Hace un par de semanas participé en un interesante seminario organizado por la Universidad de Oxford (Inglaterra) y la firma global de consultoría AT Kearney (de la cual soy asesor en Colombia) sobre planeación por escenarios, con un grupo de 30 académicos, consultores y empresarios. Profesores expertos en los temas claves del futuro –Trudi Lang, Rafael Ramírez, Sonia Antoranz y Frazana Dudwhala– junto con Erik Peterson (director del Global Business Policy de AT Kearney) nos presentaron sus muy interesantes ideas sobre los riesgos y oportunidades del mundo en las próximas décadas.
A continuación resumo y comento algunas de esas tendencias (no están en orden de importancia), con el objetivo de enriquecer la visión estratégica de los líderes de nuestro país.
* En contravía de la globalización. Crece en muchas naciones del planeta la ‘islandización’ –tendencia a convertirse en islas proteccionistas mediante barreras de todo tipo al flujo del comercio, de las inversiones e incluso de la gente–.
* Se acelera el envejecimiento de la población. En los próximos 10 años, el número de países cuya población con edad superior a los 65 años es mayor al 20 por ciento del total pasará de 12 a 34. Este fenómeno le restará un punto porcentual anual al crecimiento de la economía mundial en las próximas décadas.
* Aumentan las tensiones geopolíticas que involucran a países claves como Rusia, China, Estados Unidos, Corea del Norte, Libia, Irán, Siria y Venezuela. En el Medio Oriente se complica cada vez más la solución al conflicto entre Israel y Palestina. La sofisticación y proliferación de la tecnología en asuntos militares –misiles, drones, ciberataques, etc.– eleva el riesgo de confrontaciones destructivas.
* Los problemas del medioambiente son muy serios porque su deterioro es grave y acelerado mientras que los remedios han sido insuficientes y lentos. Las buenas noticias son que cada día hay más conciencia de la necesidad de hacer pronto cambios drásticos y se dispone de mejor tecnología para la protección de la naturaleza.
* La inteligencia artificial ha dejado de ser ciencia ficción. Está ya comenzando a transformar muchos aspectos de la vida –la salud, la educación, la economía, la seguridad, etc.– y su impacto positivo crecerá exponencialmente. Es cierto que mal utilizada puede hacer daño, pero bien empleada puede ser una gran herramienta de progreso.
* Se incrementa el número de ‘kakistocracias’ –gobiernos incompetentes–. El populismo –de diversa índole, tanto de izquierda como de derecha– está en alza.
* La gran laxitud en la política monetaria de las naciones más poderosas en materia de economía, cuyo objetivo es impulsar el crecimiento económico, puede tener efectos nocivos puesto que invita a tomar riesgos excesivos, a endeudarse demasiado y a inflar burbujas especulativas de algunos activos.
* Se está ampliando la brecha de la desigualdad en la confianza institucional. Personas con mayor y mejor educación confían más en las instituciones que aquellas con poca o mala educación. Y esa diferencia está aumentando porque los desconfiados son cada vez más críticos. Muchas instituciones no están respondiendo adecuadamente –ni en forma oportuna ni de manera satisfactoria– a las demandas de ciudadanos cada día más exigentes. Son obsoletas, les falta innovar.
* Se está dando una profunda y veloz disrupción tecnológica –la más intensa de la historia– que, en general, es positiva para la sociedad (por ejemplo, en la nanotecnología y en el denominado internet de las cosas). Pero en ciertos casos puede ser problemática porque su aconsejable regulación, dada su complejidad, se demora y a veces no es tan eficaz.
* Por último, citando al destacado analista Moisés Naím, se están produciendo grandes cambios en el poder. Es cada vez más difícil usarlo y más fácil perderlo. Y está pasando de –por ejemplo– grandes ejércitos a grupos insurgentes, de empresas de gran envergadura a sorprendentes start-ups, de los palacios presidenciales a las plazas públicas.
En su conjunto se ve a futuro un mundo convulsionado y volátil, pero también muy creativo y dinámico. Vale la pena prepararse bien para aprovechar los vientos a favor y defenderse de los vientos en contra, creando diversos escenarios posibles y sus respectivos planes de acción. De eso se trata la verdadera planeación estratégica.
MAURICIO RODRÍGUEZ MÚNERA
PROFESOR DE LIDERAZGO
EL TIEMPO