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'Las distancias': el libro sobre el hijo de Luis Carlos Galán antes de casarse

Las distancias, una de las novedades de la Filbo, es una novela de no ficción. Habla su autor.

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“La paradoja absoluta de esta historia es que un hombre no le tuviera miedo a expulsar a Pablo Escobar de su grupo (político) y a mantener un pulso con el narcotráfico como el que le costó la vida, pero sí temiera lo que iban a decir de él las élites bogotanas por haber tenido un desliz con la muchacha del servicio”.
Así introduce Sergio Ocampo Madrid el contexto que marca desde el nacimiento al protagonista de su cuarta novela: Luis Alfonso Galán Corredor, el hijo mayor de Luis Carlos Galán.
La trayectoria de Ocampo, nacido hace 59 años en Medellín, se ha cruzado varias veces con la historia de Galán, uno de los políticos colombianos más célebres del siglo pasado. Como periodista cubrió la última campaña presidencial del líder santandereano, asesinado en 1989, y en 2012 lo perfiló para el libro Retratos de nuestras gentes.
Hace casi una década le encargaron que hiciera una novela sobre su vida, con motivo de los 25 años del magnicidio, pero él prefirió dedicarse a una propia, titulada Limpieza de oficio.
Finalmente, hace un lustro terminó cediendo a su sino de escribir una novela sobre Galán, pero no sobre Luis Carlos —“un héroe de tragedia griega, con un destino inevitable”—, sino sobre Luis Alfonso, un Galán de vereda que nació de la unión del tres veces candidato a la Presidencia con María Isabel Corredor, una empleada doméstica de los Galán Sarmiento.
Fondo de Cultura Económica
200 páginas
$ 46.000

Fondo de Cultura Económica 200 páginas $ 46.000 Foto:

¿Cómo llega a ese personaje en busca
de autor?
El Ministerio de Cultura me encargó un perfil de Luis Carlos Galán para el libro Retratos de nuestras gentes. Leyendo a Alonso Salazar en La parábola de Pablo, si mal no recuerdo, me enteré de que, siendo joven, Galán tuvo un hijo con la empleada del servicio. Eso me pareció fascinante. Lo busqué por Facebook y le escribí. Un poco displicente, me contestó algo así como “a mí no me gusta la prensa”. Yo le dije que no era periodista hace rato.
Luego, creo que por pena, me dijo: “¿Por qué no se toma un café conmigo?”. Nos reunimos en el Illy (de la carrera 15 con 87, en Bogotá). Hablamos una hora y al final le dije: “Hermano, el personaje de novela, que siempre creí que era su papá, es usted, y yo quiero hacerle un libro”. Eso fue hace cinco años.
¿De dónde sale el título de Las distancias?
De una frase muy colombiana: “Hay que mantener las distancias”. ‘Las distancias’ tiene todas las significaciones que me interesan para esta novela. Evidentemente hubo reconocimiento de que Luis Alfonso era hijo, hubo apoyo económico, pero manteniendo las distancias. Entre él y su papá hubo una distancia emocional muy grande hasta el último día. En el libro no dice “papá” en ninguna parte porque es una palabra de gran cercanía. Siempre se habla de “mi padre”, de “Él” con mayúscula, por la veneración hacia la figura de su papá.
Su tragedia es que siempre tuvo a Galán como héroe, pero no como papá. La vida se lo llevó cuando la relación empezaba a ser cercana, antes de que pudiera comenzar a amarlo. Les quedó faltando tiempo. Eso me parece clave, porque de alguna manera esto es una carta al padre por persona interpuesta.
Su tragedia es que siempre tuvo a Galán como héroe, pero no como papá. La vida se lo llevó cuando la relación empezaba a ser cercana, antes de que pudiera comenzar a amarlo.
¿A qué género pertenece su novela?
Es una novela de no ficción, en el sentido de que la historia es real, los hechos y personajes son totalmente verificables, así haya una intención de no nombrarlos a todos. Aunque tengo una impronta periodística muy importante, no quería que fuera un texto con las exigencias del periodismo. Es una novela biográfica, sin duda, pero creo que también tiene bastante ensayo.
Esta es la historia de un hombre absolutamente normal con una condición excepcional: por el lado de su familia paterna hay ministros, embajadores, patricios, y por el lado de su familia materna hay celadores, campesinos, labriegos.
¿Por qué le parece pertinente contar esta historia?
Porque refleja a la sociedad colombiana de hace 50 años y de ayer, una sociedad severa que impone las distancias, que ira los apellidos. Existe una psicología del apellido en Colombia y yo creería que en toda América Latina, que determina muchas cosas. Tener o no un apellido te inscribe en un club de privilegios o de excluidos. Lo fascinante de este personaje es que sí tiene el apellido, pero no las circunstancias. Me daba perfectamente para hacer una novela que, además, fuera una denuncia social, pero no contra un personaje en particular, porque yo voté por Galán y lo iraba.
De hecho, saber esto me lo humanizó. A menudo, la historia termina embalsamando a la gente y mandándola a la posteridad por una cantidad de cosas que no son ciertas o exactas. El hecho de tener un hijo por fuera o antes del matrimonio, como en este caso, no le restaba nada a Galán; al contrario, lo humaniza como alguien que, además de ser un estadista y tener un proyecto de país, también tenía ardores y deseos a los que sucumbía. En ningún momento me lo desdibujó.
El hecho de tener un hijo por fuera o antes del matrimonio, como en este caso, no le restaba nada a Galán; al contrario, lo humaniza como alguien que también tenía ardores y deseos a los que sucumbía.
¿Cómo construyó el libro?
Empezamos a trabajarlo hace cuatro años. Fue un poco accidentado porque entró la pandemia. El sustrato fundamental es la historia, narrada (por Luis Alfonso) en unas entrevistas, algunas de hasta tres horas.
¿Cuántas horas de grabación tiene?
Unas 50, más o menos, porque nos reunimos muchas veces en varios espacios. También hice la tarea de ir a su escuela en El Rosal (Cundinamarca) y de ver su casa. Fui con él y sentí su emoción y de alguna manera también su frustración de ver que la vivienda, en el último barrio del pueblo, es hoy casi exactamente igual que hace 40 años.
¿Él ya leyó el libro?
Se lo mandé por respeto. No quería ser irrespetuoso con nadie, de ningún lado de la familia, y no quería que él quedara con algún resquemor.
¿Habló sólo con él?
Hablé con la esposa y almorcé con los hijos, pero lo de él es absolutamente mayoritario. No es un texto periodístico, no me interesaba cruzar fuentes y tampoco vi la necesidad porque no hay en él ninguna intención de revancha. Nunca vi un dato que me preocupara.
De izq. a der., Cecilia Sarmiento (mamá de Luis Carlos Galán, fallecida en 2004), quien sostiene a Viviana, la hija mayor de Luis Alfonso; el notario Luis Fernando Mejía (amigo leal del político asesinado); Francisco Galán, hijo de doña Cecilia y hermano de Luis Carlos, y el protagonista del libro. La imagen fue captada en 1991, en la Notaría 42 de Bogotá.

De izq. a der., Cecilia Sarmiento (mamá de Luis Carlos Galán, fallecida en 2004), quien sostiene a Viviana, la hija mayor de Luis Alfonso; el notario Luis Fernando Mejía (amigo leal del político asesinado); Francisco Galán, hijo de doña Cecilia y hermano de Luis Carlos, y el protagonista del libro. La imagen fue captada en 1991, en la Notaría 42 de Bogotá. Foto:Archivo familiar de Luis Alfonso Galán

¿Se dejó de contar algo?
Hice la novela porque me di cuenta de que la intención (de Luis Alfonso) no era dañar imágenes o socavar el prestigio de alguien. Ya interpretando al personaje, creo que su búsqueda nunca ha sido económica, ni siquiera de posición social. Su búsqueda ha sido que lo reconozcan como parte de una estirpe. Creo que eso es un derecho y una necesidad psicológica. Todo eso me sedujo. Además, creo que estoy escribiendo sobre gente buena. Cuando se hace un texto como este muchas veces se busca el escándalo, el morbo, y este no lo tiene. Es la construcción psicológica de un personaje que reconstruye su pasado y busca a su autor, que es su papá.
¿No teme una reacción negativa, precisamente de gente que piense que su intención es aprovechar el morbo por la intimidad de un hombre público?
Seguramente se harán juicios, que no dependen de mí, pero lo que tengo claro es mi intención: contar una parte de la historia oficial que no se conoce, que nunca nos dejaron oír, y no solo de él, sino de la gente invisible de este país. Esa gente que no sale en la historia. Con algo todavía más excepcional, la épica de la cotidianidad: los verdaderos héroes para mí son esos que luchan a brazo partido contra su adversidad, sea de cuna, de malformación, de desventaja o de ser tan absolutamente simples que jamás saldrán en una novela.
Por ejemplo, la mamá (de Luis Alfonso) es un personaje literario hermoso porque tiene un hijo de un prohombre y lo esconde en el campo por el agüero de una bruja de Cali que le dice: “Ojo, le van a quitar ese niño”. Además, decide no volverse a enamorar. Es una mujer que hoy, a los 82 años, está sola con su hijo y que desde que lo tuvo no ha tenido ni una sola pareja más.
Me parece poética la historia de una mujer bajo el peso de un secreto enorme, que ella sabe que puede perjudicar a una persona que quizás ama. Y ese secreto termina, de alguna manera, aquietándole la vida. Con el agravante de que lo matan a él sin haber resuelto el tema por el que siempre peleó, que era el apellido.
Luis Alfonso Galán con su madre, María Isabel Corredor.

Luis Alfonso Galán con su madre, María Isabel Corredor. Foto:Archivo familias de Luis Alfonso Galán

¿Es esta su obra literaria más cercana al periodismo?
Es una novela que me devuelve al periodismo en cuanto a la investigación, que es básicamente testimonial, con una sola fuente. Y es lo primero que escribo en literatura en lo que no me inventé la historia ni los personajes. En mis seis libros anteriores siempre jugué con unos elementos comunes: el no lugar, a veces el no tiempo, buscando que no se logre ubicar dónde ocurre eso. Esta es una obra que rompe con ello porque es absolutamente bogotana, colombiana, es una novela del campo y de la ciudad, del norte y del sur. Una novela de clases sociales.
En algún momento pensé en que todo fuera ficción, pero descubrí que no tenía el valor, la resonancia que le quería dar. Lo mismo me pasó con la primera persona: pensé que, como finalmente no es mi historia, debía narrarla en tercera persona, pero perdía muchísima fuerza.
Se mantiene todo el tiempo la primera persona...
Todo el tiempo. Nunca hay un narrador omnisciente. De acuerdo con Fernando Vallejo, esa es la forma más honesta de hacer literatura. Pero es que, además, siento que es la única forma válida de mostrar el desgarro existencial de alguien.
¿Por qué no cambiar los nombres o no ponerlos?
Fue una opción, pero no era lo que quería en mi novela. Yo quería poder elevar la voz que acallaron las circunstancias, la sociedad y el periodo histórico colombiano que corresponde al periodo vital de Luis Alfonso. Sentí que había que reivindicar al hijo, que fue negado y escondido.

‘Me alegra que haya podido contar su historia’

Carlos Fernando Galán dijo que el Concejo de Bogotá va a citar a la alcaldesa y a funcionarios para que expongan qué medidas habían tomado para prevenir el abuso policial.

Carlos Fernando Galán dijo que el Concejo de Bogotá va a citar a la alcaldesa y a funcionarios para que expongan qué medidas habían tomado para prevenir el abuso policial. Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO

“Luis Alfonso pasó por muchas cosas solo y en silencio, y eso fue muy duro. Él también vivió el dolor de perder a su padre, pero no tuvo el apoyo y la solidaridad que nosotros recibimos”, ite Carlos Fernando Galán, uno de sus tres hermanos.
“Me alegra que se haya concretado la aspiración de Luis Alfonso de que se cuente su historia completa con tranquilidad”, comenta.
Sobre su lucha por ser un Galán, Carlos Fernando cuenta que, a diferencia de él y sus dos hermanos, su mamá (Gloria Pachón) siempre supo de la existencia de Luis Alfonso. La pareja incluso tuvo la intención de adoptarlo, como se cuenta en el libro, pero la idea no se pudo concretar.
“Apenas nos enteramos de su existencia, que fue después de la muerte de mi papá, y de su intención de obtener el apellido, mi mamá nos dijo: ‘Luis Carlos hubiera querido que ustedes apoyaran su solicitud, sin ninguna dilación, y que con el tiempo se acercaran a él’. Lo que hicimos entonces, a través de un apoderado, fue respaldar la solicitud que él hizo y aportar lo que fuera necesario”, recuerda.
Luis Alfonso lleva el apellido Galán desde 1998, más exactamente desde el 29 de septiembre, la misma fecha en la que nació su padre.
BERNARDO BEJARANO G.
Editor del Impreso

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