición muy común y las tasas de problemas de salud mental están aumentando en todo el mundo. Dado que la contaminación es también una exposición prevenible, las intervenciones para reducir la exposición, como las zonas de bajas emisiones, podrían mejorar la salud mental. Las intervenciones dirigidas a grupos vulnerables, como las mujeres embarazadas y los niños, también podrían ofrecer la oportunidad de reducir más rápidamente la exposición", indica la doctora Newbury.

La investigadora además subraya que aunque estos resultados, por sí solos, no prueban una asociación causal, otros estudios recientes han demostrado que las zonas de bajas emisiones parecen tener un impacto positivo en la salud mental.

​REDACCIÓN SALUD*
​Con información de AF y la Universidad de Bristol

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