Antes de Navidad, el país cerró con la noticia de que tendría un partido político más. Soy Porque Somos, movimiento político de Francia Márquez y que puso en el Congreso a la primera representante palenquera, Cha Dorina Hernández, recibía la personería por cuenta de la llegada de Márquez a la vicepresidencia y a la curul de Hernández.
Con la designación del miércoles pasado, ya son oficialmente 37 partidos políticos los que reconoce el Consejo Nacional Electoral (CNE). De tener en promedio 16 partidos, variando esta cifra con los que perdían la personería y la ganaban con el umbral, el acuerdo de paz y otras determinaciones trajeron una 'explosión' de partidos.
El escenario político es muy parecido al panorama posterior a la Constitución de 1991. En un intento por acabar con el sistema bipartidista que se implantó en Colombia por más de un siglo, se abrió la puerta a la libre creación de partidos políticos, con pocos requisitos más allá de unas miles de firmas.
El país llegó a tener casi 60 partidos ante la explosión partidista, por lo que en 2003 se tuvo que liderar una reforma política para tratar de frenar la atomización de las colectividades. Se estableció el umbral, que es alcanzar cierta votación para lograr, mantener o perder la personería jurídica, es decir, el reconocimiento oficial como partido político.
Primero se estableció en el dos por ciento de la votación y en 2009 hubo una nueva reforma para subirlo al tres por ciento. Esto hizo que se depurara la inmensa cantidad de partidos y quedaran en promedio 16 colectividades, entre las tradicionales, las recién surgidas y las personerías otorgadas a los ganadores de las curules afro. Además, estaba el fallo que le devolvió la personería jurídica a la UP ante el genocidio político perpetrado por actores del Estado.
Sin embargo, la actual 'explosión' de partidos parte de los acuerdos de paz de la Habana. Una de las condiciones de los acuerdos era traer mayor participación política, por lo que se relajaron los requisitos para la entrega de personerías. Además, se hizo énfasis en la necesidad de devolver el reconocimiento político a aquellos movimientos que fueron víctimas de la violencia. A esto hay que sumarle el partido Comunes, que fue la colectividad que se les entregó a los que dejaron las armas.
A los esfuerzos del acuerdo de paz hay que sumarle la sentencia que le entregó la personería jurídica a Colombia Humana, usando como base el estatuto de oposición. Con estos dos precedentes se gestó la actual explosión de partidos políticos.
Fundamentados en el acuerdo de paz, el Nuevo Liberalismo solicitó su personería bajo el argumento de que habían desaparecido ante la persecución del narcotráfico y el paramilitarismo a sus integrantes, Después de varias instancias, la Corte Constitucional consideró dichos argumentos y les devolvió el reconocimiento como partido.
Bajo esa sentencia, al menos ocho partidos más recibieron la personería, entre los que están Verde Oxígeno (Ingrid Betancourt), Movimiento de Salvación Nacional (Álvaro Gómez), Partido Comunista Colombiano, Nueva Fuerza Democrática (Andrés Pastrana), y otros.
En el marco de relajar las condiciones para la entrega de personerías, el uso del estatuto de oposición no solo le entregó la personería a Colombia Humana, partido de Gustavo Petro, sino que por esa misma vía obtuvieron el reconocimiento Fuerza Ciudadana, colectividad de Carlos Caicedo que avaló la candidatura petrista en 2018, y la Liga de Gobernantes Anticorrupción, partido de Rodolfo Hernández.
Por otro lado, el umbral, que había servido para controlar los partidos, se convirtió en una herramienta más usada para favorecer la explosión de partidos. Los partidos encontraron en las coaliciones una forma de hacerle el quiebre y desde hace varios comicios es raro ver un partido que pierde la personería. A través de las alianzas han logrado permanecer.
Además, esta figura también ha servido para entregar nuevas personerías. Se acogió la tesis de que la personería debía extenderse a todos los movimientos y partidos que superaban el umbral en la coalición y bajo esa figura aparecieron Independientes (Daniel Quintero), En Marcha (Juan Fernando Cristo), Todos Somos Colombia y ahora último Soy Porque Somos.
Aunque algunos hablan de una alta expresión democrática, la enorme cantidad de partidos podría llegar a ser problemática, como comentan distintos expertos. “La existencia de un número tan alto de partidos políticos afecta mucho la posibilidad de confirmar tanto un partido o coalición de gobierno, como una coalición de partidos de oposición”, le dijo a EL TIEMPO el académico Eduardo Pizarro.
En esa misma línea se ha manifestado Armando Novoa, exmagistrado del CNE y quien participó en el Congresito tras la constituyente de 1991. Para este, son varios los problemas que trae esta cantidad de colectividades. No necesariamente implica más pluralismo y democracia, puede generar confusión en los electores”, declaró Novoa.“
En ese mismo sentido, advirtió que los controles electorales son más complejos ante la cantidad de actores y también hace más difícil la rendición de cuentas. Por otro lado, recordó que entre más partidos, toca repartir en más pedazos la ‘torta’ de la financiación estatal”, lo que significa menos recursos para el ejercicio político.
Por último, Novoa coincidió con Pizarro: “tiene un impacto sobre las relaciones gobierno-legislativo, el diálogo con las bancadas para el trámite de iniciativas del ejecutivo se hace más complejo, impacta la gobernabilidad”.